Consiente a indígenas
Por: Paulo César Campa, Violeta Bermúdez y Estefanía Chagoya.
El Vaticano le dio preferencia a los grupos indígenas de México para saludar a Benedicto XVI, justo afuera del Colegio Miraflores, momentos antes de su partida a la capital del Estado.
Cientos de manos morenas y callosas por el trabajo del campo, aplaudieron y gritaron de felicitad al ver al alto jerarca católico.
Muchos lograron saludarlo y abrazarlo.
Benedicto XVI salió del colegio sobre la calle López Sanabria y tras dar unos siete pasos, levantó los brazos, saludó y sonrió a los indígenas.
“Benedicto, hermano, ya eres mexicano”, gritaban en coro los espectadores que atestiguaban con emoción.
Fueron 500 representantes de etnias autóctonas de San Luis Potosí, Michoacán, Jalisco, Nayarit, Hidalgo, Chiapas, Oaxaca y el Estado de México, quienes tomaron las primeras filas del bulevar López Sanabria.
Son huicholes, mazahuas, mayas y otomíes quienes formaron cuatro largas filas para ingresar a la zona de seguridad donde se hospeda el Papa, todos con sus trajes típicos.
Vinieron a saludarlo luego de un extenso viaje y ayer, por casi tres horas permanecieron con sus huaraches, de pie, a la espera de la presencia de Su Santidad.
Los contingentes llegaron desde el viernes y estuvieron en el hangar presidencial.
Se informó que hoy estarán en la misa que se celebrará en el parque de la Expo Bicentenario y mañana en la despedida del Papa.
En entrevista Janette Arriola Sánchez, presidenta de Fundación México Indígena informó que Presidencia de la República invitó a estos grupos étnicos a León a participar en los festejos por la estancia de Benedicto XVI .
“Es importante porque está lo mejor de nuestra tierra mexicana que son los pueblos originarios, estos pueblos son los que dieron vida a este País, son el alma, son la esencia de nuestra Patria y tenemos que aprender, están en condiciones de discriminación y extrema pobreza, y al contrario, ellos nos ofrecen otras alternativas de empleo de crecimiento para nuestro País.
“Creo que todos como mexicanos tenemos que comprometernos y contribuir en alianza para ayudar a nuestros pueblos. No podemos permitir que lo mejor de nuestra tierra este débil, tenemos que fortalecernos”, dijo Arriola Sánchez.
Entre la multitud también hubo personas de casi todos los estados, aunque la mayoría fueron leoneses.
Un grupo de jovencitas entonaron las canciones tradicionales mexicanas, durante la salida de Su Santidad en su viaje a la capital.
El Estado Mayor Presidencial permitió que la gente saludara al Papa desde la valla.
Los primeros que tuvieron contacto fueron los niños, posteriormente los adultos indígenas también tuvieron la oportunidad.
Tres personas con discapacidades también estuvieron en una zona privilegiada y lograron también tenerlo de cerca.
Entre el ajetreo, el papa Benedicto XVI, recibió una rosa blanca.
Desde la puerta a su vehículo obscuro Mercedes Benz, en el que por sorpresa decidieron que se trasladara a Guanajuato, hubo una distancia de 60 metros y fue la misma que recorrió saludando a la multitud que se había congregado para tener la oportunidad de verlo.
Casi 10 minutos duró el Papa entre la gente y luego subió a su lujoso auto rumbo a la capital del Estado, seguido por una fila de autos que lo custodiaron en su tránsito.
Cantan para Su Santidad
Horas antes de que el Papa Benedicto XVI saliera rumbo a la capital del Estado, la estudiantina conformada por 79 niñas originarias de Chalco, Estado de México, entonaron cánticos en honor a Su Santidad.
Ellas pertenecen a la escuela Villa de las Niñas, que atiende a pequeñas de bajos recursos de aquel municipio mexiquense.
Rocío de los Ángeles Martínez Ortiz es una de las estudiantes que cantó para el Papa y ha vivido la emoción de los preparativos desde hace un mes, cuando comenzaron los ensayos.
La estudiantina llegó a la ciudad por la mañana y se instalaron en la zona desde las tres de la tarde, donde contagiaron su entusiasmo a miles de feligreses que esperaron al Papa.
“Me siento muy emocionada ya que es una gran oportunidad que tenemos de ver al Papa de cerca y poderle demostrar nuestro cariño”, dijo la estudiante de sexto de primaria, que además consideró que ésta es una experiencia única en la vida.
Las niñas lucieron vestidos de charro e interpretaron tres piezas: Buen Pastor, Benedicto XVI y México Te Quiere, bajo la dirección de las Hermanas de María, religiosas que coordinan la estudiantina.
‘Soñaba con tener cerca a un Papa’
Un viaje que duró poco más de 18 horas emprendieron 38 indígenas originarios de Tenejapa y San Juan Canuc, en Chiapas, para tener la oportunidad de ver unos minutos al Papa Benedicto XVI.
Entre ellos estaban Alonso Méndez Pérez de 56 años y Sebastián López Gómez de 53, quienes consideran que se trata de una oportunidad para llevar un mensaje de paz a su comunidad.
Ubicados en la zona oriente de los altos de la sierra chiapaneca, los pueblos colindan con San Andrés Larráizar y Oyuc, en pleno territorio zapatista.
Como es tradición, ambos indígenas portaban los atuendos típicos de aquella región: un grueso huipil de lana negra fajado con un cinto con bordados rojos, calzón de manta y sombrero de palma decorado con decenas de listones de colores.
“Siempre soñando imaginé tener de cerca a un Papa, ahora que ya nos encontramos aquí, lo acompañaremos en la misa, me siento bien”, compartió Alonso Méndez Pérez.
“Estoy tranquilo porque aquí vamos a encontrarnos en el pase de Cristo”, afirmó Sebastián López Gómez, quien reconoció que los principales problema de la región son el alcoholismo, la violencia contra las mujeres y la falta de empleos.
“Le pediría a Dios para que nos ayude también, hay mucho sufrimiento en la comunidad (…) Yo le pediría por los jóvenes y las mujeres de mi comunidad, además hace falta conseguir trabajo, por eso vengo yo a pedirle para que salga adelante” dijo Sebastián.
rimero las mujeres y las niñas ataviadas con brillantes vestidos y rebozos ingresaron por uno de los extremos del bulevar López Sanabria, en el que se encuentran los retenes del Estado Mayor Presidencial.
Detrás de ellas iban sus esposos, papás y abuelos, que enfundados en calzones de manta, con morrales, huipiles de lana, sombreros de palma y huaraches que dejaron al descubierto sus pies curtidos, caminaron a paso firme emocionados al encuentro con el Santo Padre.
A las dos de la tarde llegó el par de camiones que transportaba a los 80 indígenas de la etnia otomí, que viajaron de varias comunidades del Estado de México, entre ellos los pueblos de Lerma, San Pablo, San Andrés y Temoaya.
Todos vestían trajes típicos, pantalones de manta sostenidos con un cinturón rojo de lana, mientras las mujeres lucían brillantes faldas de colores.
De Temoaya es originario Cutberto Daniel, indígena que ostenta el cargo de Jefe Supremo de la cultura otomí en aquella región y pertenece a la Organización Pro Mazahua, asociación que coordinó el traslado de los indígenas.
Como líder y creyente católico, Cutberto dijo que espera darle un mensaje de bienvenida a Benedicto XVI, el día de hoy en la misa que oficiará en la Expo Bicentenario.
“Bienvenido Benedicto XVI a ver a nuestros hermanos mexicanos, a nuestros hermanos de la cultura otomí del Estado de México, eso es lo que queremos decirle en nuestra lengua otomí”.
Solitario en la multitud
Solo en la multitud. No tenía quién le diera la mano, ni quién lo cuidara, mucho menos quién le comprara algo, sólo esperaba ver al Papa una vez más.
Diego Armando Gasca de 11 años esperaba entre la multitud.
Mientras la gente gritaba, el pequeño anhelaba ver al Papa una vez más para pedirle por la salud de su sobrino.
Lo miró el viernes durante el primer recorrido de Benedicto XVI, pero quería verlo otra vez.
“¡Se ve, se siente el Papa está presente!”, gritaba Diego.
Durante las horas que pasó haciendo valla, el niño volteaba y volteaba para ver si el Papa estaba a punto de pasar.
Sólo quería que Benedicto lo saludara.
La alegría se le notaba en su inocente cara. La sonrisa de oreja a oreja y los ojos que le brillaban revelaban la emoción.
“Ayer cuando pasó el Papa me emocioné, me sentí alegre y lloré”.
“Yo amo a Diosito y si pudiera hablar con el Papa lo único que le pediría es que cuidara a mi sobrinito, él tiene 5 años y tiene un problema en su pie (…) por eso voy a estar todo el tiempo que pase para que me vea”.
Poco después, vio con emoción a Benedicto XVI.