Evento sagrado. La fiesta de la danza en honor al 'Señor de los Rayos' de Temastián, Jalisco, se realiza cada año, se celebra con bailes y la colocación de altares en la calle Cepeda frente al edificio Arocena.
Plumas, copal y tambores llamaron la atención de los ciudadanos del Centro de la ciudad durante este domingo, se trataba de un evento sagrado donde las danzas aztecas de La Laguna agradecieron a su santo patrón por un año más de trabajo.
Desde las 11 de la mañana los más de cuarenta bailarines ataviados con motivos prehispánicos comenzaron a bendecir la calle Cepeda frente al edificio Arocena de Torreón, este es un punto sagrado para los grupos de danza Axayácatl y Tlahuizcalpantecuhtli.
Justo en el centro del andador peatonal se armó un altar con flores, cruces y copas donde se quemó copal para iniciar con el retumbar de varios tambores de cuero, esa fue la señal que de forma automática inició el baile de los "aztecas".
"Estamos haciendo una festividad para el patrón de nuestras danzas, es el Señor de los Rayos que es adorado en Temastián, Jalisco,... lo hacemos en este lugar porque es nuestro sitio de inicio, aquí practicamos nuestros pasos y por lo tanto lo consideramos sagrado", indica Sandra Luz Hernández coordinadora del grupo de danza Axayácatl.
Los inusuales sonidos comienzan inmediatamente a llamar la atención de los caminantes y comerciantes del sitio, quienes salen de sus sitios de trabajo para observar a tan sólo unos metros estas procesiones con raíces milenarias.
RITUAL DE TRADICIÓN
Dentro de los grupos de danza los líderes llevan los tocados o penachos más coloridos y con mayor cantidad de plumas, estos miembros marcan el paso en círculos pequeños para el resto de los bailarines que los acompañan en círculos más grandes.
El ritual es tan importante para estos danzantes que no se encuentra permitido el paso en el interior de ningún círculo, de esta forma las personas deben esperar hasta que se realicen pausas breves para poder cruzar de un lado de la calle a otro.
"Tenemos diferentes actividades, la mayoría son estudiantes, otros somos comerciantes o empleados... todos somos personas con vidas regulares, pero hoy todo es diferente, es una fiesta total", dice con alegría Sandra Luz Hernández.
Después de tres horas y media de baile bajo los rayos del sol y el intenso calor se concluyó esta procesión sagrada, el sonar de un caracol y el redoble de los tambores anunciaron que los bailarines debían dejar de moverse para inclinarse ante el altar.
Un poco de humo y gritos de los danzantes terminan de nueva cuenta esta fiesta de agradecimiento. Se ha cumplido un año más de satisfacciones para los grupos aztecas y esperan continuar con mejor perspectiva para el futuro.
"Esto es una tradición que nosotros tenemos muy arraigada, de hecho ahorita acabando vamos a seguirle en nuestras casas hasta las ocho de la noche... algunas ocasiones acabamos hasta las cinco de la mañana", dice Hernández.