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Compleja transición en puerta

Actitudes

JOSÉ SANTIAGO HEALY

En medio del fragor de las campañas presidenciales los mexicanos y sus autoridades parecen minimizar la grave situación financiera que envuelve al mundo y la posibilidad de sufrir un fuerte descalabro en medio de la transición sexenal.

México no ha registrado crisis económica en los dos últimos cambios de gobierno, pero las padecimos en 1976, 1982, 1988 y la peor en 1994.

Los gobiernos priistas por incapacidad, descuido y/o corrupción, dejaban al país prácticamente en la ruina al finalizar cada sexenio.

El presidente Ernesto Zedillo aprendió mucho de la mega crisis del inicio de su administración y gracias a ello entregó al país con buenos números en el año 2000, sin devaluaciones, fugas de capital y fuera de los acostumbrados problemas de caja que no eran otra cosa que el saqueo inmisericorde de las arcas públicas.

Vicente Fox hizo lo propio al terminar su mandato en 2006 con la ventaja de que en ese año, al igual que en 2000, se vivían tiempos de estabilidad tanto a nivel nacional como internacional.

Pero en este 2012 las circunstancias internas y particularmente las externas se han modificado sustancialmente. El mundo occidental, en especial Europa y Estados Unidos, no han podido superar la profunda crisis que estalló en septiembre de 2008 con el caos inmobiliario y que se extendió a muchos países y prácticamente a todos los sectores de la economía.

Desde varias décadas atrás los países del primer mundo no vivían índices de desempleo de dos dígitos, precios tan desorbitados de los energéticos, tasas de crecimiento prácticamente nulas, amén de una creciente incertidumbre y desconfianza.

Hace unos días quedamos fríos cuando un alto ejecutivo de una prestigiada firma financiera afirmó en una charla privada que "lo peor está por venir" y que había que prepararse para soportar la crisis durante por lo menos cinco años más.

México, hay que decirlo, ha enfrentado la actual turbulencia con más éxito que otros países. En ello han contribuido los elevados ingresos por el petróleo, el manejo sano de las finanzas, la contracción en inversión pública y la acumulación de reservas en divisas.

Pero el país crece muy poco, el desempleo se dispara al tiempo que los índices de pobreza se incrementan, lo que significa que el modelo económico funciona bien en lo macro, pero resulta un estrepitoso fracaso en el plano microeconómico.

El presidente Felipe Calderón mencionó esta semana que las finanzas mexicanas están sólidas y que no existe riesgo de un quebranto. Llegó al extremo de bromear sobre la volatilidad del peso al señalar que hay reservas suficientes para aguantar una estampida de compradores de dólares.

En efecto, México registró este mes de junio un nuevo récord en sus reservas con 155,060 millones de dólares, nada que ver con las que se tenían en 1982 y en 1994.

Pero también es cierto que el tamaño de la economía es hoy mucho más grande y que una situación de pánico puede generar una drástica caída en las inversiones y la salida masiva de capitales como tantas veces ha ocurrido.

Por ello Calderón y sus colaboradores tendrán que ser más cuidadosos porque México no está vacunado contra crisis externas ni tampoco contra una transición compleja, en caso que el presidente electo no envíe las señales correctas al mercado financiero, es decir a los dueños del capital y de las empresas.

Si López Obrador gana las elecciones podrían presentarse reacciones de desconfianza por las posturas de izquierda del candidato perredista. Pero puede ocurrir lo mismo con el triunfo de Peña Nieto e incluso de Josefina si en su momento no definen un plan económico confiable y acorde a las circunstancias.

Se trata de un año muy complicado y por lo mismo Calderón y quien resulte presidente electo tendrán que ponerse las pilas para evitar otra desgracia financiera en México.

APUNTES FINALES…

Andrés Manuel López Obrador logró su objetivo al convertirse en el centro de las críticas en los medios y sectores políticos, quienes le exigen aclarar sus cifras aparentemente alegres. Con ello el representante del PRD gana espacios, proyección y posiblemente más votos… ¿Alguien dijo que los debates presidenciales carecen de audiencia y por ello no merecen transmitirse en los canales principales? Según Carlos Loret de Mola el programa del domingo fue visto por 22.6 millones de mexicanos a través del canal 2 de Televisa y el 13 de TV Azteca.

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