Cinco maneras de cuidar tu cerebro
El cerebro es el órgano más complejo y sorprendente que se conoce. Su funcionamiento nos permite vincularnos con el medio ambiente, responder a nuestras motivaciones internas, y a partir de esa dinámica construir la realidad en que vivimos. Dada su relevancia es esencial averiguar qué podemos hacer para fortalecerlo.
Conforme la longevidad de los seres humanos ha ido incrementando gracias a los descubrimientos y avances en la ciencia médica, la salud se ha convertido en un área de gran interés para la mayoría de las personas, especialmente para los adultos jóvenes y también para aquellos individuos que se aproximan a etapas en las cuales la calidad de vida empieza a declinar por el desgaste natural de la edad.
En el mismo contexto, cada vez es más frecuente escuchar y leer sobre resultados de investigaciones en donde se afirma que el bienestar depende de la adopción de ciertas medidas que contribuyan al cuidado y a la conservación del cuerpo. Se nos sugiere ver nuestros hábitos como una inversión tanto para la vida presente como para la futura. Así, quienes desean mantenerse sin sobrepeso o fortalecer sus músculos, vigilan lo que comen y realizan rutinas de ejercicio; los que desean arterias más saludables evaden el colesterol, entre otros ejemplos. Sin embargo no muchos se preocupan por cuidar y desarrollar el cerebro, pese a tratarse del órgano más importante para la vida.
El cerebro posee una capacidad maravillosa denominada plasticidad, gracias a la cual podemos aprender, cambiar o desechar pensamientos limitantes por otros más amplios o creativos. Con su ayuda tenemos la facultad de modificar las costumbres que nos hacen vulnerables a situaciones de deterioro, reemplazándolas por otras que nos beneficien. Todo esto se logra porque al interactuar con la información y reacomodarla, el tejido cerebral se modifica a nivel microscópico en un lugar que mantiene la conexión entre las células que lo forman, llamadas neuronas. Cada una de ellas posee miles y miles de terminales que se interconectan con otras neuronas, formando una red.
Para sostener ese proceso, el cual es responsable de que podemos ‘funcionar’ de manera correcta, nuestro cerebro requiere de diferentes cuidados que debemos tomar en cuenta, si es que queremos ayudar a su protección y salud. Se trata de cinco aspectos; si los atendemos, el moldeado diario de este órgano tan valioso será mejor y lo veremos reflejado en nuestro bienestar.
UNO: ALIMÉNTATE BIEN
En promedio, el cerebro pesa casi un kilo y medio; no parece mucho si lo comparamos con nuestra masa total y sin embargo consume el 20 por ciento del oxígeno y los nutrientes que recibe el cuerpo. Su metabolismo es diferente, por lo que el tipo y la calidad del alimento que consumamos lo afectarán directamente y en una proporción muy alta. Por ello, el cerebro necesita una dieta equilibrada.
En muchos estudios médicos y de nutrición se ha encontrado que entre los alimentos medulares para la fortaleza cerebral están los que contienen antioxidantes, pues ayudan a detener la degeneración neuronal. En dicho grupo se encuentran los cítricos, el té verde, las espinacas y los ajos. También son benéficos los alimentos ricos en Omega 3, como el salmón, las sardinas y los pescados de agua fría.
Es muy recomendable asimismo consumir productos que contengan silicio (maíz, calabaza), fosfatos (frutos secos) y hierro (soya, lentejas, vegetales verdes); cabe decir que esos tres elementos se encuentran presentes en los cereales integrales.
Igualmente ayuda la ingesta de vitaminas A, E y las del grupo B como el ácido fólico. Mientras que el triptófano presente en el plátano y el tomate, contribuye a la formación de algunos neurotransmisores.
Desde luego, tomar suficiente agua diariamente es una buena costumbre para mantener el equilibrio interno.
Por otro lado, así como existen alimentos que sirven, hay otros que dañan y aceleran el deterioro del cerebro, por ejemplo las grasas saturadas, los colorantes artificiales y el azúcar refinada, entre otros.
DOS: SIN SUSTANCIAS TÓXICAS
Respirar aire puro y mantenernos alejados de elementos tóxicos es otro punto esencial para cuidar al cerebro, pues permanecer en algún lugar donde aspiramos agentes nocivos (como el tabaco) afecta muchísimo su actividad. Recordemos que este órgano tiene un metabolismo acelerado y necesita grandes cantidades de oxígeno para funcionar, así que todo lo que le quite calidad al aire que respiramos, lo perjudicará profundamente.
En el mismo sentido, el trabajo cerebral se relaciona íntimamente con la expresión de las emociones; por ello las sustancias reguladoras del estado de ánimo como los ansiolíticos, las depresoras como el alcohol y los estimulantes como la cafeína, resultan dañinas al ser utilizadas en exceso, y además crean adicciones físicas y psicológicas. Es decir que si pretendemos mantener al cerebro en equilibrio y con salud es fundamental evitar el uso o consumo de químicos perjudiciales.
TRES: A EJERCITAR EL CUERPO
Hacer ejercicio con regularidad forma parte de los hábitos de un individuo sano. Al realizar un deporte o cualquier actividad que nos ponga en movimiento, ayudamos a la oxigenación del cuerpo y por supuesto del cerebro; además fortalecemos los músculos, las articulaciones, y estabilizamos el metabolismo facilitando la eliminación de muchas toxinas a través del sudor.
La caminata no sólo es uno de los grandes placeres que tenemos a nuestro alcance sin costo alguno, sino que ayuda a que saquemos el estrés. Quienes la practican con regularidad notan que sus ritmos de sueño se regularizan, y aumenta la producción de endorfinas y dopamina (neurotransmisores a nivel cerebral), favoreciendo la capacidad de sentir bienestar.
En las culturas de Oriente se acostumbra practicar rutinas como el Tai Chi y el yoga, que ayudan a mantener un balance entre la salud física y mental.
CUATRO: A EJERCITAR LA MENTE
El cerebro al igual que los músculos, requiere de ejercitación, de lo contrario se atrofia. Es posible estimularlo dándole información nueva, pues cuando ésta se ‘recibe’ la labor cerebral es aprenderla y emplear la memoria para codificarla. Posteriormente se activan procesos cognitivos que van modificando la realidad y enriquecen el conocimiento que tenemos para desempeñar cualquier actividad. Como ya mencionamos, la plasticidad del cerebro le permite ir formando nuevas interconexiones entre las neuronas, dando lugar a estructuras permanentes que favorecen la realización de tareas cada vez más complejas y sofisticadas, así como sostener la óptima actividad de este ‘centro de operaciones’.
A la mente le gustan los retos; al enviarle desafíos la estimulamos y propiciamos que su trabajo sea cada vez mejor. Hay quienes dentro de sus ocupaciones cotidianas cubren este rubro, si su trabajo requiere que tomen decisiones, resuelvan conflictos y pongan a prueba su creatividad. Para la gente cuyo empleo no exige esta clase de esfuerzo, hay actividades que pueden ayudarles a incentivar y conservar la calidad del intelecto, como jugar al ajedrez, armar rompecabezas, contestar crucigramas, o realizar análisis y síntesis de lecturas.
Al contrario, no ejercitarla provocará inevitablemente que se empiecen a deteriorar las interconexiones neuronales que en un inicio desarrollamos (por ejemplo al aprender e incorporar conductas como el lenguaje o la lectura de comprensión). Las conexiones que no se utilizan se van atrofiando, así que al no usar esos elementos de nuestra mente los iremos perdiendo y notaremos que aparecen deficiencias en funciones como la memoria y la capacidad de juicio.
Para evitar lo anterior se recomienda la gimnasia cerebral, la cual básicamente consiste en realizar movimientos con ambas partes del cuerpo, a fin de estimular los dos hemisferios cerebrales. Existe por ejemplo un ejercicio denominado ‘sintonización’; para ponerlo en práctica, colóquese de pie o sentado, cruce el tobillo derecho sobre el izquierdo y después su muñeca derecha sobre la izquierda, apoyándolas en su pecho con los dedos entrelazados. Cierre sus ojos y relájese por unos minutos. Luego descruce piernas y muñecas, y pongan las yemas de sus dedos entre sí, como si estuviera orando. Mantenga esta posición por un minuto.
Pero en definitiva, más que cualquier ejercicio lo ideal es mantener a la mente trabajando.
CINCO: HORA DE DESCANSAR
Una de las necesidades básicas del ser humano es dormir. Si se ha preguntado por qué el cuerpo lo ‘exige’, se debe a que mientras dormimos el cerebro integra múltiples tareas de reparación, descanso e integración de los procesos de aprendizaje y memoria.
Así, cuando una persona no duerme bien inmediatamente tiene dificultades en su desempeño psicomotor y en los movimientos de precisión, además de presentar problemas para mantener la atención y la concentración.
La práctica regular de disciplinas de meditación y el respeto al tiempo de reposo favorecen la reposición de energía y en consecuencia el adecuado funcionamiento del organismo.
TODOS, A LA CUENTA DE TRES
Somos nuestro cerebro; gracias a él interpretamos la realidad y podemos interactuar con las maravillas del mundo que nos rodea. Aprender a cuidarlo es más que fundamental.
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