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CONTEXTO LAGUNERO

VÍCTIMAS, INCRÉDULOS Y SABELOTODO

JUAN MANUEL GONZÁLEZ

Cuantos de quienes hemos tenido en nuestro equipo de trabajo a cientos de personas, hemos enfrentado alguna vez el comentario siguiente: ¿Por qué te tardaste tanto?, en relación al hecho de haber decidido finalmente despedir a una persona que siempre, en lugar de ser parte de la solución, era más bien, parte del problema. De seguro, muchos de los directivos se reflejan en este comentario al recordar los casos en que tuvieron que decidir y ejecutar algunos despidos.

La gente a la que se despide por falta de rendimiento, eficiencia y resultados, por lo general también bloquea la innovación y la creatividad de sus compañeros y le resta energía a la empresa. Estas personas se niegan a cambiar su postura y eso hace prácticamente imposible no pensar en su despido. Existen tres casos típicos de personas que dañan la moral de la organización.

Las víctimas. En primer lugar está el tipo de personas que se creen víctimas de algo, cuando se les pide mejorar y ser más eficientes. Por lo general comentan con sus compañeros ¿Pueden ustedes creer lo que nos piden que hagamos ahora? "No tenemos tiempo de hacer eso", "No nos contrataron para hacer eso", "Eso no es nuestra responsabilidad", "El jefe está exagerando".

Las víctimas son personas que normalmente cuando el jefe les presenta algunos retos y áreas de oportunidad de mejora, solamente ven acoso, abuso y necedad. Claro que todos en algún momento podemos sentirnos víctimas, pero en el caso de las personas que describimos, su sentimiento de víctima es una forma de vida y así se manifiestan todo el tiempo. Estas personas se sienten perseguidos por todo, por sus compañeros, por los procedimientos de trabajo y hasta por objetos inanimados -incluso parecen disfrutar de su complejo de víctimas-.

Por lo general están molestos, enojados y quejándose constantemente. Cuando todos en la organización pensamos que las cosas están funcionando muy bien, ellos encuentran algún motivo para quejarse. No se dedican a plantear soluciones, sólo buscan crear problemas y no son de ninguna manera innovadores y creativos. Si queremos un equipo innovador, debemos estar muy atentos a no incluir en ellos a personas que se sientan víctimas constantemente.

Despídalos, eso es lo que están pidiendo ellos mismos con su actitud. Aunque ellos siempre sentirán que, independientemente de la causa de su despido, la empresa ha sido injusta con ellos. Estos empleados víctimas, una vez despedidos, seguramente encontrarán alguien que esté de acuerdo con ellos en que ha sido una injusticia, los abogados laborales, sobre todo. Tenga todo el procedimiento del despido en orden y de acuerdo a la ley antes de darle la noticia al empleado porque hay una gran probabilidad de que él encuentre un abogado que le recomiende presentar una demanda.

Los incrédulos. La frase preferida de los incrédulos es: "Esto ya lo he visto antes cientos de veces, no va a funcionar" y normalmente agregan: ¿Por qué deberíamos trabajar tan duro en esto? La diferencia entre un equipo ganador y uno perdedor estriba precisamente en la fuerza de voluntad, en las ganas de hacer las cosas, en la autoconfianza para lograr el triunfo. La relación entre la creencia y la realidad es muy poderosa, para poder, primero hay que creer que se puede. Claro que hay que analizar todos los escenarios, incluso los que son negativos. Un buen líder sabe lo anterior y por ello estima necesario contar con personas que crean en su organización, pero también saben de lo dañinas que pueden ser las personas incrédulas a ultranza y las hacen a un lado despidiéndolas sin lamentarse de ello. Los líderes tienen el equipo humano que se merecen.

Los sabelotodo. Personas que tienen la respuesta adelantada para todo -aunque estén equivocados-, creen que lo saben todo. Usan frases como las siguientes: "Ustedes no entienden cuál es nuestro negocio", "Los procedimientos no permiten una idea como ésta y los accionistas no la aprobarán", "Ni siquiera me han dejado modificar nuestra infraestructura para que pueda con esto", "además hay estos problemas…".

Los mejores innovadores aprenden constantemente, no lo saben todo. Lo mismo se puede decir de las culturas innovadoras, son culturas en constante aprendizaje. Los líderes que construyen estas culturas, saben que para descubrir algo nuevo, se debe buscar con mucho empeño hechos y cosas que no se entienden y luego ir hasta el final del camino en busca de la solución. Cuando se actúa de esta manera, se motiva a los demás a construir y engrandecer una cultura de innovación.

En el trabajo, normalmente, se reconoce mérito a las personas que más rápidamente analizan y entienden los retos de la organización, pero con frecuencia, algunas de estas personas se convierten en expertos que usan su experiencia y conocimientos sólo para explicar por qué es imposible hacer algo, en lugar de encontrar formas para llevarlo a cabo. Este tipo de empleado debe ser re entrenado, retado a cambiar e invitado a mejorar. Pero si sus hábitos están sumamente arraigados y no los quiere dejar, se le debe despedir, de lo contrario, incluso sin estar consciente de ello, limitarán la capacidad del resto del equipo para identificar retos y oportunidades.

Nadie quiere a los empleados Víctimas, Incrédulos o Sabelotodo en sus organizaciones, usted tampoco cargue con ellos, déjelos ir a otra parte.

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