Supongamos, querido lector, que hoy amanecí magnánimo y por ello decido regalarte cinco pesos con veintidós centavos. Así es: 5.22 pesos. ¿Qué harías con semejante cantidad de dinero? Mira, me permito sugerirte en qué los podrías gastar si esa fuese tu intención. Cinco pesos con veintidós centavos te alcanzarían para un poquito más de medio litro de gasolina Premium si mis cálculos no me fallan y de no venir un nuevo gasolinazo al escribir estas líneas. Cinco pesos con veintidós centavos rinden para comprar una cebolla o un manojo de cilantro o perejil, claro está, en un tianguis o mercado sobre ruedas. Cinco pesos con veintidós centavos prácticamente alcanzan para un refresco de lata, unas papas Barcel o Sabritas y, casi casi para un Gansito u otra golosina. También con 5.22 pesos se puede adquirir un puñado de chicles. Hasta ahí. Tristemente, dicha cantidad muchas veces hace la diferencia para que millones de personas que viven en la miseria absoluta, puedan o no subsistir.
Cinco pesos con veintidós centavos que no alcanzan para casi nada: una mísera suma. Pues bueno, con esa cantidad se encontró el recién ungido alcalde de Tapachula, Chiapas, Samuel Chacón Morales, al asumir el cargo el pasado 1 de octubre. Según una nota aparecida en la primera plana de un rotativo de circulación nacional, Chacón Morales, edil de extracción priista, sólo encontró 5 pesos en las cuentas bancarias que le heredó el exalcalde panista Emmanuel Nivón González. "Únicamente nos encontramos en las arcas municipales la cantidad de 5 pesos 22 centavos: eso nos dejaron", dijo, y afirmó que según estimaciones, se requieren 33 millones de pesos para el pago de aguinaldos en diciembre próximo, dinero que no tienen.
Hace muchos años, en el marco de una entrevista para esta casa editora, el entonces Gobernador de Coahuila, Enrique Martínez y Martínez, me decía que al no existir un Presidente emanado del PRI -recordemos que Vicente Fox era entonces el titular del Ejecutivo- los gobernadores se habían convertido en una especie de virreyes con un rango de acción mucho mayor al no tener que rendirle cuentas a nadie. Al platicar con Don Enrique, a quien hace tiempo no veo, pero por el que siento aprecio, este columnista cruzaba los dedos escuchándolo y sólo alcanzaba a esperar que frente a la nueva situación en el país, los ejecutivos estatales y locales no abusaran demasiado de dichas libertades. Iluso yo, luego vendrían personajes de triste memoria como Humberto Moreira, quien a pesar de los logros que arroja su administración y el énfasis puesto en impulsar obras públicas, dejó como saldo la friolera de cuarenta mil millones de pesos de deuda más los intereses que se acumulen. Cabe destacar que pese a sus dichos en el sentido de aclarar y transparentar en qué se usó tal cantidad de dinero -que muchos sospechan no sólo fue a parar en obras- a la fecha ello sigue siendo un misterio que probablemente nunca se aclare. En México, como en pocos lugares del mundo, la impunidad es rey.
¿Se acuerdan de la película La Ley de Herodes? ¿La que protagoniza Demián Alcázar? Al momento de estrenarse, muchos políticos buscaron enviarla a la congeladora, ya que versó sobre la corrupción característica del Partido Revolucionario Institucional, desde el alemanismo, hasta los tiempos de Ernesto Zedillo. Sin embargo y en un acto de elemental justicia, la corrupción, el dispendio en despoblado de recursos públicos y el abuso de poder hace mucho que dejaron de ser exclusivos del PRI. Panistas, perredistas, ecologistas, petistas y demás: todos le aprendieron las mañas al tricolor y han resultado aventajados alumnos en la materia, en especial a la hora de endeudar a sus estados o municipios mediante la contratación de pasivos que exceden su capacidad de pago. Ahí está el caso del Distrito Federal, por ejemplo, con 10 mil millones, Michoacán (antes perredista) con 30 mil, o el Gobierno que hereda el chiapaneco Manuel Velasco, hoy en aprietos gracias al enorme pasivo que le dejó su antecesor, Jaime Sabines. No hablemos de los 25 millones de pesos en efectivo que según el actual gobernador de Veracruz, Javier Duarte, estaban destinados al pago de las fiestas de la Candelaria. Ni la burla perdonan, me cae.
También están las irregularidades en las que incurren nuestros políticos en tiempos electorales. Una nota aparecida hace dos días en El Universal, dice lo siguiente: "Para Alejandro Olivo Villa, analista de la calificadora de riesgos de Moody's, en los estados donde se registraron elecciones para elegir a gobernador se registró un deterioro de las finanzas locales, producto de un incremento en el gasto corriente. Veo que hay una misteriosa correlación entre un incremento del gasto operativo que venimos viendo desde el año pasado, pero con números preliminares en 2012, que muestra una presión adicional del gasto operativo", aseguró el analista de la calificadora mencionada. Agregó que los gobiernos que realizaron comicios el pasado 1 de julio, registraron un incremento del gasto corriente y de servicios personales, mientras el gasto de inversión permaneció estable".
Cinco pesos y veintidós centavos quedan en las arcas de Tapachula, Chiapas. Al comentar el asunto por Twitter el pasado martes, uno de mis seguidores me expresaba lo siguiente. "Mira, hay que verle el lado amable y alegrarse. Por lo menos el alcalde saliente tuvo la prudencia de dejar algo, no como otros que dejan deudas impagables".
¿Por lo menos? Pobre México…
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