Por muchas cosas que tengamos que reprocharle al pueblo norteamericano, es incuestionable que nos interesa lo que en él pase.
Por ello esta semana los ojos de México estaban puestos en la elección presidencial, sobre todo porque, erróneamente, las encuestas señalaban un empate técnico entre demócratas y republicanos.
Favorablemente para nosotros, la disputa se resolvió a favor de Obama, quien se impuso a Romney, por ligera ventaja en votos directos, pero con una grande en el colegio electoral, porque rebasó la barrera de los trescientos electores.
Aunque con cierto retraso Romney reconoció inmediatamente su derrota y deseó buena suerte a Obama, quien permanecerá en la Casa Blanca otros cuatro años.
Obama sabe que su triunfo se lo debe fundamentalmente a tres sectores del electorado: a las mujeres, los jóvenes y a las minorías.
Ojalá tenga esto presente durante los próximos años, porque todos esos grupos van a requerir de la ayuda gubernamental.
Sobre todo los migrantes que durante décadas han buscado un trato humanitario y justo en aquel país al que emigran huyendo del hambre y la miseria, y se arriesgan a ser maltratados para conseguir un poco de bienestar.
Creo que Obama puede dar un paso definitivo en ese tema, porque ya no hay reelección posible y por tanto ya no tiene nada que perder. Durmió durante ocho años en la cama de Lincoln y detentó el poder político más grande que puede existir en este mundo.
Quién le iba a decir al honrado Abby que su reforma en materia de esclavitud le abriría las puertas de la Casa Blanca a un afroamericano y a una nieta de esclavo, como es Michele.
Quizá algún día se pueda decir que Obama le abrió las puertas de esa residencia a un emigrante mexicano.
Un tratado de emigración justo sería el mejor regalo que Obama le puede dar a México. ¿Por qué no?, si Estados Unidos es un país de emigrantes que ha perdido la memoria, porque llegaron todos jodidos y ahora se sienten los dueños del mundo.
Ya olvidaron cuando se lanzaban de los barcos para llegar nadando a los muelles de Nueva York y evitar así al servicio de migración, con sólo unos cuantos dólares en la bolsa y ahí empezaban a penar para ganarse un pedazo de pan.
Nadie, por muy encumbrado que esté, debe olvidar su origen, porque eso es traicionarse a sí mismo; y muchos de ellos olvidan ese origen y hasta se ostentan de sangre azul, cuando salieron huyendo de Inglaterra, Escocia o Italia.
Por eso, incluso formaban guetos, para protegerse de los ataques de otros y éstos persisten hasta la fecha en lugares como Nueva York.
A Obama se le veía contento, feliz, estaba logrando su sueño de quedarse cuatro años más en esa bella mansión de la avenida Filadelfia, en medio de una ciudad construida exprofeso para que fuera la residencia de los poderes federales.
Washington es con mucho una de las ciudades más hermosas de Estados Unidos. Tranquila y perfectamente diseñada; con grandes atracciones, como museos y lugares temáticos y desde luego, unos restaurantes de comida gourmet, para escoger al gusto.
Desde ahí iniciará Obama este segundo mandato, con mayoría en el Senado y buenas posibilidades para hacer realidad la frase que pronunció: "Lo mejor está por venir".
Nosotros nos conformamos con un buen tratado de emigración y un trato digno para el país.
Por que mientras aquí se lucha contra el narcotráfico, allá andan autorizando el uso de la marihuana. Así, cómo quieren que se acabe ese flagelo.
Hoy por hoy, tengo fe en que Obama pueda hacer lo que no pudo en el cuatrienio anterior; y que su formación demócrata lo lleve a convertir a su país en un auxiliar de pueblos y no en el policía de ellos.
Por lo demás: "Hasta que nos volvamos a encontrar, que Dios te guarde en la palma de Su mano.