Al momento en que te escribo estas líneas, querido lector, faltarán unas cuantas horas para que terminen las campañas y comience la veda electoral. Por fin, me dirás, llega el merecido tiempo de reflexión y silencio tras semanas en medio del huracán político y los vendavales que, para bien o para mal, son inherentes en cualquier sistema democrático. Fueron meses álgidos e intensos cuya culminación impostergable tiene verificativo este domingo primero de julio. Ese día tú y yo tenemos una cita con la historia, con el país y su futuro, con el México que creemos merecernos, con el sueño de otra realidad más justa, más equitativa, más halagüeña. Te invito a acudir a las urnas, te invito a que seas partícipe de esta fiesta cívica que muchos descalabros y tropiezos nos ha costado, pero que bien vale la pena. Pocos afrodisíacos tan maravillosos como la libertad; respirarla y defenderla a ultranza.
Te convido a que, en un sentido homenaje y reconocimiento a todos aquellos patriotas cuya lucha solidificó al México democrático donde la voz ciudadana hoy es escuchada, el domingo votes. Vivir en un país de libertades implica derechos, pero también responsabilidades. Hazlo por quien quieras, hazlo con entera libertad, sin inhibiciones ni presión de ninguna especie y a partir de los dictámenes de tu conciencia, de lo que te diga el corazón, la intuición, el raciocinio y lo más profundo de tu inteligencia, de lo que persigues como legado para las generaciones venideras. No será una decisión fácil; es demasiado lo que está en juego, como pocas veces en la historia moderna somos testigos de un país convulso, violento, desigual y perfectible. En tanto, los tiempos aciagos y a veces inciertos reclaman tu compromiso irrenunciable con México y su circunstancia. En ti ciudadano, comienza la patria.
Ojalá entendamos que ningún gobernante, por más bien intencionado que resulte, será el motor que cambie al país ni sustentemos nuestras expectativas y confianza en las capacidades de una sola persona o gobierno; creo que ello nos ha salido muy caro, ahí el causal de las desgracias colectivas y las inercias históricas que pesan como lápida. Hagamos, desde las trincheras de la sociedad civil y a partir del talento que reside en cada uno de nosotros, la parte que nos corresponde. Temo decepcionarte si crees que cualquiera de los cuatro suspirantes a la Presidencia de la República será el artífice de lo que hoy queremos y perseguimos. Pensar así supone un error, un craso error.
Del mismo modo, no me incluyo entre los pesimistas y quienes suponen que México no registra avances significativos en los últimos años y que todo marcha mal, por la senda equivocada. Desestimar al actual Gobierno en su conjunto -y a los anteriores, cabe aclarar- obedece a una visión obtusa de la realidad que no comparto bajo el entendido de que el análisis coyuntural no debe basarse a partir del blanco y el negro, sino desde los matices. Dijo un hombre sabio hace mucho tiempo: "para la historia, que ésta se escribe a largo plazo".
Espero de mi próximo Presidente de la República, demando y exijo de la clase política en su conjunto, un pacto de civilidad, sensatez y el entendido de que el nivel de polarización, encono y las ansias porque el contrario fracase -característicos en buena parte de nuestros funcionarios y representantes- tiene sumido a México en una parálisis que, para la gran mayoría, es motivo de preocupación. Porque el futuro, señores, no perdona y ustedes siguen postergando la toma de decisiones como si el mañana fuese inexistente, apostándole al triunfo de la mediocridad y nosotros como ciudadanos, sencillamente observamos con horror e incredulidad, esperando muy poco de ustedes. Ojalá y de cara al mañana y por el bien del país, de los políticos veamos un giro. Los de hoy están rebasados…
A cuatro días de los comicios nada está escrito y aún seremos testigos de un buen número de sorpresas. Apelo al voto razonado, a una jornada pacífica que esté sustentada en el respeto al prójimo, a la diversidad de ideologías, a una sociedad plural e incluyente. Ante todo, te pido confianza en nuestras instituciones democráticas y que aunque quien resulte vencedor de la contienda no sea tu candidato, aceptes el resultado. En democracia se gana y se pierde. México es más grande que sus gobernantes, a México le va a ir bien; de ello estoy seguro.
Que el optimismo y la esperanza sean lo último que muera.
Twitter @patoloquasto
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