Viven abusos. Denuncian estudiantes en Morelia que fueron tratados como delincuentos.
Llegar a su cama, José tiene que escalar una litera de seis pisos. En su pequeño rincón acomoda libros, cuadernos y ropa. Alguien con miedo a las alturas no podría vivir aquí. Pero él y cerca de 80 estudiantes deben hacerlo. "Las condiciones no son las mejores, pero la necesidad hace que lo soportes", dice José.
La bodega-dormitorio es uno de los espacios de la casa del estudiante Lucio Cabañas, un albergue que, antes del operativo del 28 de abril, tenía cerca de 400 moradores.
El operativo recordó a muchos el año de 1966, cuando el gobernador Agustín Arriaga metió al Ejército a la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo (UMSNH) y cerró estas casas, las cuales volvieron a existir en 1968, cuando jóvenes tomaron edificios y los convirtieron en albergues para estudiantes de bajos recursos.
El académico Rogelio Raya participó en esas tomas; fue morador de la Nicolaita. Recuerda que durante varias décadas, estas casas se caracterizaron por solidarizarse con movimientos de obreros, transportistas y campesinos. En total, la UMSNH reconoce la existencia de 35 casas, a las que se les destinan 140 millones de pesos al año y atienden a unos cinco mil moradores.
"Las casas se convirtieron en algo muy costoso para el gobierno del estado y la universidad, y no por la atención a los estudiantes, sino por el control político que las mismas autoridades crearon y fomentaron", dice Joel Caro Ruiz, abogado y ex morador.
OPINIÓN DE ACADÉMICOS
Académicos y ex moradores coinciden en que las casas sólo se han visto como botín político por partidos, gobiernos en turno y autoridades universitarias.
Los actuales ocupantes se preguntan cómo se gastan los recursos que se destinan a los albergues, porque "ese dinero no se refleja en las casas. Hemos visto que hay corrupción de las autoridades universitarias y de moradores que manejan los recursos", comentan estudiantes que no dan su nombre por temor a represalias.
"La situación en las casas del estudiante ha sido tolerada, impulsada y permitida por las autoridades universitarias", dice Dahir Cruz, de la Sociedad de ex alumnos Nicolaitas.
En entrevista, Salvador Jara, rector de la UMSNH, reconoce que las casas son "un problema añejo que nunca se ha revisado". Asegura que existe una comisión que realiza una auditoría para transparentar los recursos de la universidad -la cual tiene un déficit de más de 350 millones de pesos-, entre ellos los destinados a los albergues.