Vale la pena recordar cómo definen los poderosos del COI lo que es eso de "amateurismo": "Algo que como tiene que ver con el espíritu, es difícil de definirlo" (Avery Brundage, 1964). ¿Y qué dice el reglamento olímpico?: "Un amateur es aquel que participa y siempre ha participado en el deporte solamente por el placer y los beneficios físicos, mentales o sociales que derivan del deporte, y para quien la participación en un deporte no implica más que una recreación sin que vaya de por medio ninguna utilidad, ni directa, ni indirecta. Además debe cumplir las reglas de la federación internacional correspondiente". !Vaya código anticuado!
Pretender vivir fuera de época ha sido la razón del fracaso humano en muchos menesteres. Si el olimpismo es una religión (y así se le considera ya), debería abiertamente hacer como han hecho otras religiones: adaptarse a los tiempos y condiciones cambiantes. Los conceptos del Barón de Coubertin fueron ambiguos, tal vez porque presentía que con el tiempo las cosas cambiarían, que el deportista dejaría de ser sólo "noble caballero". Las últimas cuatro décadas han visto cambios fabulosos: todos pueden hacer deporte, ya no hay grandes distancias por la transportación aérea; los estadios de gran cupo abundan; y los torneos internacionales pueden gozarse al instante en el mundo gracias a los medios de comunicación electrónicos.
La gente llena los estadios, sigue a los competidores y las firmas comerciales sin decoro pagan más o menos dependiendo de quienes compiten. Recordemos el lema de De Coubertin: "Lo importante no es ganar sino competir". Siguiendo la preparación que reciben los competidores, cómo algunos de ellos hacen trampa y sobre todo las clasificaciones "amarillistas" de países como "ganadores" de los Juegos, exaltan y popularizan como gloriosos a quienes ganan más medallas… .
Es opinión generalizada que el COI voltea a ver a otro lado cuando se trata de violar el reglamento del amateurismo. Lo hizo con gimnastas soviéticos, con futbolistas húngaros, por eso entró al léxico del periodismo deportivo la palabra "amateur marrón". Por ejemplo, los campeones olímpicos de futbol de Hungría en 1952 recibían sueldo completo en el ejército… sólo por jugar futbol; fueron los mismos que quedaron subcampeones mundiales dos años más tarde en el torneo de FIFA. No quiero cansar al lector leyendo los reglamentos del deporte "amateur": por ejemplo, un pentatleta según el reglamento olímpico sólo puede entrenar un par de semanas antes de los Juegos. Todos sabemos que en México los pentatletas solían tener contrato de trabajo sólo para entrenarse para los Juegos.
La solución es sencilla: permitir, como hizo FIFA, que libremente compitan amateurs y profesionales en cualquier deporte. Si el experimento de FIFA hubiera sido erróneo no hubiera ocurrido lo que todos sabemos: la Copa del Mundo es el espectáculo más popular del mundo. Reconozco sin embargo que esta solución puede ser dañina en estimular jóvenes para prepararse a competir con los mejores. Pero esto se resuelve teniendo torneos mundiales en especialidades deportivas y categorías, , como está ocurriendo con el futbol, el basquetbol, el hockey y el atletismo, para citar unos cuantos ejemplos. Además, con esos torneos previos de la gente joven se define inmediatamente lo que es un "amateur" que promete y tiene futuro, y lo separa de lo que es un "profesional".
Hace tiempo me permití sugerir una solución: ¿por qué no definir al profesional como alguien que permanentemente se gana la vida practicando su deporte; y por excepción todos los demás son "amateurs"? Sería democrático, porque enfrentaría sin trabas a quienes destacan en su deporte favorito y por gusto propio reciben o no dinero por practicarlo. La gloria de ganar una medalla olímpica en estas condiciones sí sería razón para llamar al ganador "el mejor del mundo". Así un atleta olímpico sería alguien con méritos para enfrentarse y competir con los mejores, sean o no profesionales de tiempo completo. Me temo que antes habrá que vencer la terquedad de quienes viven en el pasado…
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