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Cartagena, al ritmo de la rumba de Hillary

GENARO LOZANO

La VI Cumbre de las Américas fue un fracaso para empujar los temas que a los latinoamericanos interesaban más: la incorporación de Cuba en el diálogo hemisférico, el debate sobre la despenalización de las drogas y el cobijar a Argentina en su pugna con Gran Bretaña por las Malvinas y un reflejo de que las discusiones en el Continente siguen rumbeando al ritmo de Estados Unidos, si no pregúntenle a Hillary Clinton.

Los encuentros hemisféricos de las Cumbres de las Américas están por cumplir 18 años desde que se realizara el primero en Miami, en diciembre de 1994. A lo largo de estos años, la temática de este foros ha ido ajustándose al contexto del momento. Durante los noventa, el libre comercio y el intento empujado por Bush padre y luego por Bill Clinton de crear un Área de Libre Comercio para las Américas (ALCA) dominaron el espíritu de las reuniones.

Después del interés por el libre comercio, vino la preocupación por los temas de la democracia. Las encuestas de Latinobarómetro que cada año revelan el apoyo de los latinoamericanos a la democracia fueron un tema recurrente entre los convocados entre fines de los noventa e inicios del nuevo milenio. Los atentados del 11 se septiembre contra Estados Unidos secuestraron los temas de la agenda multilateral estadounidense y esto también se reflejó en las Cumbres de las Américas en las que participó George W. Bush. Hoy, la violencia producida por el narcotráfico desde México hasta Bolivia, inyectó el debate en torno a las drogas en la cumbre como nunca antes, pero sin mayores consensos.

El contexto electoral que vive Estados Unidos impidió que Obama y su equipo se relajaran como sí lo ha hecho en otros encuentros multilaterales. Para la reunión en Cartagena era prácticamente imposible que Obama anunciara que está a favor de que Cuba participe en estos encuentros y mucho menos que anunciara una apertura de su gobierno para discutir a profundidad la propuesta de Otto Pérez, el presidente guatemalteco, en torno al tema de la despenalización de las drogas.

Obama no podía llegar a Cartagena abriendo esa discusión, sin después regresar a Washington a enfrentar a Mitt Romney y a todos los sectores del electorado estadounidense que apoyan la política prohibicionista en torno a las drogas. Al respecto, el académico colombiano Francisco Thoumi publica un ensayo muy esclarecedor en el más reciente número de la revista Foreign Affairs Latinoamérica, edición por cierto dedicada a Colombia y su nueva imagen internacional.

En efecto, aunque en los últimos años se ha construido un consenso importante en torno a que Cuba debe integrarse de manera efectiva a las instituciones multilaterales hemisféricas, obviando el tema de los derechos humanos en la isla, cualquier decisión de que esto sea realidad pasa por Miami y por Washington DC. El ultimátum de que no habrá otra Cumbre de las Américas sin Cuba parece poco creíble. Si Obama gana la reelección este año, como parece será el caso, para 2015 se abre una ventana de oportunidad para que Cuba participe en el encuentro a realizarse en Panamá. De lo contrario, sólo un verdadero relevo político en La Habana garantizaría la entrada cubana a este foro.

Con respecto a las drogas ocurre la misma historia. En los últimos años ha aumentado la idea de que los latinoamericanos deben poner todas las cartas sobre la mesa, incluida la flexibilización del régimen internacional del control de drogas, es decir la regulación del mercado de las drogas.

Colombia ha sido desde mediados de los años noventa el caso más estudiado. De una lucha frontal contra el narcotráfico, iniciada a mediados de los ochenta, se pasó a un esquema de combate bilateral asistido por Estados Unidos bajo el Plan Colombia. Hoy, en la Comisión Latinoamericana sobre Drogas y Democracia, el expresidente César Gaviria impulsa, junto a dos expresidentes de México y de Brasil, el debate hacia la despenalización.

De Cartagena la sorpresa fue Juan Manuel Santos, el actual presiente colombiano que heredó la política antidrogas de Álvaro Uribe, pero que ha empezado ya a señalar un cambio discursivo. Como anfitrión del encuentro, Santos volvió a mandar un guiño a quienes promueven el camino de la legalización de las drogas al mostrar nuevamente una apertura que su predecesor no tuvo. En esa ecuación, si la presidenta brasileña y la persona que ocupe la presidencia de México el próximo diciembre se suman a Santos, Estados Unidos acudiría a la cumbre de Panamá en 2015 siendo el líder del hemisferio con una posición minoritaria.

En la Cartagena que inspira rumba, el baile de Hillary Clinton y de la diplomacia estadounidense volvió a coreografiar la discusión hemisférica.

Politólogo e Internacionalista

Twitter @genarolozano

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