Alguien dijo bien que "una golondrina no hace verano". Una de las grandes cualidades del ser humano es la importancia de ser consistente y no olvidar lo aprendido. Consistente en ideas, logros, sistemas, etcétera. Y yo diría que esto va de la mano con ser constante, es decir, mantener con paciencia las convicciones para actuar y repetir los éxitos o para no repetir los errores.
Podríamos consultar lo que escribieron sobre el particular grandes filósofos como los griegos Platón y Aristóteles, o Bacon, Kant, Spencer, y más recientemente Bergson, Croce, Santayana…pero llegaríamos a la misma conclusión: en cualquier actividad humana, incluyendo el deporte, hay algo más profundo que gritar "¡sí se puede!"… especialmente para el futbol mexicano.
Hablo con cierta autoridad porque he vivido por décadas de cerca las andanzas del deportista mexicano, en el país y en el extranjero; tanto en entrenamientos como en confrontaciones formales, en distintos eventos internacionales. Recuerdo que un querido amigo ya fallecido, el periodista Rafael García del "France Presse", cruelmente calificó al futbolista mexicano (después de una triste gira europea de nuestra Selección) diciendo que nuestros futbolistas eran "ídolos de tipo local". Tuve poco que alegar a ese cruel juicio, pues luego de que en esa gira ganaron 2-1 a Holanda en Amsterdam, días después perdieron 8-0 ante Inglaterra en Wembley.
Gozamos hace poco una gran exhibición del grupo de jóvenes futbolistas mexicanos ganando la medalla de oro olímpica, superando a una de las cinco grandes potencias del futbol mundial. Regocijo enorme de todos, en mi caso especialmente por haber sido testigo de muchos fracasos olímpicos en los últimos tiempos. Creemos en nuestra juventud y en la posibilidad siempre latente que nuestro indudable mejoramiento se demuestre en todas las actividades; pero a fin de cuentas somos mexicanos fatalistas, y nos alegramos adoptando "con actitud defensiva" ese logro olímpico; y sin querer repicó en mi mente aquello de que "una golondrina no hace verano", actitud lamentable de no creer en eso de "milagroso cambio permanente", reflejo de que mi mente, un poco sistematizada por experiencias, acostumbra esperar para ver si es cierto.
Pues ya ven, solamente cuatro días después vino el balde de agua fría: los mimados profesionales, bien aceitados, bien pagados, me imagino que bien seleccionados y dirigidos, pierden contra un equipo en formación, supuestamente inferior a los brasileños; y además jugando en nuestra cancha donde ellos nunca habían podido derrotarnos; practicando un futbol que para ellos sigue siendo parcialmente "amateur" y al que por muchas décadas solíamos superar por goleadas. (Hasta llegamos a decir irónicamente que eran "beisbolistas vestidos como futbolistas").
Creo que estamos de acuerdo que el futbol del vecino país ha ido progresando desde que fueron sede de un Mundial tan exitoso, que FIFA les da ahora dos o tres lugares a la Concacaf precisamente como agradecimiento por el chorro de dinero que ganaron en ese Mundial. Antes, México era supuestamente el mejor de toda esta región. Pero ahora, "los patos le tiran a las escopetas", o mejor dicho, todo el futbol de la zona ha mejorado a un ritmo mayor que el nuestro.
Tenemos que aceptar que nuestros vecinos del Norte son disciplinados y persistentes cuando quieren progresar. Trabajan pacientemente para el futuro. Nosotros seguimos olvidando promover en grande el futbol infantil, juvenil, etcétera, a nivel nacional, la única forma práctica de ser campeones en cualquier deporte.
Nuestros vecinos del Norte promueven el futbol a todos los niveles; las grandes empresas no sólo se interesan en anunciarse en el deporte profesional, además invierten y fomentan ligas infantiles, juveniles, semiprofesionales. Así todos los niveles del futbol escolar crean una cantera que alimentará ligas profesionales y por lógica a la selección nacional. Se acabó lo que algunos "jilgueros" decían que el Estadio Azteca era el símbolo del imbatible futbol mexicano. Hacer frases no cuesta nada después de todo, lo que parece costar mucho es invertir sabiamente para el futuro, para el bien de jóvenes que sean para el futbol mexicano algo más que el bello sueño de un día.