Aplican nuevo método para tratar el autismo

Emmanuel García Lara nació con autismo. En principio y hasta aproximadamente los 12 meses de edad no respondía a los estímulos visuales, no balbuceaba, no seguía la mirada de sus padres ni cuando éstos lo llamaban por su nombre, no aplaudía, no decía sí o no con la cabeza, sonreía poco y conforme fue creciendo no socializaba ni jugaba con su hermano Julio ni con familiares cercanos.

Esta fue la razón por la cual Lucía y Julio acudieron al pediatra para descartar la sospecha de que su hijo tuviera problemas de audición. Pero no fue así. Emmanuel sí escuchaba, y conforme avanzaba el tiempo notaban rotundos retrasos en el desarrollo de su lenguaje.

El matrimonio vivía en Puebla, pero al saber de la Clínica Mexicana de Autismo y Alteraciones del Desarrollo (CLIMA) decidieron que era el momento de trasladarse a la ciudad de México para comenzar a ser parte de un proyecto de atención conocido como Modelo Denver de Intervención Temprana para Infantes en el Espectro Autista, diseñado para niños de entre uno y cuatro años de edad. "Valía la pena hacer el cambio de ciudad y trabajo con tal de que Emmanuel lograra una mejoría", comentan sus padres.

El modelo Denver ha sido aplicado con buenos resultados en Estados Unidos desde hace cuatro años a través del Instituto Mind de la Universidad de California, y fue en días recientes cuando esta institución certificó a especialistas mexicanos en autismo, los cuales fueron a su vez avalados previamente por CLIMA.

El doctor Carlos Marcín Salazar, fundador y director de esta institución desde hace 22 años, ampliamente reconocido por sus investigaciones en el área, fue uno de los 14 expertos certificados.

En México se estima que hay 45 mil niños con autismo, sin embargo, no se cuenta con un estudio epidemiológico del también llamado trastorno del espectro autista, pese a que cada día hay más profesionales y medios más eficaces en la detección.

Para el especialista, el modelo Denver -que actualmente se aplica a 13 niños mexicanos menores de cuatro años- ha probado ser el único capaz de cambiar la trayectoria del autismo en 50% de los casos.

"En el pasado reciente tratábamos a los niños autistas básicamente con los métodos A.B.A, Teacch, atendiendo la modificación de sus conductas y el aprendizaje de hábitos de la vida diaria como son lavarse las manos, comer, sentarse, levantarse de la mesa, cepillarse los dientes, subir a un coche, bajar de un trasporte, entre otras conductas prácticas que iban aprendiendo a lo largo de su vida, pero no lográbamos que mejoraran sus relaciones sociales o que conectaran con los demás o compartieran, y la intervención de los familiares era generalmente tardía, es decir, los padres acudían a procurar diagnóstico cuando los niños ya tenían cuatro o cinco años de edad, una vez descartada la posible existencia de una deficiencia auditiva u otros trastornos sociales intelectuales, o generalizados del desarrollo".

A esto habrá que sumar que cada niño se desarrolla a un ritmo diferente y que por lo general los menores con autismo no tienen un aspecto diferente del de otros niños. "Parecen desarrollarse normalmente durante el primer año de vida, pero a partir del segundo año algunos comienzan a atrasarse en el desarrollo de sus destrezas sociales o del habla".

Un niño con trastornos del espectro autista suele diagnosticarse cerca de los tres años de edad, a pesar de que pueden aparecer signos sutiles desde los 18 meses de edad, según apunta Centers for Desease Control and Prevention (CDC).

Marcín Salazar aseguró que "hoy sabemos que los resultados serán significativamente mejores si se atienden los cambios que el Mind Institute ha probado, entre otros: los relacionados con la detección intensiva temprana para diagnosticar los trastornos del espectro autista con dos sesiones de dos horas, cinco días a la semana y con periodos de evaluación de 12 semanas".

Para el también miembro del comité internacional de estudios Epidemiológicos en Autismo (IAN), el método está mostrando avances hasta de 90% en el desarrollo sociocomunicativo de los niños con autismo, que a través del mismo han mejorado habilidades específicas como el lenguaje y la conducta social.

 LOS PADRES DAN SU TESTIMONIO A través de este método, los papás de Emmanuel han podido detectar cómo en pocas semanas su hijo ha evolucionado notablemente en su desarrollo sociocomunicativo.

"Hoy dice 'sí' y dice 'no' verbalmente, no sólo con la cabeza. Dice: '¡ya!' y pide leche… también de manera verbal, y comienza a jugar cada vez con mayor frecuencia con su hermano Julio. Han disminuido sus movimientos repetitivos y no es un niño rutinario, además de que es cada vez más frecuente que busque la atención de los demás con gestos, y ya no pasa tanto tiempo solo", aseguran.

Responsable del primer Estudio de Prevalencia del Autismo en México en la ciudad de León, Guanajuato, con fondos de Autism Speaks, Marcín Salazar especifica que el autismo debe entenderse como un trastorno del desarrollo neurológico que afecta a la persona en sus habilidades de comunicación y relación con los demás, y está asociado a la presencia de conductas repetitivas y a la necesidad de realizar conductas rígidas.

Pero aclara, que "el autismo no debe considerarse como un problema de daño cerebral o falta de capacidad intelectual, pues en México y en el mundo hay varias personas con este trastorno que han completado carreras universitarias y están integrados a la vida laboral".

La Clínica Mexicana de Autismo y Alteraciones del Desarrollo recomienda que los niños con trastornos del espectro autista sean evaluados incluso desde los 18 meses de edad, "pues resulta muy importante intervenir en un momento en que el cerebro está aún en desarrollo, ya que los dos primeros años son esenciales para avanzar en la comunicación".

"Este período -desde los 18 meses de edad- es una ventana de oportunidad única para aprovechar la mayor etapa de plasticidad cerebral", agregan.

En este sentido, el modelo Denver "está dirigido a todas las áreas del desarrollo, ya sea el lenguaje, la conducta social, las habilidades motrices, el juego o las habilidades de autoayuda. También se capacita a los padres para que lleven a cabo estrategias de intervención, que podrán aplicar en cualquier ámbito", agrega Vanessa M. Ávila-Pons, líder de proyecto y capacitadora certificada en el Modelo Denver de Intervención Temprana.

 ¿CóMO FUNCIONA EL MODELO? Entramos a un cuarto donde hay varios juguetes. El niño elige uno.

"Supongamos que el niño toma un juguete entre sus manos y comienza manipularlo de un modo erróneo.

"Nosotros, los profesionales calificados, y los padres, en lugar de quitarle el juguete, que es lo que normalmente se hace, pues los padres acaban por desesperarse, deberemos comenzar a imitar al niño, comprender su experiencia sensorial, y de este modo funcionaremos como un espejo o como un juego paralelo.

"Es aquí cuando el niño comienza a actuar e interrelacionarse, a notar que yo quiero hacer lo mismo que él… Es decir, a través del juego comienzo a crear una rutina sensorial-social de atención conjunta que se convierte en una experiencia compartida", detalla la experta.

"Se trata ciertamente de un método revolucionario de interacción a través del juego y de manera individual a través del cual logramos engancharnos con ciertas técnicas y estrategias que nos permiten contactar en lo afectivo con el niño".

Para los especialistas, con este enfoque o modelo y a través del diagnóstico precoz o la intervención temprana es posible estimular el cerebro emocional o los centros de la afectividad a tiempo, de modo que el niño logre ser más sociable.

"No estamos hablando de curar el autismo, sino de estimular a la persona para que tenga una mayor orientación, preferencia y predisposición hacia los que lo rodean", afirma.

Marcín Salazar asegura que a lo largo de una carrera de más de 20 años de ejercicio profesional ha probado muchos métodos, pero señala que ninguno como el modelo Denver, que describe como un método incisivo, con el cual se avanza una y otra vez con rutinas sensoriales y sociales, atención conjunta y se genera un círculo de comunicación a través del cual el niño comienza a compartir sus juguetes con el terapeuta y sale de su estado de ausencia, de indiferencia o de conducta desorganizada.

"Las estrategias de este modelo se presentan en un contexto muy natural, basado en el juego y enfocado en las relaciones".

Para los expertos entrevistados, el modelo Denver significará sin duda un parteaguas en nuestro país frente al autismo.