Hoy, después de la explosión de la crisis financiera en Estados Unidos y en Europa, a pesar de los recursos otorgados por la FED, BCU, FMI y los principales gobiernos Estados Unidos mantiene un bajo crecimiento y un raquítico desempeño acompañado de un fuerte desempleo y un alto déficit fiscal.
La zona del euro se encuentra en una segunda recesión económica, con elevadas tasas de endeudamiento, fuertes déficits fiscales y externos, tasas de desempleos insostenibles y decreciendo el poder adquisitivo de la sociedad: de manera especial y aun cuando ya sabemos que la zona del euro incluye diez y siete países para el propósito de mi artículo tomo como muestra la evolución de cuatro de ellos que comúnmente se les denomina "periféricos" me refiero a España, Grecia, Irlanda y Portugal.
Durante el crecimiento de la zona euro hasta el período 2007 y 2008 se generaron desbalances macroeconómicos importantes en las economías emergentes a los que me refiero; al introducir el euro las economías emergentes empezaron a financiarse en los mismos términos que las más avanzadas de la Unión Europea olvidándose de lo que significa el "riesgo país", los países periféricos se consideraron aptos y propicios para provocar una fuerte derrama de financiamiento hacia ellos y con una absoluta indiferencia a su déficit fiscal ya que las finanzas públicas se deterioraron significativamente de forma gradual a través del gasto público.
Por lo extenso del tema me referiré en esta ocasión a lo que significa el área monetaria única en teoría: en principio, compartir una misma moneda entre varios países tiene varias ventajas entre otras: más transparencia en los precios, costos de transacciones más bajos, mayor certidumbre para los inversores, y una intensificación de la competencia. También, en principio una política monetaria única guiada por un claro objetivo antinflacionario traería aparejada estabilidad de precios, un logro valioso para alguno de los países de la UE quien a su vez por conducto de un Banco Central Unificado a su vez, respaldaría las actividades de sus agremiados.
Sin embargo una moneda única impone costos, especialmente si los cambios en la tasa de interés afectan de manera diferente a las diferentes economías además pienso que en su momento no se evaluó a profundidad lo grave que puede repercutir cuando un país o región sufre un shock negativo y aplica sus propias políticas monetarias sin regirse por una política central que es la que fija las metas adecuadas de acuerdo a los problemas como la flexibilidad de precios y salarios en los países afectados y que deben ajustarlos en respuesta a su problemática y la existencia de algún mecanismo automático de transferencia fiscal de recursos hacia dicho país.
El área del euro claramente no reúne estas condiciones ideales desde luego entre muchas otras, hay múltiples diferencias cíclicas y estructurales entre las economías de la UE, existe poca voluntad para incrementar el presupuesto europeo para financiar transferencias fiscales; la realidad europea, resulta poca adaptada a la teoría sobre áreas monetarias óptimas y por lo mismo a pesar de los esfuerzos actuales de financiamientos especiales emergentes como los que estamos viendo me surge la inquietud pesimista de que dichos apoyos sin poder aplicar exigencias en el manejo rígido de condiciones para hacer frente a la crisis por parte de los gobiernos con estos conflictos económicos en lugar de resultar en una mayor armonía pienso que se verá acompañada de graves conflictos; ya que la solución entre otras opciones es que todos los países tendrían que terminar aceptando el plan de ajuste que ha venido exigiendo el FMI con reticencia de varios países que quieren adecuarse a su propio plan político y económico. El tiempo nos dirá si la unificación monetaria europea funciona con las restricciones macroeconómicas que se tienen que realizar.