Las encuestas y estadísticas afirman que lo que alimenta las sensaciones de inseguridad en los ciudadanos es su condición social, se pudiera creer que la respuesta pudiera ser los índices de criminalidad, pero es la condición social lo que hace que el ciudadano pueda resentir una sensación de inseguridad, hay además una sensación de que los pobres son víctimas del sistema penal ya que se les dificulta el acceso a la justicia.
Michel Marcus, quien es delegado general del Foro Europeo y del Foro Francés para la Seguridad Urbana, dice: "La imagen de criminalización de la vida social gradualmente va forzando y empujando al ciudadano a tener comportamientos delincuenciales que favorecen movimientos fascistas y de extrema derecha, y que atienden el tema de la seguridad y de la criminalidad como una cosa esencial".
El tema es en función del análisis a una decisión del presidente de la República emanado de un partido de derecha, decisión que ha afectado la vida de los mexicanos, ya sea en el mejor de los casos las bajas ventas de un negocio, o pérdida de empleo, o cambiar de lugar de vivir, lo cierto es que hay una realidad que atender: prevenir la violencia.
Rubén Aguilar, ex vocero presidencial con Fox y Jorge Castañeda, ex canciller, en su libro "El Narco: La guerra fallida" descalifican las bases con las que el actual gobierno mexicano defiende su guerra contra el narcotráfico, critican los argumentos con los que el gobierno inició esta guerra, como el supuesto de que el país se ha vuelto un consumidor de drogas. A nivel mundial México se ubica entre los países con bajas tasas de consumo pero que a su vez reportan incremento del problema. La ONU estima una prevalencia mundial de 4.2% para cualquier droga ilícita en la población de 15 años en adelante en tanto que en México el índice para la población de 12 a 65 años es del 1.2%.
En otro artículo hablaremos sobre los indicadores, pero investigadores sobre el tema concluyen que el entorno que rodea a nuestros jóvenes de 12 a 17 años indica que el consumo de drogas está cada vez más presente. Los índices de consumo se han incrementado, especialmente en la región norte del país y en las grandes metrópolis. Estos datos refuerzan la necesidad de desarrollar campañas que permitan detectar a los menores que tienen problemas emocionales y darles la atención apropiada para evitar que consuman drogas como un mecanismo para enfrentar problemas de esta naturaleza. Asimismo, es necesario identificar a los menores con mayor probabilidad de desarrollar dependencia, quienes requieren de intervenciones preventivas más intensas.
Una cosa es cierta, cuando observamos que las casas de nuestros vecinos y las nuestras requieren menos jaulas gigantes, es evidente que así se vivirá en un clima de seguridad.
En su libro Los Muchachos Perdidos, Retratos e historias de una generación entregada al crimen, Eduardo Loza y Humberto Padgett presentan datos interesantes, en artículos posteriores hablaremos más de este gran trabajo, ahora quisiera citar el capítulo de este libro en el que se manifiestan las reflexiones del director de la Comunidad para el Desarrollo de los Adolescentes, que es el centro de internamiento de cuidado especial para jóvenes bajo proceso penal en el DF, Jorge Guillermo Apaez Godoy: "El fin del consumo es el consumo mismo. Los medios para lograrlo es lo de menos; se es en la medida del consumo. Esto crea angustias poderosas y constantes en el principio de comparación. Se vuelve una forma de identificación y relación. Socialmente no les damos lo que les decimos que deben tener, y cuando lo consiguen por medios diferentes, los castigamos. Es un asunto de responsabilidad social y todos la compartimos en mayor o menor grado".
El tema es lo suficientemente complejo como para discutirlo a fondo en este breve espacio, pero la intención es mostrarte hechos para tu propia conclusión.
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