La campaña por la Presidencia de la República ofrece esta semana dos temas interesantes, en los milagros de Vicente Fox y las mentiras de Enrique Peña Nieto.
De acuerdo a la información difundida, el expresidente de la alternancia declaró a pregunta expresa de la prensa que desde su óptica y atendiendo al resultado de las encuestas publicadas, la posibilidad de que Josefina Vázquez Mota gane la elección, depende de un milagro.
Contrario a la opinión de los priistas que festinan la declaración sin entenderla o de los panistas que pudieran sentirse ofendidos, los cierto es que Vicente Fox sabe lo que dice y tiene razón. El agradecimiento que sobre el particular expresa Peña Nieto a Fox por esta declaración, pinta de cuerpo entero la torpeza del priista y su falta de oficio.
El mismo Fox experimentó en carne propia el milagro electoral de haber vencido al invencible. El modo en que el año dos mil enfrentó y derrotó al sistema hegemónico priista, que estaba sostenido por los mismos factores de poder que en los últimos doce años han preservado los restos de aquel sistema, y que hoy luchan por su regeneración, fue milagroso.
Aunque Vicente Fox fue protagonista importante, el milagro no es suyo, sino de la sociedad mexicana en su conjunto que al impulso de una vocación en pro de la libertad y de la democracia plena, votó por dejar atrás el viejo régimen.
En los últimos doce años el respeto a la pluralidad, la estabilidad de la economía, la vigencia de la división de poderes y el goce de las libertades cívicas en un grado nunca visto durante la era priista, son producto de un milagro que se renueva día con día en nuestro país bajo los regímenes de la alternancia.
Es cierto que el camino no ha estado exento de escollos y los errores de los propios gobiernos de la alternancia, el sabotaje de la oposición al proceso de cambio, los intereses espurios de las televisoras, el lastre de los sindicatos, el freno de los monopolios de diversa índole y hasta el embate del crimen organizado, han caído sobre nuestra frágil democracia para hacer que fracase el milagro y el pasado ominoso se imponga.
Por ello, con su declaración Vicente Fox azota el acicate sobre las ancas del equipo de la candidata Vazquez Mota, clava las espuelas en los ijares del panismo dividido, y sacude la conciencia de una sociedad mexicana que está en grave riesgo de claudicar de sus aspiraciones libertarias y de sus inspiraciones democráticas, para que se pongan las pilas en pos del milagro y se evite la vuelta al pasado.
Si estamos sufriendo las incomodidades propias de la remodelación de México que es la casa de todos, lo sensato es ratificar el anhelo, apretar el paso en la ruta de la transición y vencer la tentación de la marcha atrás.
Por lo que toca a las mentiras de Peña Nieto, sus adversarios tienen derecho a referirlas y el candidato priista el derecho de réplica. La descalificación de los señalamientos de lo negativo con el mero argumento del interés electoral de los acusadores es absurda y el arropamiento que hace la dirigencia del PRI sobre el candidato Peña Nieto, para evitar que dé la cara y responda por sí mismo, es patético.
Así como el PRI tiene derecho señalar los errores de los gobiernos panistas, es legítima la estrategia de campaña que confronta los arraigados vicios del antiguo sistema que hoy día están a la vista en muchos estados de la República, que gimen debido a la entrega de los gobiernos priistas frente al crimen organizado y las deudas públicas contraídas de modo irresponsable y hasta criminal.
Es cierto que en toda campaña política son fundamentales las propuestas de cada partido y candidato, pero es indispensable abrir espacio al análisis crítico del desempeño de los diversos partidos en el ejercicio del poder, porque es lógico que los electores decidan en base a la experiencia propia y no sólo sobre las promesas de los aspirantes.