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Cambio de sexenio

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Sergio Sarmiento

Un sexenio parece infinito al empezar y sólo un breve suspiro al concluir. No hay reformas ni acciones de gobierno que parezcan fuera del alcance de un presidente cuando éste contempla un horizonte de seis años para llevarlas a cabo. Pero por un extraño fenómeno de la física histórica, esos mismos seis años se antojan muy cortos cuando se observan momentos antes de la conclusión de un mandato.

Felipe Calderón prometió ser el presidente del empleo, pero terminó siendo el de la guerra contra las drogas. No es que no se hayan creado puestos de trabajo en sus años de gobierno, poco más de dos millones, pero esto es menos de 340 mil al año, mucho menos del aumento de la población en edad laboral que crece a un ritmo de dos millones de personas al año.

En buena medida este resultado decepcionante fue consecuencia del desplome de 6.5 por ciento en la economía nacional en 2009, producto de factores externos como la crisis internacional y la epidemia de influenza. Pero no ha habido gobierno que no enfrente alguna u otra circunstancia negativa externa.

La mayor parte del esfuerzo gubernamental de este sexenio, sin embargo, la dedicó el presidente Calderón a combatir a las bandas de narcotraficantes. Este era un tema que traía a colación una y otra vez en reuniones públicas y privadas. De hecho, al final de su sexenio ha enfatizado que su gobierno ha detenido o ‘abatido’, esto es, matado, a 25 de los 37 delincuentes más buscados.

El éxito contra los capos, sin embargo, no se tradujo en una disminución sino en un aumento de la violencia. El índice de homicidios dolosos se triplicó entre 2007 y 2011. Lo peor de todo es que el consumo de drogas en México, de apenas 1.5 por ciento de la población entre 14 y 65 años en 2011, es muy pequeño. Todo el esfuerzo y el sacrificio que hemos hecho los mexicanos ha buscado beneficiar a Estados Unidos, país que sí tiene un problema serio de consumo de drogas.

Los retos del nuevo gobierno de Enrique Peña Nieto serán muy importantes. El presidente electo ha dicho que continuará la lucha contra el crimen organizado, pero que dará mayor importancia a los crímenes que más agravian a los mexicanos, como el homicidio, el secuestro y la extorsión. También ha señalado que hará una reestructuración de fondo de las policías federales.

Los objetivos más importantes de Peña Nieto, no obstante, tienen que ver con la situación económica. La reforma laboral, impulsada por Calderón pero que fue apoyada también por el presidente electo, ha buscado quitar obstáculos importantes a la creación de nuevos empleos en el país. Faltan igualmente muchas otras reformas, desde una que toque el sistema fiscal a otras que cubran la energía, donde Peña Nieto ha dicho que buscará una apertura similar a la que realizó Brasil con buen éxito, y la lucha contra la corrupción.

Ya hay un juicio generalizado sobre el sexenio de Felipe Calderón: usted, que me lee, seguramente tiene el suyo formado desde hace tiempo. Al presidente electo hay que darle por lo menos el beneficio de la duda. La historia nos demuestra que los presidentes son unos cuando están en campaña y otros muy distintos cuando tienen la posibilidad de tomar decisiones. A Peña Nieto habrá que juzgarlo por lo que haga como presidente y no por lo que ha dicho como candidato... o lo que han dicho de él sus enemigos.

Twitter: @SergioSarmient4

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