Bajo la nube del volcán
Aunque fue relativamente pequeña en comparación con otras erupciones, la del volcán Eyjajallajökull en abril de 2010 en Islandia provocó graves perturbaciones, pues la columna de 9 kilómetros de cenizas se extendió por Europa y obligó a 20 países a cancelar sus operaciones aeroportuarias.
El Popo podría también afectar a la aviación comercial, aunque de manera distinta. De lo que no hay duda es que aun cuando mantenga actividad moderada, sus emanaciones pueden afectar la salud de las poblaciones aledañas en diferentes formas.
"La ceniza volcánica no es un producto de la combustión como los materiales ligeros que se desprenden al quemar leña, hojas o papel. Es una sustancia dura que no se disuelve en el agua, extremadamente abrasiva y ligeramente corrosiva", señala un reporte del Servicio Geológico de EU (US Geological Survey).
"La ceniza volcánica contiene partículas de distintos tamaños y su composición varía de un volcán a otro, aun entre las exhalaciones de un mismo coloso", señala un estudio de Octavio Narváez Porras y Fernando Cano, del Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias.
Ana Lillian Martín, vulcanóloga del Instituto de Geofísica (IGf) de la UNAM, advierte que los efectos dependen del tamaño, composición y cantidad de las cenizas, aunque en general las menores a 10 micras (milésimas de milímetro) son más dañinas para las vías respiratorias.
DAÑOS POTENCIALES "Las partículas pequeñas son inhaladas con facilidad; la mayoría se aloja en la mucosa nasal y, dada su naturaleza abrasiva, causan inflamación", anotan Narváez y Cano en su artículo Cenizas volcánicas, contaminación ambiental. Agregan que algunas llegan a las vías respiratorias bajas (pulmones) y producen síntomas como irritación de garganta, escurrimiento y obstrucción nasal, tos o flema.
"En caso de caída moderada o abundante de ceniza -explican- las personas pueden tener síntomas exacerbados. Niños y adultos mayores con asma bronquial u otras enfermedades respiratorias crónicas son considerados como grupos de alto riesgo".
Los investigadores del INER advierten que respirar cenizas volcánicas conlleva riesgos incluso para individuos sanos y que también pueden provocar problemas como daño ocular e irritación en la piel. Si un cuerpo extraño entra a los ojos puede haber desde conjuntivitis hasta abrasiones en la córnea. La caída de lluvia ácida también produce estos efectos.
OTRAS SECUELAS "En raras circunstancias, la exposición prolongada a cenizas finas puede producir enfermedades pulmonares muy serias", señala un informe conjunto del Servicio Geológico de EU, la Comisión de Ciudades y Volcanes y el Instituto de Geología y Ciencias Nucleares de Nueva Zelanda, entre otras entidades.
"Si esto ocurre se debe a que las cenizas son muy finas y contienen sílice cristalino (que produce silicosis) y las personas afectadas debieron estar expuestas a altas concentraciones por muchos años". No obstante, reconoce: "los estudios sugieren que el límite de exposición recomendado para la población general puede ser excedido durante breves periodos sin conllevar daños a la salud".
La mitad de la ceniza volcánica en México es dióxido de silcio (sílice). También posee compuestos como óxidos de aluminio, calcio, sodio, potasio, magnesio, fierro, titanio y manganeso. "Las partículas mayores caen cerca del volcán, mientras las pequeñas se distribuyen en la atmósfera y son desplazadas por los vientos", asegura Lillian Martín.
La científica del Departamento de Vulcanología del IGf advierte que estas emisiones no sólo afectan al ser humano, sino a plantas y manantiales cercanos al volcán o a otros animales como las vacas, que sufren problemas estomacales al ingerir vegetación con cenizas.
El USGS informa que la gente "rara vez es evacuada de una zona debido a que las cenizas pongan en riesgo su salud". Pero quienes tienen problemas respiratorios, señala, deben abandonar las áreas de alta exposición o abundante caída.
"Si las concentraciones de dióxido de silicio cristalino libre respirable en las cenizas exceden el límite recomendado de 50 microgramos/m3 durante un largo periodo (meses o años) el riesgo de silicosis no debe ser ignorado", puntualiza el USGS en otro informe público.
Para evitar estos peligros, añade el USGS, la estrategia básica es evitar la exposición innecesaria a las cenizas transportadas en el viento, así como utilizar una mascarilla protectora si se da el contacto con ellas, especialmente en las labores de limpieza.
Desde hace años los especialistas del INER han realizado estudios epidemiológicos sobre daños a la salud en comunidades aledañas al Popo.
En ellos han documentado aumentos temporales en la cantidad de infecciones agudas respiratorias no graves. En la población sana no han visto cambios en los índices de morbilidad y mortalidad.
También han observado que en la exposición durante periodos muy cortos (uno o pocos días) se han presentado inflamaciones en las vías respiratorias, pero al final resultaron completamente reversibles y las personas afectadas se recuperaron rápidamente y de manera total.
Por todas estas razones, los investigadores aconsejan que ante una abundante precipitación de ceniza es mejor que las personas permanezcan en lo posible dentro de sus casas y se mantengan informados sobre el curso del evento. También es recomendable dejar de ejercitarse al aire libre. vigilar a niños, ancianos y personas con afecciones respiratorias y utilizar ropa protectora, sobre todo en labores a la intemperie. Otra buena idea es cubrir con cinta adhesiva las rendijas de las puertas y ventanas.