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Bono de edad

Diálogo

YAMIL DARWICH

Salomón Chertorivsky, secretario de Salud, dijo que: "el país enfrenta una transición demográfica que implica el envejecimiento de su población"; y agrega: "en nuestro país, existen más de 10 millones de personas de la tercera edad y se espera que en 2040, uno de cada cuatro mexicanos será mayor de 60 años.

Sin duda, se debe a la mejoría en la calidad de vida de los mexicanos, particularmente en alimentación y salud; sin embargo, que vivamos más años, no es, en términos económicos, una noticia que alegre a los administradores públicos -los verdaderos- ya que representa un nuevo reto, difícil de enfrentar.

Silvia E. Giorguli Saucedo, investigadora del Colegio de México, afirma que: "en la historia del pensamiento sobre el vínculo entre demografía y economía se han desarrollado marcos explicativos que buscan los mecanismos a través de los cuales una influye sobre la otra" ; luego agrega: "... la experiencia de los últimos treinta años ha evidenciado que la concentración de la política de población en disminuir las tasas de fecundidad partía de un enfoque insuficiente y de supuestos ingenuos en cuanto al peso de la variable demográfica sobre el desarrollo. Por ejemplo, no se dio la prometida mejora en la situación de las familias (como lo demuestra el porcentaje de población en situación de pobreza) ni tampoco se anticiparon las consecuencias de la caída acelerada en las tasas de crecimiento poblacional".

Los especialistas, saben que la población es un recurso que influye en la economía y debe considerarse en la planeación para el desarrollo. Lo calcularon y posteriormente lo confirmaron en países del oriente, que enfrentan la grave dificultad de sostener su calidad de vida con poblaciones numerosas de viejos, quienes exigen sus derechos en seguridad, salud, alimentación y vivienda, ganados justamente con el esfuerzo y trabajo de muchos años.

México no está adecuadamente preparado para enfrentar su propio reto y el "Bono de Edad" que representó su población joven y productiva no lo aprovechó; en contrario, consumió sus inventarios de recursos, sobresaliendo el IMSS, creado con el fin de prevenir la salud e incluir la jubilación de sus agremiados. Hoy esa institución está prácticamente en quiebra y se ha declarado insolvente para enfrentar sus responsabilidades futuras.

Las investigaciones médicas avanzan a pasos agigantados y ahora sabemos que la genética tiene que ver con la longevidad; conocemos la existencia de los telómeros, cadenas de aminoácidos que conforme se duplican disminuyen su longitud, hasta impedir su reproducción y provocar el envejecimiento. También se investigan proteínas como las sirtuinas, que limitan la oxidación -literalmente consumirse- de las células, la curcumina o la tioflavina T, que igual participan en la reducción del consumo celular, siendo potentes oxidorreductores.

La alimentación y acceso a sistemas de salud, son otros fuertes componentes para alargar la vida. En términos simples: los pronósticos de longevidad se amplían y tendremos, además, vidas largas con buena salud y oportunidad para disfrutar la vejez.

El aspecto delicado de las buenas noticias, está en los efectos sociales que generamos los viejos con nuestra presencia en las sociedades actuales. Se hacen muchas preguntas y cuestionamientos al respecto, entre ellos: ¿qué va a pasar en el plano de orden social, cuando los mayores influyamos en las normas de convivencia, incluidas leyes nacionales, estatales y municipales?

Hoy día, ya tenemos diferencias de opinión en relación a permisos de apertura de bares y salones nocturnos; sobre horarios y permisos de venta de alcoholes; usos y costumbres sociales, etc.

Ya existen llamadas de atención en relación a la influencia de la presencia de los mayores con buena salud en la organización de las familias y su vida cotidiana. Los abuelos somos más frecuentes y tener bisabuelo ya no es tan extraño; nuestra influencia en temas de educación y autoridad, tampoco han sido suficientemente estudiados y pueden influir el ordenamiento de los hogares, establecido hasta ahora.

El tema laboral es igualmente complicado: sin duda, la presencia de los sesentones, con buena salud y mucha experiencia, somos verdadero "cuello de botella" en el ascenso de jóvenes en empresas e instituciones. Actualmente, edades mayores a los sesenta años, ya no representan senilidad, incapacidades o limitaciones físicas para desempeñar empleos.

Tome en cuenta el desarrollo de nuevos medicamentos, particularmente en el campo de la sexualidad, que han "reactivado" a los mayores hasta ponerlos en competencia con los menores, a quienes aventajan en prudencia por su edad, experiencia, serenidad, muchos en "mañas" y hasta económicamente, hecho que empiezan a generar rompimientos sentimentales y hasta descomposición familiar de parejas de jóvenes.

Y en todos estos temas, tampoco nos estamos preparando.

Sn embargo, el lado positivo es más fuerte que el negativo; vivir más y con calidad de vida siempre será buena noticia, aunque no está por demás preveer el futuro. ¿Qué piensa?

ydarwich@ual.mx

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