La reciente encuesta del periódico Reforma ratifica la ventaja del candidato priista Enrique Peña Nieto sobre sus tres adversarios, pero sin la contundencia de otros sondeos de opinión.
Los resultados de la investigación realizada en este mes de abril revelan que tanto Peña Nieto como Josefina Vázquez Mota del PAN cayeron tres puntos en sus preferencias en el lapso de un mes mientras que Andrés Manuel López Obrador del PRD subió cinco puntos y Gabriel Quadri del Panal un punto.
El priista alcanzó 42 por ciento de las preferencias en abril contra el 45% de marzo; la panista registró 29 por ciento de las simpatías contra el 32% del mes anterior; en tanto López Obrador subió de un 22 al 27 por ciento y a su vez Quadri creció en las simpatías del uno al dos por ciento.
Quizá la encuesta de Reforma no sea la más perfecta, pero hay que reconocer que es una de las más serias y confiables por la experiencia de más de veinte años que tiene este grupo editorial en el levantamiento de estudios de opinión.
Además del súbito crecimiento de cinco puntos por parte del candidato perredista, llama la atención que la caída en las simpatías en esta campaña presidencial no ha sido únicamente en el bando de Josefina Vázquez Mota como tanto se ha difundido, sino también en la cuadra priista en donde supuestamente el candidato Peña Nieto venía apabullando a sus contendientes.
El derrumbe de tres puntos de la aspirante presidencial panista se entiende por los yerros y desorganización que privó en su campaña en las últimas semanas. Pero no existe una explicación precisa por la caída del candidato tricolor cuando supuestamente sus giras, discursos, spots y en general su estrategia de mercadotecnia han sido exitosas.
Estos resultados pueden conducirnos a distintos escenarios hipotéticos. Como todos sabemos las encuestas representan un retrato de la realidad en un determinado momento y con una muestra limitada de ciudadanos.
La encuesta real, definitiva y confiable se realizará el día de la elección oficial cuando cada votante depositará su sufragio de manera secreta, es decir sin figuraciones ni ilusiones.
Un primer escenario probable sería concluir que Peña Nieto alcanzará un triunfo holgado con segundo lugar muy peleado entre los aspirantes del PAN y el PRD.
Un segundo escenario, menos probable, pero tampoco imposible, sería plantear un final cerrado, el clásico empate técnico, en caso que las preferencias electorales hacia Peña Nieto se reduzcan de cinco a siete puntos por errores o circunstancias políticas y al mismo tiempo Josefina o Andrés Manuel incrementen sus simpatías en una proporción similar.
Si Peña Nieto y Vázquez Mota cayeron tres puntos en tanto López Obrador avanzó cinco puntos en apenas 30 días, ¿por qué descartar la posibilidad de un virtual empate cuando todavía faltan dos meses para la elección y actividades clave como los debates por televisión?
Recordarán que el famoso "hoy, hoy, hoy" que hizo famoso a Vicente Fox y prácticamente le dio el triunfo en el año 2000, surgió de un debate que fue boicoteado por el resto de los candidatos.
Un tercer escenario, sin duda el más improbable, sería que el PAN y el PRD terminen por aliarse en una decisión desesperada con miras a evitar que el PRI regrese a gobernar el país.
Ni técnicamente ni legalmente sería viable hacerlo a través de una alianza formal, pero podría darse el caso que los partidos acuerden favorecer a uno de los dos candidatos y así lo hagan saber a sus militantes y simpatizantes.
El efecto de esta decisión podría ser contraproducente y ocasionar una desbandada en el PAN y el PRD, pero sin olvidar que al menos en elecciones locales se han realizado alianzas exitosas entre estos partidos.
Habría que ver la cara que pondrían los priistas si esta idea llega a concretarse en un intento por obtener el poder a través de una especie de gobierno de coalición. Al final del día en México puede suceder hasta lo más inverosímil como lo hemos visto en los últimos veinte años.
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