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Antes de la era cristiana

GILBERTO SERNA RAMÍREZ

Es la fiesta litúrgica del nacimiento del Niño Jesús que acaban los cristianos de celebrar apenas el pasado martes. No existe en el calendario de los aztecas, por obvias razones. Los llamados 3 Reyes Magos, a quienes se les agrega de Oriente, tras seguir la guía de la estrella de Belén para rendirle un homenaje al acabado de nacer y hacerle entrega de regalos de gran riqueza simbólica, en efecto lo eran: el oro, el incienso y la mirra. En la época actual es fácil identificarlos, pues sus ricas vestimentas, sus coronas y el animal que montan no dejan lugar a dudas sobre sus lugares de origen: un caballo, un camello y un elefante. La epifanía que es la adoración de los Reyes Magos hacia el Niño Jesús es una fiesta cristiana que se celebra el 6 de enero para conmemorar la manifestación de Cristo a los gentiles. En la época actual se ha vuelto tradición el que los regalos de Navidad a los niños los traigan los Reyes la noche del 5 al 6 de enero y esa misma noche o en la mañana siguiente se parte una Rosca a cuyo cuerpo se añade un muñequito que obliga al que toca en suerte al partirla a invitar a los comensales a una cena de tamales con atole.

Está por pasar el año marcado como el 2012 de la era cristiana. Dentro de unos días termina y empieza uno nuevo, lo que es del dominio popular. Nos esperan 365 días, 5 horas, 48 minutos y 46 segundos, en cuyo lapso completaremos una órbita entera alrededor del Sol. Hablamos obviamente de un año astronómico. Los humanos veremos que los equinoccios y los solsticios se producirán en sus fechas, aunque no estemos muy seguros de que sea así. El clima se halla en un estado deplorable. Anteriormente las estaciones ocurrían en fechas predeterminadas. Ahora no se sabe, bien a bien, si el 21 de marzo llegará la primavera, con el milagro de la floración y el 21 de septiembre hará su arribo el otoño, cuando surge en el alma pregonar que las hojas caídas son las lágrimas vertidas por la emoción de los enamorados. Antes, cuando la atmósfera estaba libre de la contaminación producida por los hornos de las grandes fábricas, ayudadas por el escape de los automóviles, el aíre era transparente. Si usted se desplaza por la antigua carretera bajando del sesteo de las aves advertirá una asquerosa nata que vicia el ambiente, obviamente la polución es el precio que se paga por la industrialización, estará usted al pie del Cerro de la Silla.

Hace unos días celebramos, con bombo y platillo, un aniversario más de la llegada del Redentor. Es cuando hace su aparición en estas líneas, evidentemente con las arrugas en la frente que debe tener un sabio que se respete así mismo, Dionisio el Exiguo quien en el año 532 usando el calendario juliano fijó la fecha oficial del nacimiento de Cristo. El sabio, de corta estatura, después de hacer un recuento de acontecimientos y fechas importantes llegó a la conclusión de que Cristo había nacido en el año 753 de la fundación de Roma. Sin embargo, el ilustre experto, con toda su erudición, incurrió en un error de cálculo de unos seis años al datar el reinado de Herodes, considerando que si se dejaba así, sin corregirlo, sería lo más prudente de tal forma que la fecha probable al nacimiento de Cristo debe restársele 6 años. O sea que Cristo nació 6 años A. C. esto es: antes de la era cristiana.

Es desde luego un dato curioso que no daña en absoluto los festejos de estos días. La gente seguirá en las playas gozando de las frías aguas del Atlántico. Las ballenas seguirán dando a luz en nuestras costas portándose amigables con los lancheros. No vendrá entre los cetáceos Moby Dick pues el capitán Ahab, anda pisándole los talones recorriendo los 7 mares, prometiéndose acabar con la ballena blanca cuando la tenga a tiro de sus arpones. Viejas rencillas los acompañan, a ambos. Una cicatriz en la cara y una pierna de palo dan cuenta de la batalla que trae encorajinado al capitán del Pequod. Tampoco arribará a las playas mazatlecas la ballena que se tragó a Jonás, viajando en su vientre por tres días hasta que el pez lo vomitó. En fin, un error sin consecuencia cometió Dionisio el Exiguo, la venganza del capitán Ahab le produjo su deceso, la desobediencia condujo a Jonás al vientre de una ballena. En mi anterior colaboración cité la jerarquía celestial incompleta, ahora lo hago, para quien le interese, del total de la burocracia angelical, a saber: Serafines, Querubines, Tronos, Dominaciones, Virtudes, Potestades, Principados, Arcángeles y Ángeles.

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