María Isabel Anita Carmen de Jesús Vargas Lizano, "Chavela Vargas", costarricense de nacimiento y mexicana por elección, nació en 1919.
Llegó a México, a los 17 años de edad, buscando encontrarse a ella misma; hija de padres divorciados, quienes la dejaron en custodia con unos tíos, situación que seguramente afectó en su estado anímico, además de padecer poliomielitis. Sin ser considerada una belleza, era atractiva, tal vez por su naturalidad, que hasta su muerte la hizo peculiar.
Por esas épocas empezaba a explorar su homosexualidad que, no pocas veces, le generó rechazo de una sociedad conservadora de la primera mitad del siglo anterior.
Luego de recorrer las calles del Distrito Federal, buscando ganarse unas monedas cantando, fue descubierta por José Alfredo Jiménez, que la apoyó hasta alcanzar la fama, identificándose por cantar melodías que eran entonadas por hombres, caso de "Volver, volver" o "Macorina", verdaderos éxitos musicales.
Tuvieron que pasar muchos años, hasta que en los ochenta, en su tierra natal, aceptara sus tendencias lésbicas. Para entonces, gozaba de reputación como cantante de gran sentimiento y, además, era conocida por su alcoholismo y rebeldía a las imposiciones de todo tipo: "voy a vivir como yo quiera y hasta en mi entierro me voy a divertir", aseguraba decididamente dando muestra de su carácter, con aprobación de sus seguidores.
El seis de agosto murió y desde días antes, en su estado agónico, acaparó la atención de los medios de comunicación; según algunas personas cercanas, no permitió que nadie decidiera sobre su salud y tratamiento, que siempre fue autorizado por ella.
Fue homenajeada como los grandes mexicanos, en el Palacio de Bellas Artes, a donde acudieron personalidades de medio artístico y público en general a darle el último adiós, ante la crítica negativa de algunos pensadores mexicanos que consideran excesivo el trato y la presencia de sus restos en tal lugar, ocupado la última vez, durante la ceremonia luctuosa con los restos del escritor Carlos Fuentes.
Habría que cuestionarnos los porqués del reconocimiento y atención a su persona; sin ser una voz privilegiada, sólo suficientemente entonada y con su eterno gabán rojo, tuvo el suficiente valor artístico para que fuera aceptada.
Sin duda hay algo más, quizá el hecho de haber sido valiente para "salir del clóset", cuando en Latinoamérica, la homosexualidad era causa de fuerte agresión social, misma que repetidamente padeció; tal vez por su fuerza de voluntad para encarar todas las dificultades, sin vencerse y comúnmente salir airosa; sin apoyo de las grandes cadenas comunicadoras, no fue impedimento para alcanzar el reconocimiento de grandes personalidades de medio artístico internacional, incluidos Elizabeth Taylor, Eddie Fisher, Ava Gardner, Rock Hudson y artistas como Diego Rivera y Frida Kahlo, con quien se dijo tuvo una relación profunda. Todo lo anterior, la transformó en un ícono a imitar por muchos atrapados en la esclavitud de los tiempos modernos, entre ellos, los humanos pertenecientes a grupos minoritarios, caso de aquellos con gustos sexuales preferenciales diferentes.
Otro factor que seguramente ha influido en su reconocimiento, más allá de sus capacidades de interpretación histriónica de la música mexicana, fue su inamovible lucha por su libertad individual, ejemplo para muchos de nosotros, amordazados por los usos y las costumbres sociales o por la dependencia material, quienes le reconocemos y envidiamos, tomándola como ejemplo, aún con sus debilidades humanas.
El precio de esa individualidad, que ahora recibe el reconocimiento, fue el alcoholismo en que se refugió y el rechazo de sectores sociales conservadores, que le reprochaban su actitud hacia la sexualidad. Su respuesta fue ignorar los ataques.
Ser libre, sin duda significa la renunciación a otras muchas alternativas, aunque debo agregar que el mal a sí mismo o dañar a otras personas no encaja con el concepto de libertad.
Chavela Vargas lo logró, tal vez esa sea su mayor virtud, aún con sus casos de libertinaje, enseñanza que le deja a los latinoamericanos, incluidos los españoles, que en alguno de sus conciertos en el viejo continente, ovacionándola le llegaron a gritar: "viva tú".
Aún y todo, nunca aceptó imposiciones ni permitió que otros decidieran por ella; al enfermar, luego de un viaje a España, comentó: "Yo sabía perfectamente bien cuáles eran los costos y claro que valió la pena. Le dije adiós a Federico, les dije adiós a mis amigos y le dije adiós a España. Y ahora vengo a morir a mi país."
Cuentan que a morir José Alfredo Jiménez, Chavela llegó al sepelio completamente alcoholizada y llorando perdió el equilibrio y cayó. Al tratar de contenerla algunos de los presentes, la viuda les dijo: "Déjenla, que está sufriendo tanto como yo".
Para las nuevas generaciones tal vez su arte no tuvo méritos, pero su defensa de la libertad, aun con sus errores humanos, es un ejemplo a recordar. ¿Qué opina?
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