A la venta. La placa ya está disponible en varios países.
Roses, el sexto disco de estudio de The Cranberries, mantiene la dinámica de los últimos álbumes de la banda irlandesa y, desde su bucólico título, hace patente que cada vez queda menos de la parte agria de aquellos arándanos que en el pasado facturaron trallazos como Salvation o Zombie.
Roses, lanzado esta misma semana, tiene el mérito, eso sí, de haber devuelto a los estudios a una banda que, reunida hace dos años para una gira mundial después de su disolución en 2003, no entraba al estudio a grabar desde hacía más de una década, cuando publicaron Wake Up And Smell The Coffee(2001) .
Ambos discos tienen en el denominador común de su productor, Stephen Street, un viejo conocido del cuarteto de Limerick (Irlanda) , que ya se hizo cargo de sus dos primeros álbumes, Everybody Else Is Doing It, So Why Can't We? (1993) y No Need To Argue(1994) , los cuales contenían joyas lánguidas como Dreams u Ode To My Family.
Esa ha sido, de hecho, una de las notas características de los irlandeses capitaneados por Dolores O'Riordan. Desde el principio, su discografía estuvo trufada de temas de suaves cadencias, una abundancia sabiamente compensada por otros cortes que subían las pulsaciones y que permitían alejar el riesgo del sopor.
Bury The Hatchet, editado en 1999, es probablemente el disco en el que mejor supieron compensar sus dos vertientes musicales, con ejemplos como el guitarrero Promises y el amable Just My Imagination.