Sueño musical. Alfredo camina usualmente por las calles de Torreón en busca de algunas monedas acompañado por un viejo acordeón.
Alfredo busca una parada de camión para que su música llegue al mayor número de personas, sonríe un poco y enseguida se acomoda un viejo acordeón en el pecho.
De entre el sonido de los coches y el tráfico surge una cumbia, el joven de apenas 24 años narra una historia de amor mal correspondido, entona una canción de su propia creación que le llevó por lo menos dos meses escribir.
Sin embargo el camión ya llegó y parece que ya nadie le presta atención a su trabajo, de esta forma comienza a prepararse para su segundo turno como músico callejero.
"Me encanta la música desgraciadamente, lo digo así por que en México no hay muchas oportunidades para los que tenemos este tipo de sueños... de todas maneras prefiero ser un músico de las calles a no hacer lo que me gusta", dice Alfredo mientras hace un recuento de las monedas que le han dado en la mañana.
Este dinero no sólo le ayudará para abordar más camiones y seguir trabajando, sino que la mayoría lo deberá invertir en su hijo de tres años que se ha vuelto el motivo de sus dobles jornadas.
A sus espaldas también lleva una mochila con cuadernos y algunos libros, los carga debido a que ha decidido estudiar teatro y contar con un futuro en el ambiente artístico.
"Estoy terminando el primer semestre y trabajando al mismo tiempo, no sé ni como le hago para salir adelante pero no tengo de otra... si no tengo un estudio no voy a salir de las calles", asegura Alfredo quien sólo ha terminado la escuela secundaria.
EN BUSCA DE APOYO
El trabajo musical de este joven cuenta con algunos antecedentes que lo han hecho reflexionar, sólo hace algunos años formaba parte de una banda que asistía a programas de televisión y vendía discos.
Al poco tiempo se vio en la necesidad de salir debido a diferencias entre sus integrantes, problemas personales y otras situaciones que lo llevaron a trabajar en solitario.
Pero actualmente quiere cambiar su suerte y ya se encuentra realizando un proyecto para formar su propio grupo.
"Con unos ahorros compré varios instrumentos para hacer música de vallenato y cumbias, he buscado músicos que me ayuden pero desgraciadamente muchos tienen vicios feos que no los dejan trabajar bien".
El joven asegura que hoy busca entre los muchos músicos urbanos a gente con ganas de trabajar y de formar una banda, la cual les daría mejores ganancias a sus integrantes.
Sin embargo este proyecto no ha sido tomado en serio por quienes se han acercado a él y ha tenido que dedicar más tiempo a sus labores como padre y estudiante.
"Lo último que quisiera es vender mis instrumentos para mantener a mi hijo, me costó mucho tenerlos y por eso estoy trabajando más para alcanzar para todo... inclusive he estado buscando trabajo en otra cosa pero no hay, es muy desesperante que vas a pedir y no te hablen", indica mientras se quita el acordeón del pecho para descansar un poco.
Cuando baja su instrumento se notan todas las enmendaduras y repuestos que le ha hecho a lo largo de sus tres años como músico callejero, una mancha de sudor en el pecho delata su jornada laboral, sin embargo según él no tiene el dinero para darse "lujos" como comprar un refresco para calmar su sed.
Luego de descansar unos minutos observa otro crucero donde la gente pasa de forma continua, levanta su acordeón, su bote de las monedas y emprende un recorrido más.
Su música se mezcla una vez más con el ruido del tráfico, las personas y Alfredo inicia su jornada de la tarde.