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Chismorrear

Diálogo

YAMIL DARWICH

Chismorrear o chismear, son calificativos de una de las actividades humanas más frecuentes en el medio social.

Es parte de nuestros procesos de comunicación, que los poseemos para lograr relacionarnos; nos permiten permanecer ligados en sociedades, grupos especializados por profesión o de gustos afines, asociaciones y organizaciones muy variadas.

Contarle a la comadre los sucesos del barrio o la colonia; recibir al esposo con información de los amigos, comunicado que deberá ser escuchado atentamente si es que se quiere comer en paz; o comentar entre varones sobre las deficiencias intelectuales o sexuales de los compañeros de trabajo y/o camaradas, son temas reiterados en cafeterías y bares de las ciudades. Le garantizo que de no ser así, los comercios de esos giros quebrarían ante la sensible baja de consumo, aunque se incrementaría la productividad laboral.

El chisme es un medio de comunicar y/o dañar al prójimo; en algunas veces, la mejor manera de enterarse de lo próximo a acontecer y, en la mayoría de los casos, recibir información distorsionada, que nos puede llevar a cometer errores en la toma de decisiones. Baste con recordar las compras de pánico que se han desatado por esos cotilleos y rumores infundados.

El diccionario de La Lengua Española, define la palabra como: traer y llevar chismes -noticias-, y son sinónimos: chismear, chismorrear, cotillear, o murmurar. Siendo así, debemos reconocer que, hacerlo, forma parte del proceso efectivo de comunicación humana y en este momento usted y yo estamos chismeando en forma escrita, aún cuando no "comamos prójimo", que es otra de las particularidades que se le asignan.

En un artículo de divulgación científica, descubrí que chismorrear podría ser bueno para la salud.

La comadre que deja recargada la escoba en la pared del frente de su casa y que, en estos tiempos de bajas temperaturas matinales se "enreda" el rebozo o la bufanda para, con comodidad y protegida de las inclemencias del tiempo, comentarle a la vecina o amiga el tema que trae en mente desde la noche anterior, tal vez esté desahogando presiones emocionales y hasta descargando ira, que de no darle salida de su interior psíquico, pudiera llevarle a crear o mal manejar situaciones de mayor conflicto.

En tal texto leí que: "Ese es el hallazgo de un estudio de la Universidad de California, en Berkeley, que incluyó cuatro experimentos con cientos de voluntarios. Los chismes tienen una mala reputación, pero hallamos evidencia de que tienen un papel crítico en el mantenimiento del orden social", afirma el coautor del estudio y psicólogo social Robb Willer.

Según ellos: "decirle a los demás que se ha visto a alguien comportarse mal, podría hacer que la persona se sienta mejor".

Sin duda que, todos, en algún momento de nuestra vida, hemos utilizado el método terapéutico para desahogarnos; piense en el compañero de trabajo quien, ante su ineficiencia, se queja amargamente de la sanción impuesta por el patrón, comparándose de inmediato con otro colaborador, comúnmente aquel con el que tiene mala relación y/o compite por un ascenso; o ese que esgrime justificaciones y autodefensa por su última borrachera y afecta la reputación del compadre que, según su criterio, es alcohólico y "¡ni le dice nada su vieja!".

Para situaciones como las antes escritas, los investigadores afirman que: "propagar la información sobre la persona a quien habían visto comportarse mal, tendía a hacer que la gente se sintiera mejor, a calmar la frustración que les impulsó a chismear".

También hallaron que chismorrear puede ser terapéutico: "las tasas cardiacas de los participantes del estudio, aumentaron cuando observaron a alguien comportarse mal, pero el aumento fue moderado cuando pudieron contarles a los demás lo que habían visto".

Dicho de otra manera, aplicado a nuestros usos y costumbres, ver la paja en el ojo ajeno ayuda a liberar tensión, hacer autoanálisis y catarsis; en el camino: "auto-terapiarse", a fin de mejorar el estado de salud y ánimo.

También escribe en el comunicado de prensa, el autor líder del estudio y psicólogo social Matthew Feinberg: "No debemos sentirnos culpables de chismear si el chisme ayuda a evitar que alguien se aproveche de los demás".

Sin embargo, hacerlo, en muchos de los casos, conlleva daño moral y social para otras personas, aunque al final de cuentas, es una manera ilícita de cuidar nuestra salud integral.

Seguramente leerán este "Diálogo" algunos compañeros de trabajo y amigos de cafetería, entre ellos Irene Rojas, maestra de la UAL, apasionada del cotilleo y el café; ella, con la habilidad particular que posee, hace la comunicación más interesante. O mi amigo Juanito Ruiz, quien se angustia por no conocer los chismes, particularmente de artistas y políticos, pero ¡qué caray!, comunicarnos es parte fundamental de nuestro ser, como humanos caracterizados por la necesidad de practicar el gregarismo. ¿Conoce a algún chismoso?

Ydarwich@ual.mx

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