Hay dos formas de promover una mayor competencia en la televisión. Una sería despojar a la empresa dominante, o a las dos principales, de una o varias de sus cadenas, lo cual generaría largas y costosas batallas legales que al final probablemente ganarían las televisoras. La otra es aprovechar la actual revolución tecnológica para promover el ingreso de nuevos participantes al mercado.
La Comisión Federal de Telecomunicaciones está optando por la segunda. Este 6 de junio el pleno de la Cofetel aprobó un Programa de Concesionamiento (sic) de Frecuencias para Televisión que considera espectro para dos nuevas redes de televisión digital terrestre que llegarían a 153 poblaciones y el 93 por ciento de la población del país (los actuales canales analógicos 2 y 13 alcanzan al 92 por ciento).
La tecnología digital permite una verdadera revolución en las comunicaciones. No solamente hace posible mejorar la calidad de las transmisiones, a través de televisión de alta definición, sino que permite ofrecer servicios adicionales de texto, audio o imágenes así como multiplicar canales en una misma frecuencia.
En México ha prevalecido una actitud conservadora de las autoridades en este campo. La Secretaría de Comunicaciones y Transportes, por ejemplo, le impidió hace años a TV Azteca (empresa con la que colaboro) ofrecer un servicio denominado HiTV que permitía recibir un mayor número de canales por aire a través de un decodificador. Este pasado mes de mayo la Suprema Corte decidió que el servicio es legal, como lo había determinado originalmente la Cofetel.
La licitación de dos nuevas cadenas nacionales de televisión digital es un paso en la dirección correcta. Pero no es suficiente. Hay muchos más canales de televisión en el espectro digital que pueden ser espacios para programación especializada, que no necesariamente podría ofrecerse en una cadena nacional por falta de un público suficientemente amplio. Es muy importante también derrumbar los muros artificiales con los que se pretende separar las telecomunicaciones (telefonía e Internet) de la radiodifusión o televisión. La convergencia unido todos estos servicios.
Pasarán varios años para que los procesos que estamos viendo fructifiquen en beneficio de los consumidores. Y los detalles, particularmente las reglas de la licitación, serán muy importantes.
Si la autoridad cede a presiones políticas y entrega las nuevas frecuencias a grupos que busquen ofrecer una programación "cultural" o especializada, que no sea del agrado del público en general, el resultado será que no aumente la competencia en el mercado. Tenemos ya los casos de canales como el 11, el 22 y las emisoras de los gobiernos gubernamentales que no han podido nunca atraer a un público importante.
Será importante también que el gobierno no caiga en el juego de subsidiar a los grupos que pierdan en el nuevo mercado. El síndrome de Mexicana de Aviación, que supone que es responsabilidad de los contribuyentes rescatar a las empresas privadas cuando quiebran, nunca está lejos de la mentalidad de los políticos de nuestro país.
La digitalización de la radio y la televisión, así como las crecientes capacidades del Internet, ofrecen oportunidades infinitas a México y a los mexicanos. Si las sabemos aprovechar, podremos tener más competencia y mayores beneficios para los consumidores.
Pero es muy importante que las autoridades abandonen el papel restrictivo que han asumido en el pasado y se conviertan en promotoras de la inversión y la creatividad tecnológica y de contenidos.
BRADBURY
No escribía ciencia-ficción sino que dejaba que las historias humanas se desarrollaran en un mundo de fantasía. Ray Bradbury, el autor de Crónicas marcianas y Farenheit 451, dejó una huella profunda en muchos lectores en los años sesenta y setenta, incluyéndome a mí.
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