En estos días son varios los temas a tratar y saltan a la mente uno tras otro, por eso uso este título de: "Cajón de sastre", donde todo cabe tratando de no dejar fuera ninguno.
Por principio de cuentas comienza abril, que es el mes del niño y yo me solazo viendo a los pequeños, en qué forma tan maravillosa pasan sus días.
Concretamente veo y disfruto a mi sobrina nieta Sofía, quien tiene una sonrisa permanente tatuada en su cara. Esa niña nunca deja de reír. Juega, brinca, salta, corre, come todo lo que encuentra a su paso, pero siempre sonriendo; es la representación viva de la felicidad.
La observo y pienso en aquel antiguo y conocido poema de Manuel Benítez Carrasco: "Romancillo del niño que todo lo quería ser".
En uno de sus párrafos dice: "El niño quiso ser hombre, comenzó a ponerse años… le estaban tan mal los años, que ya no quiso ser hombre". Y termina diciendo: "Y una mañana, al volver, a su placeta de niño, el hombre quiso ser niño…Pero ya no pudo ser".
Cuando somos niños queremos crecer, poder alcanzar todas las cosas que la estatura no nos permite. Y cuando logramos esa estatura y los años pasan, queremos volver sólo a jugar sin más obligaciones que vivir, sólo vivir. Pero para entonces, la vida ya se adueñó de nosotros y no hay forma de volver a aquellos años felices.
Tardíamente me enteré del fallecimiento de mi buen amigo Régulo Esquivel. Tenía tiempo de no verlo, pero siempre he guardado y guardaré muy buenos recuerdos de él. Sobre todo del tiempo en que nos tratamos con frecuencia, cuando él era director de Noticias y yo andaba torpemente en campaña para la diputación local. Su amistad y consejos me fueron muy útiles en tiempos en que andaba yo como ratón en laberinto. Desde este espacio le mando mis condolencias a su familia y les deseo pronta resignación. Porque los seres que queremos no se van del todo mientras los recordamos.
ADDENDA III
Me deleito escuchando el último disco de Serrat y Sabina: "La orquesta del Titanic". El desenfado y su forma burlona de escribir las letras que tiene Sabina, siempre me ha gustado y en cierta forma me identifico con ellas.
En una de esas canciones, que se llama: "Quince o veinte copas", Sabina dice: "Decidí envejecer, cuando vuelvo a beber, ya no se hace de noche". E invariablemente recordé cuando en las reuniones semanales con los amigos pasábamos de la comida a la cena sin darnos cuenta de a qué horas se había hecho de noche. La señal de que esas reuniones se iban a prolongar era muy simple: En el momento en que Luis y Javier decidían pedir coñac, la cosa pintaba mal. Pero así éramos felices; mas ahora, para la seis de la tarde nos gana el cansancio y buscamos la forma de dar por terminada la reunión para ir a descansar a casa. En efecto, ahora cuando bebemos "ya no se hace de noche".
ADDENDA IV
Mi estimado amigo Jorge Silva se reivindicó esta semana y volvió a nuestras reuniones habituales, expresando un "mea culpa", por el exceso de trabajo que tiene y que le reduce significativamente sus compromisos sociales. Habrá que decirle al obispo don José Guadalupe, que no le cargue tanto la mano, porque habemos muchas ovejas descarriadas que necesitamos atención especial y son pocos los sacerdotes que se prestan a atender a estas almas casi perdidas.
ADDENDA V
Ya arrancaron las campañas políticas y pronto los espacios televisivos y noticiosos se llenaran de mansajes insulsos. Esperamos que los candidatos se aboquen a formular propuestas concretas y viables y no se enfrasquen en descalificaciones que sólo alimentan el morbo, pero carecen de sustancia para un país ávido de soluciones a sus ingentes problemas.
Por lo demás: "Hasta que nos volvamos a encontrar que Dios te guarde en la palma de Su mano".