Hace tres semanas comenté en este espacio un dilema en el que se encontraba Banco de México (Banxico). Se trataba en esencia, de los factores que influenciarían la dirección en el próximo movimiento de su tasa de interés de referencia.
Por un lado, la política monetaria laxa de la Reserva Federal se traduce en una apreciación del peso que, si bien contribuye a reducir las presiones de precios, no es del agrado de los exportadores y los que compiten con las importaciones, quienes verían con buenos ojos que nuestras autoridades frenaran el fortalecimiento de nuestra moneda con una disminución de su tasa de interés de referencia.
Por otro lado, la tendencia alcista de la inflación y la posibilidad que rebase y se sostenga por arriba del 5 por ciento inquieta a nuestras autoridades monetarias, que podrían verse en la necesidad de elevar su tasa de referencia para moderar el ritmo de expansión de la demanda interna y, con ello, el de los precios.
En meses recientes hemos visto una concientización creciente sobre este dilema por parte de la Junta de Gobierno de Banxico, que en sus comunicados de prensa poco a poco ha ido inclinándose en favor de evitar una tendencia al alza de la inflación.
En mi columna "el dilema de Banco de México" concluí que, "en las condiciones actuales, si la inflación no cede pronto, debería tener prioridad frente a la posibilidad de una apreciación adicional de nuestra moneda, porque el entorno internacional seguirá siendo, por un buen tiempo, lo suficientemente inestable como para dejarle la tarea de debilitar al peso en cualquier momento".
El comunicado de la Junta de Gobierno de Banxico sobre su reunión del viernes pasado confirma esta opinión al reconocer que "los riesgos para la inflación en el corto plazo han aumentado, particularmente en un entorno en el que la brecha del producto se ha cerrado". Coincido con Banxico en que mucho del alza de precios reciente tiene una naturaleza transitoria, y que en algún momento se revertirán los choques de oferta que elevaron las cotizaciones de los alimentos, pero bien pudiera ser que ello tome más tiempo del deseado por nuestras autoridades, que por ahora esperan que la inflación se ubique "muy cerca de 4 por ciento hacia el final del año y que retome una tendencia convergente al 3 por ciento en 2013".
La situación se complica un poco más debido al hecho de que comienzan a elevarse en México las expectativas inflacionarias, uno de los indicadores que siguen con sumo cuidado los banqueros centrales de todos los países.
En nuestro caso esto se aprecia en que, según señala el comunicado de Banxico, "algunas negociaciones salariales hayan registrado incrementos mayores a los que habían venido presentando en el pasado". Yo agregaría, a pesar de que Banxico menciona "importantes bajas en los precios de algunos servicios", que de manera anecdótica también se han registrado importantes alzas de precios en algunos bienes no comerciales, como es el caso de bienes raíces, restaurantes y otros servicios, que son quizá indicadores de presiones inflacionarias latentes.
Por ahora, Banxico decidió mantener sin cambio el objetivo para la Tasa de interés Interbancaria a un día y me parece que ésa será la pauta por lo que resta del año.
No obstante, nuestras autoridades monetarias están lo suficientemente preocupadas como para advertir que aun cuando "no hay evidencia de un proceso de aumentos generalizados de precios", pudiera tomar medidas cautelares relativamente pronto.
El lenguaje es, en este sentido, sumamente claro: "si persisten los choques a la inflación, aún si se presume que sean transitorios, y los cambios en la tendencia de la inflación general y de la subyacente no se confirman, la Junta estima que sería procedente llevar a cabo próximamente un ajuste al alza en la tasa de interés de referencia".
Considero que la palabra "próximamente" no necesariamente significa que pudiera darse un alza de tasas antes de fines de este año.
Me parece, más bien, que nuestras autoridades seguirán con mucho detenimiento la evolución de los precios éste y los siguientes dos o tres meses, para decidir luego si necesitan aumentar las tasas al inicio de 2013. Se abre, así, un compás de espera para la política monetaria.