Legado. Jaime Labastida, director de la Academia Mexicana de la Lengua exhortó a María Luisa, viuda de Ernesto de la Peña, a trabajar en los archivos electrónicos y en los manuscritos del intelectual. (CORTESÍA)
Acompañado de sus amigos de la Academia Mexicana de la Lengua, de su esposa María Luisa y su hija Patricia, el erudito mexicano Ernesto de la Peña fue objeto del último homenaje de cuerpo presente ayer en el Palacio de Bellas Artes.
Jaime Labastida, Eduardo Lizalde, Gonzalo Celorio, Vicente Quirarte y Felipe Garrido hicieron la segunda guardia de honor para despedir al compañero y amigo con el que cada anécdota y cada discusión sobre la legua era toda una experiencia, pues a la menor provocación De la Peña les daba una cátedra sobre el tema.
En punto de las 12:00 horas, el féretro con los restos del filósofo, lingüista y políglota que estudió y conoció 33 lenguas de Oriente y Occidente, arribó al recinto donde ya lo esperaba gente de la comunidad cultural, pero también lectores y seguidores de su obra.
Mientras un cuarteto de cuerdas entonaba algunas piezas musicales para despedir al gran melómano y bibliómano, el pueblo de México le dio el último adiós al sabio, del que Eduardo Lizalde leyó un fragmento de su poema "La balada", que forma parte de su libro Palabras para el desencuentro, publicado en 2005 y en el que Ernesto de la Peña recogió la poesía que se había resistido a publicar.
Jaime Labastida, director de la Academia Mexicana de la Lengua exhortó a María Luisa, viuda de Ernesto de la Peña, a trabajar en los archivos electrónicos y en los manuscritos del intelectual para recuperar las obras inéditas del estudioso de los cuatro evangelios.
Como los grandes
En medio de sentidos aplausos fue recibido unos minutos después del mediodía en el Palacio de Bellas Artes, el féretro con los restos del intelectual mexicano Ernesto de la Peña, que ya instalados en el vestíbulo es recordado en un emotivo homenaje presidido por autoridades culturales del país. Amigos, familiares y miembros de la comunidad cultural abarrotan el lugar para despedir al hombre que con su muerte, ocurrida la víspera, puso de luto a las letras mexicanas.
La primera en tomar la palabra fue Teresa Vicencio, directora del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA); luego el director de la Academia Mexicana de la Lengua (AML), Jaime Labastida Ochoa, quien con voz entrecortada recordó no sólo al valioso intelectual, sino también al ser humano, al amigo.