Estrés calórico y fertilidad
Los rangos de temperatura ambiental reportados como de confort para animales de tipo Bos taurus (razas europeas como la vaca Holstein) van de 0 a 20ºC y para Bos índicus ( razas Cebuínas) de 10 a 27ºC, con 70% de humedad ambiental en ambos casos, aunque se reportan diferencias entre razas, edad, estado fisiológico, sexo y variaciones individuales de los animales. Éstos al verse sometidos a temperaturas por encima de dicho rango responden mediante mecanismos compensadores como la evaporización respiratoria y cutánea, los cuales tienen un alto gasto energético. Cuando dichos mecanismos son insuficientes, la temperatura corporal aumenta produciendo hipertermia o estrés calórico. Existen rangos de tolerancia frente a la temperatura ambiental, denominados zona de confort o de bienestar térmico para los animales. Las mejores condiciones de temperatura y humedad relativa, están alrededor de los 13 a 18°C y 60 a 70%, respectivamente. En la Comarca Lagunera tenemos temperaturas en el verano que exceden los 40 grados y una humedad ambiental que ronda el 30%, muy lejos de la zona de confort.
El estrés calórico afecta negativamente la rentabilidad y viabilidad económica de la actividad ganadera. El mayor impacto económico se aprecia en la producción y la reproducción y en el estado de salud general. Como respuesta a la hipertermia ambiental el animal ve afectados sus signos vitales como un aumento de la temperatura corporal y tasa respiratoria, alteración de la disipación de calor y del flujo sanguíneo, cambios en los niveles hormonales y composición de la sangre, alteración de la motilidad digestiva y fermentación, aumento en la susceptibilidad a enfermedades y cambios en la secreción urinaria. La conducta de consumo de alimento se ve afectada por el aumento del consumo de agua, disminución del consumo de forraje y fibra e incremento de necesidades de electrolitos y otros minerales. Los efectos fisiológicos también se aprecian en el retraso en el crecimiento y problemas de salud de los animales de reemplazo principalmente en el caso de las becerras en jaulas. Los efectos del estrés calórico en la reproducción bovina han sido estudiados ampliamente. Sus efectos adversos se han reportado en aspectos como la duración y expresión del estro, desarrollo embrionario temprano, flujo sanguíneo, relaciones hormonales y crecimiento fetal. Adicionalmente los efectos más conocidos sobre la gestación son la disminución del peso de la ternera al nacimiento, alteraciones en las concentraciones hormonales materno fetales y reducción en la producción de leche posparto.
El ciclo estral es un evento fisiológico sensible al estrés, principalmente al ocasionado por las altas temperaturas ambientales. Disminuye la libido y la intensidad y duración del celo, esto tiene efectos dramáticos sobre la fertilidad, principalmente en animales con problemas de adaptación como la vaca Holstein.
La temperatura afecta la reproducción en vacas notablemente, el comportamiento sexual, la folículo-génesis, ovulación e implantación del embrión. El estrés calórico está asociado con la falla reproductiva entre otras cosas se ha asociado con el aumento en el número de óvulos no fertilizados y embriones anormales, muertes embrionarias en los primeros días de su desarrollo e incluso abortos. Alrededor del 90% de los ovocitos son fertilizados después de la monta o inseminación; sin embargo, una alta proporción de estas gestaciones se pierden . La muerte de embriones antes del reconocimiento materno de la gestación (días 16 a 19) es considerada como muerte embrionaria temprana. La que ocurre entre el reconocimiento materno de la gestación y el momento en que se ha completado la organogénesis (alrededor del día 42), se denomina muerte embrionaria tardía, y la pérdida de la gestación posterior al día 42 se llama muerte fetal. Estos efectos se traducen negativamente en la tasa de natalidad incrementando el intervalo entre partos. El aumento de la infertilidad en vacas lecheras durante las últimas décadas ha coincidido genéticamente con el incremento en la producción de leche y los efectos negativos que el estrés calórico tiene sobre la fertilidad han sido ampliamente descritos en la literatura. La baja fecundidad en vacas durante el verano se asocia principalmente con los meses cálidos del año, de junio a septiembre en el hemisferio norte, y a su vez, repercuten en la fertilidad en los meses de octubre y noviembre, correspondientes. La baja fertilidad de las vacas lecheras durante éstos meses del otoño se debe a los efectos del estrés por el calor del verano. Las vacas expuestas a estrés térmico alteran su dinámica folicular en el subsecuente ciclo . Según un estudio realizado en hatos lecheros en la Comarca Lagunera con una población total de 31, 065 vacas raza Holstein, se reportan importantes efectos del estrés calórico en la fertilidad con un promedio de 36.6 % como máximo en los meses frescos a un promedio de 17.4 % como punto más bajo en los meses de agosto a septiembre, en algunos hatos el efecto es menor existiendo una relación favorable de éste índice con el confort ofrecido a los animales. Como menciona el autor bien puede adaptarse a regiones con condiciones semejantes como son los estados de Arizona y Nuevo México y en zonas lecheras de Israel. Estor resultados del 2011 se muestran similares al comportamiento observado en estudios reportados por el autor en los últimos 15 años.
La economía del organismo del animal se ve afectada, comprometida y superada en todos sus aparatos y sistemas especialmente en la inmunidad, el estrés calórico aumenta notablemente la susceptibilidad a enfermedades, y hace aparentes muchos problemas que no se manifiestan en condiciones de confort. En resumen el estrés calórico afecta la salud general de la vaca lechera, deprime el apetito, baja la producción de leche y su calidad, afecta sus constantes fisiológicas, el comportamiento sexual, los diferentes parámetros reproductivos y productivos y en consecuencia la economía del ganadero. Corresponde al mismo hacer las modificaciones al medio ambiente para mejorar el confort en el hato y al MVZ las estrategias de manejo, reproductivas y de nutrición para paliar los efectos del estrés calórico.
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