La ciudadanía pide darle prioridad a la creación de empleos.
La mitad de la población (53%) califica, en términos generales, bien o muy bien el proceso electoral, 30% lo evalúa mal o muy mal y 16% adopta una postura neutral.
Como es de esperar, 82% de los priistas declara que el proceso electoral fue bueno/muy bueno, pero este porcentaje se reduce a 26% entre los perredistas. Por su parte, la mayoría de los panistas (60%) califica positivamente el proceso electoral.
Al evaluar a los distintos actores involucrados en el proceso electoral destaca que el Instituto Federal Electoral (IFE) es el mejor evaluado entre diversas instituciones. El 45% señala que su trabajo fue bueno o muy bueno frente a 31% que lo califica negativamente.
En segundo lugar, se encuentra la Presidencia de la República, 42% la califica positivamente y 24% menciona que tuvo un comportamiento malo o muy malo. En tercer lugar, se encuentran los gobiernos estatales (38% actuación buena y 24% actuación mala).
Finalmente, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), que aún no ha concluido su participación en el proceso electoral, es evaluado positivamente por 36% y de forma negativa por 29%.
Respecto a la confianza en el Instituto Federal Electoral, presenta estabilidad antes y después de la elección: el porcentaje de personas que confía mucho o algo en el IFE se mantuvo prácticamente igual ya que pasó de 53 a 52%. La identificación partidista y los resultados electorales condicionan la confianza en el IFE.
Es decir, respecto a la medición que se realizó en el mes de junio, los priistas confían más en el IFE (62% en junio y 73% en agosto) y los perredistas confían menos (37% en junio y 30% en agosto).
Por su parte, los panistas permanecieron estables (58 y 60%) y los independientes pasaron de 53 a 43%. En síntesis, después de que el IFE concluyó su labor en el pasado proceso electoral, ganó confianza entre priístas y (en menor medida) panistas y perdió confianza entre los perredistas e independientes.
En cuanto a la limpieza de las elecciones, seis de cada 10 ciudadanos consideran que fueron limpias o algo limpias (59%), mientras que el resto opinan que fueron poco o nada limpias (39%).
Las posturas son encontradas entre los encuestados, de acuerdo con su identificación partidista: mientras que la gran mayoría de los priistas asegura que fue una elección limpia (90%), la mayoría de los perredistas observó una elección poco o nada limpia (73%); los panistas en su mayoría declaran que fueron limpias (59%), mientras que los independientes se encuentran divididos (49% limpias y 45% opina lo contrario).
El comportamiento de diversos personajes después del 1 de julio también fue evaluado en la encuesta. La manera en que se ha conducido Enrique Peña Nieto ha sido calificada positivamente por la mitad de la población (49%) y sólo un 28% la desaprueba. Andrés Manuel López Obrador, en cambio, recibe el mayor número de críticas: la mitad de los ciudadanos desaprueba su comportamiento postelectoral.
Piden más empleo
La mayor demanda ciudadana al próximo presidente se centra en lo económico. La ciudadanía pide darle prioridad a la creación de empleos. Al preguntar qué tema es el más importante para el desarrollo del país, un contundente 36% menciona al desempleo.
El tema de seguridad se encuentra en un lejano tercer lugar con 12 por ciento (ligeramente menor a la educación, que tiene 13 por ciento de menciones). Al poner al encuestado en la disyuntiva entre empleos y seguridad, la voz de los ciudadanos es contundente: 55 por ciento considera que se le debe dar prioridad a la generación de empleos (cinco puntos más que en agosto de 2011) mientras que 27 por ciento opta por atacar la inseguridad.
Al pasar el período electoral se observa una recuperación en la evaluación presidencial. Como mencionamos en el mes de junio, la caída que presentó se debía a la partidización de la aprobación presidencial.
Actualmente la labor del presidente Felipe Calderón es aprobada por 58%, recuperando 10 puntos de la medición hecha en junio (48%), y así volver al nivel que medimos en febrero (58%).
A pesar de esta mejoría en la aprobación presidencial, 61% demanda un cambio de rumbo gubernamental, porcentaje que es prácticamente igual al de mediciones anteriores.