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‘Autopermisos’ que lesionan

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‘Autopermisos’ que lesionan

‘Autopermisos’ que lesionan

Leonor Domínguez Valdés

En la cultura mexicana, los individuos acostumbran prodigarse a sí mismos un sinnúmero de concesiones que les permitan excusar su inclinación hacia conductas negativas, las cuales sólo denotan falta de responsabilidad... especialmente hacia su propia persona.

Tener concesiones para con los demás se percibe usualmente como algo necesario e incluso positivo para favorecer la convivencia y la interacción entre seres humanos. Desde luego, lo normal es que estemos de acuerdo en ceder sólo cuando se trata de situaciones que no nos dañan.

Sin embargo, también hacia nosotros mismos tenemos concesiones; pero en este caso no siempre se trata de ‘darnos permisos’ que vayan a traer efectos positivos a nuestras vidas. Por el contrario, a menudo esa permisividad nos acarrea riesgos que temprano o tarde, cobrarán factura.

Esto se vuelve más evidente en algunos ámbitos; identificarlos es el primer paso para evitar que se conviertan en un problema.

EN LA SALUD

Una de las deficiencias más notorias en relación con el proceso de formación social que hemos vivido, se vincula directamente con la falta de atención y cuidado a nuestra salud.

En México, apenas ahora la sociedad comienza a dar la debida importancia al cuidado de la salud mental y física, e incluso así no es inusual que este sea el último renglón en la lista de prioridades. Carecemos de una clara conciencia acerca de los cuidados preventivos, correctivos y curativos.

Muy frecuentemente las personas se escudan en una serie de pretextos para desatender su bienestar. Escuchamos frases como: “Soy diabético, pero no importa, comeré sólo un par de galletas”. Algo por el estilo dicen los obesos, los individuos que sufren del corazón u otra enfermedad. Y la promesa de tales límites rara vez es cierta, pues esas expresiones suelen convertirse en un estribillo que se repite sin cesar.

Evadir el autocuidado de la salud, más que ser una concesión hacia uno mismo, indica un patrón de comportamiento irresponsable.

EN EL TRABAJO

No es extraño que en el trabajo la gente solape su tendencia al menor esfuerzo con una actitud que se ve expresada en frases como: “Por hoy, es suficiente”, “merezco un descanso”, “mañana le sigo, ya estuvo bueno”, “me urge salir”.

Dichas actitudes afectan principalmente a quien las adopta, ya que al final avanzará poco en sus actividades laborales, obtendrá bajos rendimientos y producirá con calidad inferior, o bien dejará las cosas a medio hacer o mal hechas.

Las consecuencias de dicha conducta, sin duda, habrán de ser muy negativas, toda vez que quizá con ello el empleado ponga en riesgo su permanencia en la compañía.

EN EL CONSUMO

La máquina del consumo no cesa de empujar a la persona hacia las compras desmedidas. Bajo el pensamiento de “me lo merezco” o “lo valgo”, la irracionalidad invade al individuo cuando compra por comprar, tratando de llenar un vacío interior. Consume todo lo que esté a su alcance: ropa, muebles, dispositivos y aditamentos electrónicos, sin tener en cuenta que puede endeudarse y posteriormente no tendrá los recursos suficientes para pagar lo adquirido en un acto de compulsión irreflexiva, todo por darse permiso de “un placer”.

EN EL EJERCICIO

La inconstancia, la falta de disciplina y las consecuencias de concederse un descanso extra, se reflejan también en la falta de perseverancia y seguimiento a actividades como la práctica de alguna rutina de ejercicios físicos. Hay quienes aseguran que lo más difícil es comenzar a ejercitarse, pero lo cierto es que sobre la marcha, resulta más complicado ser constante y no dejarse vencer con pensamientos como “por un día que falte no pasa nada”. Rendirse a esa aparente consideración, es un camino directo hacia los múltiples riesgos que suele traer consigo el abuso de la vida sedentaria.

EN LA LIMPIEZA

Así como hay algunas personas obsesivamente ordenadas, hay otras para las cuales existen un sinfín de pretextos en los cuales habrán de ampararse, antes de estar dispuestas a mantener un estilo de vida cimentado en el cultivo de la limpieza y el orden, aun a pesar de que éstas son virtudes esenciales que cualquiera debería observar. No debe perderse de vista que un ambiente armónico no tiene como función estar presentable para los demás, sino permitir a cada uno vivir con higiene y tranquilidad.

AL MENTIR

Con frecuencia se dice que una ‘mentira piadosa’ es mejor que la verdad, especialmente cuando el sujeto considera que la segunda no gustará y él será rechazado. De esta forma, mentir se convierte en un hábito y así es como construimos toda una cultura, fincada en la expresión de actitudes que lejos de ayudar, conducen a mantener una condición que enfatiza inseguridades e inconsistencias.

Mentir o hablar de manera imprecisa, nos lleva al desgaste de las relaciones afectivas y en ocasiones, a su ruptura.

No obstante, es necesario que las personas sean cuidadosas de no confundir la asertividad con la agresividad, lo cual sucede muy a menudo.

EN EL CARÁCTER

Es muy fácil que la gente tienda a excusarse y a justificar comportamientos al decir “así soy y no puedo cambiar”. Bajo ese precepto, los individuos se conceden el derecho a herir, lastimar y en ocasiones a invadir o trasgredir los espacios vitales interiores o exteriores de los demás.

Los seres humanos nacemos con un temperamento, producto de la dotación genética que recibimos. Sin embargo, la formación de la estructura del carácter y de la personalidad, son fruto de nuestra historia de vida. Es por ello que con perseverancia, siempre es posible cambiar. Cuando alguien vive escudándose en el “así soy”, se daña, pues con los años los defectos y las cualidades suelen agudizarse y resulta cada vez más complicado superar las carencias e inconsistencias.

¿POR QUÉ TANTAS CONCESIONES?

Tener toda clase de concesiones hacia uno mismo, tarde o temprano trae secuelas como el sentimiento de fracaso y una constante experiencia de dolor y decepción, y sin lugar a dudas esto repercute en las relaciones afectivas.

Afortunadamente, hoy existen muchas alternativas terapéuticas que pueden ser útiles a quienes desean lograr un cambio en este sentido.

Otra posibilidad, de gran ayuda para los que abusan del “uno no hace daño”, son los grupos de autoayuda; los hay para dar soporte a quienes padecen adicciones, sufren enfermedades como diabetes, son comedores compulsivos...

No obstante, lo básico es darse cuenta de que concederse todo aun a costa del propio bienestar, es un problema y requiere de un ajuste en la actitud, el cual tal vez sólo podrá trabajarse con ayuda profesional.

Uno de los resultados de la posmodernidad se ve manifestado en relaciones afectivas frágiles, que a la vez provocan en la gente la necesidad de ‘reconstruirse’ con el afán de no traicionarse y poner en riesgo su autenticidad, su autoestima, su autoconcepto y su valía personal.

En ese contexto, sería falso negar que en algún momento todos hemos atravesado por la experiencia de prodigarnos múltiples concesiones a nosotros mismos; o bien, caído en la cuenta de que necesitamos algún tipo de sostén, a fin de poder subsanar aquellas tendencias que nos inducen a la compulsión, a la repetición de una conducta o comportamiento insanos. Sin embargo, nunca es tarde para rectificar el camino y recomenzar.

Correo-e: Leonor.Dominguez@iberotorreon.edu.mx

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