Es el momento de ponernos a trabajar en serio. El país ya pasó por el gran portón de las elecciones del 1° de julio y se enfrenta a la gran tarea de continuar con el progreso que ha alcanzado.
La administración de Felipe Calderón dejará al país con una sólida estructura financiera, reservas históricas, una aplacada inflación y una economía con signos de una innegable vitalidad. Los pronósticos de crecimiento son superiores a los de nuestros principales socios comerciales. El desempleo, inferior al norteamericano y, desde luego al europeo, encierra al gran sector informal. Las críticas a esta situación no toman en cuenta que es precisamente ahí, en esta actividad, donde radica el más importante potencial de nuestro crecimiento.
El gobierno de Calderón pasará a la historia como el que respondió con éxito no sólo la pertinaz recesión mundial, sino una serie de catástrofes naturales como el HNI, sequías, inundaciones y hasta terremotos.
Vista en su conjunto, la administración panista ha sido de avances netos para el país y no de retrocesos. Es importante subrayar que aún tratándose de la muy controvertida decisión de combatir el crimen organizado, el pasado proceso electoral dejó muy en claro que la mano firme con que Calderón enfrentó el reto pendiente de atenderse que se encontró ningún candidato a la presidencia puso en duda la urgencia de continuar con esta batalla. Esto ha llevado a los Estados Unidos a reconocer la necesidad de tomar medidas, aún insuficientes, para controlar el consumo de drogas y frenar el tráfico de armas.
La continuidad en cada uno de los ámbitos del desarrollo socioeconómico es elemento indispensable. Así como Felipe Calderón continuó el manejo financiero heredado de la administración de Zedillo, toca ahora que la entrante administración priista, continúe programas calderonistas que son indiscutiblemente válidos en materia de mejoramiento del sistema educativo, con reiterado énfasis en la evaluación del magisterio que se ha venido imponiendo progresivamente, pese a las feroces resistencias, a veces violentas, de parte de algunos grupos inconformes.
Los amplios programas de vivienda popular, los pasos para la consolidación de la estructura de pensiones, la ampliación de la infraestructura de comunicaciones y el impulso de relaciones comerciales a través de nuevos tratados internacionales, tienen que formar parte de los planes del gobierno entrante.
Es indispensable que la planeación del desarrollo aplicando su ingrediente esencial, la continuidad. Países como la India y China dan clara muestra de los éxitos que se obtienen con planes eslabonados de gobierno en gobierno, independientemente de otros factores.
Así como en materia de reforma agraria es indispensable una segunda fase consistente en la mayor producción alimentaria para independizar nuestro país de las importaciones, siempre sujetas a las impredecibles variaciones de las fuerzas de mercado igual sucede en materia industrial, El nuevo régimen debe continuar la impresionante expansión de exportaciones que ha caracterizado el régimen panista de Calderón, con una segunda etapa consistente en promover y proteger las cadenas de producción industrial que independizarán a la industria nacional de la importación de insumos y componentes que reducen de manera inaceptable el margen de utilidad neta de la industria manufacturera nacional. La fabricación de insumos para la industria que es a su vez un factor que está por ser explotado y que convertiría a nuestro país no sólo en exportador en productos terminados, sino también de partes y componentes destinados a las industrias armadoras de todo el mundo.
Las reformas que se estancaron en la administración calderonista debido a trabas en el Congreso atravesadas por el PRI y el PRD, que seguían impulsos de partido sin una visión nacional a futuro, ahora serán seguramente aprobadas. Al dar luz verde a las reformas en materia energética, laboral o fiscal, el nuevo gobierno del PRI estará impartiendo continuidad y, para qué negarlo, cumpliendo la agenda de desarrollo del PAN.
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