No quepa lugar a dudas: Los fenómenos que asuelan a nuestro México, derivados de la delincuencia organizada y la guerra emprendida en su contra, nos obligan a todos al rediseño de conductas sociales. Escenarios que antes hubieran sido de ficción, se han convertido en asuntos cotidianos que modifican nuestro modo de actuar, tanto dentro como fuera de casa.
Los pequeñitos de Jardín han de aprender el "pecho tierra" a la par de las vocales o los colores, como una medida de salvaguarda vital.
Aún así, cuando se presenta una contingencia surgen problemas inéditos que de momento no hallamos cómo manejar. Tal fue el caso de lo acontecido en Piedras Negras la tarde del pasado miércoles 26, a mediodía ocurrió el cierre del Puente Internacional número Dos, a causa del hallazgo de un artefacto explosivo (que finalmente determinaron expertos norteamericanos que estaba caducado), y cuando ya creíamos haber superado el susto vino lo peor: Caía la tarde cuando en diversos puntos de la ciudad comenzaron a escucharse detonaciones, tanto de armas semiautomáticas como de granadas, lo que se prolongó por al menos tres horas.
Yo me hallaba en mi domicilio, de manera que, aunque alcanzaba a escuchar una parte de las detonaciones, no me consideré en riesgo inminente. Las historias que fuimos conociendo durante las siguientes horas y días dieron cuenta de lo que vivió mucha gente que prácticamente quedó atrapada entre dos fuegos sin saber qué hacer, y que cobró una víctima fatal, una catequista que regresaba a casa y falleció a bordo de su vehículo.
En lo que a comunicación se refiere, las autoridades tuvieron una actuación muy tardía y tibia, que para nada contribuyó a orientar a la población en riesgo, como tampoco ayudó a calmar la creciente psicosis que cundía como reguero de pólvora a través de llamadas telefónicas y mensajes de texto. Queremos suponer que lo hicieron con el propósito de evitar el pánico, en cuyo caso habrá que destacar que el resultado final fue precisamente lo contrario, la falta de información, aunada a la ola de rumores, tanto de boca en boca como en redes sociales, contribuyó de manera directa a acrecentar los temores de la población.
Sin lugar a dudas las redes sociales han venido a constituir un excelente recurso para situaciones de riesgo como ésta, sin embargo también pueden convertirse en algo que por la transmisión de rumores complique las cosas de manera peligrosa. Diversos estudios científicos han abordado el fenómeno del rumor en la red, tal es el caso de los trabajos de Borge-Holthoefer y Yamir Moreno, quienes concluyen que a la hora de difundir una información por la red, no importa qué tan confiable sea la fuente que la inicia o la difunde para determinar su grado de propagación, puesto que son otros los factores que determinan la velocidad con que habrá de circular por la red, para convertirse en una información "viral", como llaman los expertos en la materia, que llega a alcanzar puntos geográficos por demás lejanos.
Tal es lo que ocurrió en redes el pasado miércoles, la escasa información, tanto de autoridades como de fuentes confiables fue entretejiéndose con la de usuarios poco responsables que fueron exagerando cada vez más el estado de cosas, hasta sembrar pánico. Uno de los rumores fue la caída de un helicóptero por el rumbo de El Mirador, que para el final de la noche había crecido hasta convertirse en "helicópteros derribados", generando comentarios de alarma, como si estuviéramos en plena guerra. Lo mismo sucedió con el caso de un vehículo incendiado; según los distintos usuarios se habló de dos, tres, y hasta seis vehículos incendiados, acrecentando los temores de todos aquéllos quienes seguían la información por redes sociales y se dejaron llevar por la alarma.
Así como hemos tenido qué aprender otras cosas, ahora habremos de organizarnos para contingencias como la recién acontecida en Piedras Negras. Corresponde a las autoridades la creación y difusión de un código de procedimientos puntual, que señale qué hacer y qué canales atender durante la contingencia. A nosotros como ciudadanos nos corresponde acatar con disciplina y confianza las indicaciones que se nos den.
Actuar con responsabilidad, apego a la verdad, y búsqueda del bienestar colectivo: Algo que corresponde a las autoridades, a los medios de comunicación formales, y a los usuarios de redes sociales, en el entendido de que hacerlo equivale a resguardar la vida y la integridad propia y de nuestros seres queridos.
Antes de redactar el presente me comuniqué con Anita, una estudiante de último semestre de Psicología para hacerle algunas preguntas acerca del rumor en redes sociales. Concluimos que la inseguridad nos obliga a todos a buscar información, rediseñar esquemas y acatar nuevas conductas, si no queremos morir en el intento.