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Contrastes

Addenda

GERMÁN FROTO Y MADARIAGA

 D Icen que: "La vida no es justa, pero al fin y al cabo es la vida".

La semana pasada comenzó con una serie de contrastes que en verdad me impresionaron.

Mientras disfrutábamos alegremente por la boda de mi querida Isabel, hija de mi amigo Íñigo, varias familias conocidas daban cristiana sepultura a algunos de sus hijos fallecidos en un lamentable accidente.

Jóvenes que tenían toda la vida por delante, pero que Dios decidió llamar a su presencia, como si no hubiera suficientes ángeles en el cielo.Luego, apenas comenzaba la semana y al llegar a un evento me encuentro con una buena amiga a la que hacía tiempo que no veía; y como coincidimos en la entrada, por asociación de ideas le pregunté por una prima de ella, también buena amiga allá por mis mocedades. Mi sorpresa fue grande cuando me dijo que había fallecido hacía diez años y yo ni cuenta me di.

No obatante de haber pasado tanto tiempo, no pude menos que lamentarme y lamentar el no haber estado en contacto con ella, a pesar de nuestra amistad.

Ya para el martes me reencontré en Saltillo con mi hermano y amigo Jesús, el poeta, y cuál sería mi sorpresa al enterarme que casi se muere de un fuerte golpe que se dio y fue a parar al hospital, con todo y su esmirriada humanidad.

Pero eso no fue obstáculo para que juntos brindáramos alegremente por un feliz acontecimiento: los 85 años de Gabriel García Márquez.

Es el Gabo uno de los escritores latinoamericanos más importantes del siglo pasado, con millones de seguidores en el mundo y por ello nos alegramos de que haya llegado a tan feliz edad.

Y sobre todo que haya llegado a ella produciendo, porque a veces la vida es tan ingrata que nos los arrebata en vida y su mente se ausenta de este mundo, privándonos de su pluma. Y favorablemente el Gabo aún la arrastra y lo hace en forma magistral.

En la misma semana volví a las tristezas al enterarme de la muerte de Don Roberto Muller, hombre conocido y respetado que era parte de mi paisaje personal.

Sólo pude estar con la señora Martha y con sus hijos un rato, pues tenía que viajar a Saltillo, pero tuve tiempo de despedirlo.

Fue don Roberto un hombre que vivió su vida plenamente, vio crecer a sus hijos y hasta sus nietos, que por cierto, como es natural, lo adoraban.

No pude ver a mis queridos sobrinos, Curt y Volker, pero sé que dentro de su dolor, deben estar contentos de haber disfrutado a su abuelo los años que tienen de vida y también de aprenderle los valores que son fundamentales para transitar por esta vida.

Y como esta semana fue de contrastes, quiero cerrarla con alegría, festejando el cumpleaños de mi patrón, Jesús, que acaba de acercarse a los sesenta, y hoy lo festeja con una comida que, como siempre, estará exquisita.

Así es la vida, llena de contrastes, unas veces triste y otras alegres. Pero hay que vivirla con intensidad, para que el día que nos vayamos, lo hagamos sin quedarnos con ganas de nada y sobre todo sin reproches.

Por lo demás: "Hasta que nos volvamos a encontrar, que Dios te guarde en la palma de Su mano".

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