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Consuelo Sáizar

GENARO LOZANO

Conocí a Consuelo Sáizar gracias a las redes sociales. Me explico: yo sabía bien quién era ella, sabía que es la presidenta de Conaculta, sabía que fue directora del Fondo de Cultura Económica, la había visto en televisión alguna vez y sabía de su cercanísima amistad con Carlos Monsiváis. Sin embargo, fue en Twitter donde empecé a sentirme cercano a ella.

¿Por qué te vistes siempre igual? ¿Por qué no te peinas? ¿Por qué no eres más femenina? Un nutrido grupo de tuiteros le hacía constantemente esas preguntas a Sáizar hace un par de años, cuando ella empezaba con su cuenta y yo llevaba ya un año en esa red social. La verdad me sorprendió mucho que ella se tomara el tiempo para responder uno a uno los cuestionamientos tuiteros, siempre con educación y a veces con un tono irónico monsivaisesco. Esa interacción me ganó de inmediato.

Desde entonces creo que los demás funcionari@s federales deberían haber tomado un curso con ella sobre "cómo ser funcionario en la era de las redes sociales".

Unos meses más tarde recibí una notificación de Twitter que me señalaba: "Consuelo Sáizar te sigue ahora en Twitter". La verdad me paralicé unos segundos. En Twitter puedo ser muy serio, documentado, activista y argumentativo, pero también puedo llenar el Timeline de la gente con absurdos, superficialidades, semidesnudos y malviajes. Eso para mí es Twitter: una plataforma versátil que tiene entre sus potenciales la capacidad de ser una bitácora personal que refleja las múltiples identidades que podemos tener en un día o en una hora.

Por lo anterior, me daba pena que me empezara a seguir la mujer que dirige la política cultural de México. Algunas semanas más tarde, recibí una invitación a una comida de Conaculta. Consuelo quería conocer a algunas de las personas que están en esta red social y quería presentarnos algunos de los proyectos de su institución. En esa comida, me impresionó el personaje y su capacidad para estar en absolutamente todo.

Mientras nos enseñaba a los ahí reunidos una maqueta sobre el proyecto para preservar las bibliotecas personales de nombres como Monsiváis - que adicionalmente rescatará el espacio público de La Ciudadela y dará a la Ciudad de México un espacio arquitectónico deslumbrante - escribí un twitt que decía "creo que me estoy haciendo fan de Consuelo Sáizar". Segundos después, ella hizo una pausa, vio su BlackBerry y contestó en público: "gracias, yo también lo soy tuyo" para después concluir su presentación sobre La Ciudadela y continuar con el Centro Cultural Elena Garro, la Cineteca, el Centro Nacional de las Artes e inundarnos de datos duros sobre la política cultural de México.

De tal manera entendí la advertencia que me hizo una persona que conocía muy bien a Sáizar, "ella es discípula de Carlos Monsiváis y amiga de Elba Esther Gordillo. Te va a seducir". Y tenía razón. Pocas veces hay en la historia personajes ante los que no hay más que reconocer su trabajo y honestamente Sáizar es uno de ellos.

Consuelo es nocturna, duerme poco y sus insomnios son productivos. Durante ellos revisa novedades editoriales del mundo en español - de hecho creo que su pasión es la edición de la palabra escrita- le echa un ojo a las últimas creaciones arquitectónicas de Calatrava, Foster, Piano o busca talento de arquitectos, mexican@s -sus otras pasiones, la arquitectura y descubrir talentos ajenos- persigue a sus colaboradores para preguntar por avances en proyectos o se escribe con su grupo de chicas superpoderosas- Dresser, Fuentes Beráin, Olabuenaga, Berman, sus amigas cercanas.

Unos meses más tarde invité a Consuelo a dar una conferencia en el ITAM sobre lo que ella llama "El proyecto cultural del siglo 21 mexicano". Ahí entendí que, a diferencia de sus antecesores, Sáizar tiene claro un proyecto cultural y que tiene la capacidad de planear y ejecutar. Ahí también vi cómo respondía con cifras a un alumno que la increpó sobre los "excesivos gastos" en el Congreso Internacional la Experiencia Intelectual de las Mujeres. Sáizar es una mujer de diálogo.

Podrá estarse a favor o en contra del proyecto cultural que diseñó la titular de Conaculta para el arranque del siglo. En lo personal me parece un proyecto que pondera el llamado poder suave de México y que lo explota como nadie más lo ha hecho en décadas.

A Sáizar le quedan menos de dos meses al cargo y en sus tres años al frente de Conaculta se ha ganado críticos - el ejercicio del poder siempre los atrae naturalmente- y la crítica que yo le he hecho es que no defienda con ahínco a la diversidad sexual ante los ataques que desde la presidencia se lanzaron. Sin embargo, entiendo que no es su función y honestamente espero que quien tome las riendas de Conaculta en el próximo gobierno, dé continuidad y perfeccione el proyecto cultural que Sáizar diseñó.

Al final, creo que ella será la única funcionaria que extrañaré de este sexenio. Y sí, también extrañaré sus pelos despeinados, sus chalecos negros y la pasión con la que defiende la frase de Vicente Rojo, "ante la barbarie, la cultura."

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