Para prevenir la violencia debemos unirnos, ¡es obvio!, pero las noticias hablan de jóvenes asesinados, se habla de pandilleros, de comunidades violentas, de policía corrupta, de que la solución está en todos. Se habla de que la desigualdad social combinada con falta de oportunidades económicas, en un ambiente de recesión y de violencia relacionada con las drogas, es una explosión.
Hoy día padecemos la pérdida de valores familiares y sociales, altos índices de violencia intrafamiliar, actividad sexual irresponsable, hay nuevos modelos de familia, falta de supervisión en el hogar, muchas personas padecen baja autoestima, ausencia de sueños y de proyecto de vida.
Muchas personas viven en barrios con presencia de pandillas que las ha hecho aceptar una cultura de violencia, otras viven con hacinamiento sin acceso a servicios básicos o acceso limitado con falta de lugares de esparcimiento y para hacer deporte. Desde hace algunos años, en México, la mayoría de los jóvenes que se alían con una pandilla lo hacen porque es la única manera de estar seguros en la comunidad, se ven obligados a aprender el uso de la violencia para sobrevivir.
Padecemos además de baja calidad en la educación, de deserción escolar, de altas tasas de desempleo, de falta de habilidades en los jóvenes para el trabajo competitivo. Además en muchas escuelas hay vandalismo, indisciplina, violencia entre estudiantes y profesores.
No hay recursos suficientes pero se tendrá que trabajar intensamente en la reformulación de los enfoques y las prácticas con las que se dirigen las políticas públicas en el ámbito del combate a las violencias, es necesario transitar de la Seguridad Ciudadana a la Seguridad Humana, que es operar de manera más integral al atender a formas de vulnerabilidad que comprometen el disfrute de los derechos humanos en general. Es necesario atender los factores de riesgo para disminuir el temor en la población.
Es cierto que en los barrios hay jóvenes que a pesar de la adversidad, definen un proyecto de vida y son parte de familias educadoras (independientemente del modelo de familia, ya sea uniparental o a las diversas formas de tener una familia), son jóvenes mediadores de conflictos, empáticos y promotores de la autoestima colectiva, ellos pueden promover la salud al informarles los efectos del uso de drogas. También existen pandilleros constructores de paz y actores sociales en potencia.
Por lo cual es necesario para tener la capacidad de hacer del anhelo de paz una realidad, valorar la importancia del liderazgo centrado en el ciudadano, en esa persona que demuestre calidad humana, ya que para lograrlo se necesitan muchos individuos pues todos somos parte de un complejo sistema de enlaces en el cual las acciones de una persona forzosamente afectarán a otra.
Por eso es necesario saber ¿Por qué alguien que es joven, con una vida por delante, se ausenta de la escuela para vender droga, secuestrar y asesinar? ¿Por qué con una vida por delante se debe aceptar como destino un trabajo de profesional técnico, haciendo lo mismo durante 30 años por un sueldo insuficiente para vivir dignamente?
"Morir de pie y no vivir de rodillas" con error de percepción así proclaman ingenuos los jóvenes que creen que la solución para ganar dinero suficiente es pasar a ser explotados por los verdaderos beneficiarios del crimen organizado. Está claro que para atender los factores de riesgo que privan nuestra sociedad debemos entender los rostros humanos que los padecen. Debemos unirnos.
Amigo@juancarlosalonso.com.mx
Twitter: @JuanC_Alonso