Especialistas recomiendan aumentar el consumo de agua para evitar complicaciones de salud en esta temporada de calor. ARCHIVO
La nutrióloga adscrita a la Unidad de Medicina Familiar (UMF) 51 del IMSS en Jalisco, Alicia Martínez Gloria, recomendó a niños, personas de la tercera edad y mujeres embarazadas o lactando, incrementar su consumo diario de agua natural en esta temporada de calor.
Manifestó que son síntomas de deshidratación: el lagrimeo escaso, piel y boca secas, así como ojos hundidos.
Agregó que en los lactantes, el hundimiento en la zona de la fontanela, “coloquialmente llamada ´mollera´, suele ser también un síntoma muy sugestivo de deshidratación”.
Indicó que con la temporada de calor incrementa el riesgo de contraer diarrea, una de las principales causas de deshidratación, pero además el vómito facilita la pérdida rápida de líquidos, así como la ingesta excesiva de diuréticos como café, té y alcohol.
Destacó que el agua es un regulador térmico para el organismo, “de ahí su importancia, además de que interviene en procesos como la absorción de nutrientes, el adecuado metabolismo y el desecho celular orgánico”.
Advirtió que los niños, las personas mayores de 60 años y las mujeres embarazadas o lactando deben incrementar su consumo diario de agua natural por ser los grupos más vulnerables a sufrir deshidratación, en especial durante la temporada de estiaje.
Subrayó que según la edad es la ingesta de líquido diaria requerida para cada persona, “en menores de 10 años debe ser de un litro a litro y medio; en adultos la ingesta es de dos litros, aunque si trabajan en el exterior el consumo debe aumentarse al menos un litro más”.
“En cuanto a mujeres gestantes o en época de lactancia, la recomendación es ingerir más de dos litros de agua por día, es importante que las personas consuman agua en cuanto sientan sed, dado que esto puede considerarse un alerta de que el organismo perdió líquidos de manera acelerada”.
Indicó que las consecuencias o complicaciones que genera la pérdida excesiva de líquidos pueden variar desde la aparición de calambres, hasta la alteración en la frecuencia cardíaca, síncope (desmayo) o incluso muerte por descompensación de electrolitos en casos severos.