Asco de país
El 10 de julio de 2012 el periódico El país, de España, publicó un artículo escrito por Rosa Montero que se titulaba Asco de país. Este texto me llamó la atención porque los calificativos que la autora usaba en contra de las autoridades españolas son los mismos que aquí utilizamos para nuestros gobernantes, pero para señalarlos por razones totalmente diferentes. Del artículo de El país cito un párrafo: Es el colmo: este país de bárbaros no sólo no acaba con la ignominia del Toro de la Vega, sino que además hoy, si un milagro de cordura no lo remedia, la Junta de Castilla-La Mancha autorizará la retrógrada y salvaje práctica del lanceo de jabalí a caballo. [...] Que haya tipos tan sangrientos como Del Águila ya es lamentable; pero que la ley lo permita es para llorar. Creo no ser sectaria y pensé que el PP sería un partido conservador, democrático y civilizado; pero lo cierto es que ha llegado a unos extremos de involucionismo y de abyección acongojantes. El PP está llevando a España a la Edad Media; ¿qué será lo próximo, los siervos de la gleba? Estamos cerca.
Se trataba de un texto en escrito en defensa de los animales, hablaba de los españoles y las leyes que permiten prácticas sangrientas hacia perros, jabalíes y toros, entre todos los demás. Viles, involucionistas, bárbaros les llama Rosa Montero a los gobernantes y a los señores que se divierten mientras perforan con una lanza al animal: “Que haya tipos tan sangrientos como... ya es lamentable pero que la ley lo permita es para llorar”. ¿Tipos sangrientos y que la ley lo permita? Todas esas sentencias nos son muy familiares. Me quedé triste al leer esta nota tan justificadamente indignada y pienso en cuáles adjetivos nos quedan para describir lo que pasa en nuestro país. Vemos con decepción toda la porquería que escurre de todos los partidos políticos antes y después de las elecciones presidenciales, vemos que la violencia en todas sus formas no termina.
Y ¿lo que ocurre, ahora más que nunca, en Torreón? Quisiera protestar contra el maltrato hacia los animales, pero mi mente ya no tiene cabida para ello, se ha llenado de imágenes más crueles aún.
Quisiera no darme cuenta de todo lo que sucede en nuestra ciudad, pero es imposible. Cómo ignorar noticias en el mismo tono: “18 muertos en 24 horas en Torreón”. Cómo no ensuciar mi pensamiento cuando oigo: “Se encontraron 25 bolsas con restos humanos. Los legistas están tratando de reconstruir los cuerpos”. Espérate, ese brazo no es de ese, fíjate en el tatuaje. ¿A esto se le puede llamar vileza, barbarie...? En verdad, tenemos que reconocer que el idioma ya no nos alcanza para poder explicar tanta crueldad. No existe manera de saber a dónde caminamos, lo cierto es que diario oímos prácticamente las mismas noticias, noticias que parecen ya no serlo. Todos los días igual.
A la escritora Montero su país, España, le parece un asco; si viviera en México estaría en un vómito permanente. Nuestra nación es un verdadero asco y nuestra ciudad, Torreón, ni se diga. Sé que a la mayoría nos gusta usar eufemismos, pero visto desde cualquier ángulo Torreón es un asco: vean sus calles (ni una buena, todas con hoyos), basura por todos lados, sus malhechos puentes peatonales, su alumbrado público, etcétera. Sin embargo, el aspecto físico de la ciudad sería extraordinariamente importante si no tuviéramos que preocuparnos por algo mucho más primordial que es la vida. Sí, el temor a perderla, por estar en el lugar equivocado, en el momento equivocado. Oigan... patrullas, balazos.
Cuánto quisiéramos, como lo hace Montero, quejarnos y sufrir por la muerte del jabalí, o la del toro. Pero duele tanta sangre humana regada en todos lados. Nosotros no solamente retrocedimos a la Edad Media: estamos en las era de las cavernas.
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