El miércoles próximo tendrá lugar en el Salón Javier anexo al templo de San José, un cine foro sobre la película Cristiada, que ofrece la Diócesis de Torreón. La cinta trata el tema, en el marco de una producción inspirada en la investigación del historiador Jean Meyer.
El conflicto religioso surge en la Revolución Mexicana al triunfo de Plutarco Elías Calles (Rubén Blades), que tras el asesinato de Venustiano Carranza se impuso sobre el resto de las facciones revolucionarias. Calles construyó una dictadura burocrática con base en el Partido Nacional Revolucionario, antecedente del PRI y pilar del sistema de partido de estado.
El proyecto de Calles topa con la visión cristiana del hombre como ser dotado de inteligencia y voluntad, sujeto de dignidad, y titular de derechos de libertad. El estado autocrático pretende además del control de vidas y haciendas, la sumisión de la conciencia y el modo de pensar de los gobernados, que de esta suerte pasan de ser ciudadanos a súbditos del gobierno.
El plan de Calles se enfrentó con la sociedad mexicana en tres líneas. La primera en cuanto al control de la jerarquía de la Iglesia Católica a partir de la reforma al Artículo 130 de la Constitución, cuya legislación reglamentaria atribuyó al gobierno el derecho de designar obispos, regular el número de sacerdotes y obligar a éstos a contraer matrimonio.
Calles llega al absurdo de fundar una iglesia separada de Roma bajo el patriarca Joaquín Pérez, sacerdote cismático que hizo del Templo de la Soledad de la ciudad de México, el centro de una iglesia mexicana sometida al poder temporal.
El segundo frente se abre en el intento de controlar la conciencia de los niños y los jóvenes mediante la Educación Socialista única y obligatoria, que Calles elevó a rango constitucional y se mantuvo hasta 1945. La carga ideológica y sectaria que lo anterior entraña, explica en parte la postración en que se encuentra hasta hoy día la educación pública nacional.
El tercer objetivo del sistema de partido de Estado fueron los rancheros y pequeños productores rurales del Bajío, los Altos de Jalisco y otras partes del centro del país, en contra de los cuales Calles emprendió una feroz ofensiva expropiatoria de sus tierras con el pretexto de repartir los latifundios.
La obsesión por el control político del campo generó el sistema ejidal, que convirtió al Estado en dueño del ochenta por ciento de las tierras productivas. La llamada Reforma Agraria hizo del campesino carne de cañón electoral, traicionó el anhelo zapatista de que fuera dueño de la tierra y malogró la Ley Agraria del 6 de enero de 1915, en la que Venustiano Carranza propuso un reparto de tierras que elevara al campesino de la condición de peón, a la de ciudadano dueño de su propia parcela.
La triple ofensiva callista generó una reacción múltiple en contra del Estado en el terreno de la lucha cívica, a través de asociaciones como la Liga Nacional de la Defensa de la Libertad Religiosa, la Unión Popular de Jalisco y la Asociación Católica de la Juventud Mexicana (ACJM), lo que dio abundantes frutos algunos de los cuales fueron ahogados en sangre, como ocurrió en los casos ejemplares del niño mártir José Sánchez del Río (Mauricio Kuri), y el abogado y periodista Anacleto González Flores (Edmundo Verástegui), que fueron beatificados por el Papa Juan Pablo II.
Otra parte de la reacción en contra del Estado totalitario siguió el camino de las armas y se integró en el ejército Cristero. Para dirigir la lucha armada fue llamado el general Enrique Gorostieta (Andy García), hijo del Colegio militar que animado por el fervor religioso de su esposa Tulita (Eva Longoria), y respondiendo a su instinto como soldado de la libertad, abandonó el aburrido confort de la jubilación y su indiferencia en materia religiosa, para encabezar la lucha armada y morir por la causa.
Los personajes de la película son reales a excepción del Padre Cristopher (Peter O' Toole) y del Padre Vega (Santiago Cabrera), que corresponden a dos diversos arquetipos: el sacerdote mártir que frente a la persecución entrega su vida sin oponer resistencia, y el segundo que toma las armas sin abandonar su ministerio sacerdotal. Con apego a la verdad histórica esencial, el guión de la película enlaza los elementos antes mencionados y otros que en la realidad histórica se dieron en escenarios diversos de tiempo y espacio, en un solo relato épico de notable fuerza dramática.
La guerra duró de 1926 a 1929 y culminó en unos arreglos entre Gobierno y Jerarquía Eclesiástica, que dejaron vigentes algunas de las leyes contra la Iglesia, que fueron aplicadas o dejadas de aplicar según los vientos políticos. Los rescoldos del conflicto y la represión continuaron hasta 1936, generando además de la sangría lamentable, una corriente migratoria profusa de familias de clase media, que convirtió al área de los Ángeles, California, en la comunidad más poblada por mexicanos después de la Ciudad de México.