Los dos primero años de gestión del presidente de Honduras, Porfirio Lobo Sosa, estuvieron enfocados a la reconciliación internacional, pero a nivel nacional aún quedan promesas que cumplir sobre todo en materia de empleo y seguridad.
El retorno de Honduras a la Organización de Estados Americanos (OEA), el restablecer relaciones diplomáticas con varios países, entre ellos Venezuela y Brasil, fueron la prioridad de Lobo Sosa, quien asumió el poder el 27 de enero de 2010.
Lobo Sosa llegó a la presidencia en momentos en que Honduras había sido suspendido de la OEA, luego del golpe de Estado contra el gobierno de Manuel Zelaya, el 28 de junio de 2009, y tras las elecciones del 29 de noviembre del mismo año.
No sólo le tocó normalizar las relaciones con varios países, sino también con los organismos financieros como el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), y con la Unión Europea (UE), entre otros.
El periódico El Heraldo criticó este viernes en primera plana que los primeros años de la administración de Lobo Sosa estuvieron llenos de “aciertos y desaciertos, se cumplió ante el mundo, ahora falta empleo y seguridad para el país”.
Entre la reconciliación internacional se incluye el retorno a Honduras en mayo de 2011 del ex presidente Zelaya, quien estaba como “huésped distinguido” del gobierno del presidente Leonel Fernández de República Dominicana.
El retorno de Zelaya a territorio hondureño fue posible tras el Acuerdo de Cartagena, firmado entre Lobo Sosa y el ex gobernante, tras el proceso de mediación liderado por el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, y el de Venezuela, Hugo Chávez.
El sociólogo Matias Funez consideró que en cuanto a la política internacional, la agenda de Lobo Sosa fue exitosa.
“Pero a lo interno recordemos que durante su campana política, Lobo Sosa se basó en la generación de empleo y dar seguridad, estos renglones tienen un déficit tremendo”, agregó Funes, catedrático universitario.
Honduras registra una alta tasa de desempleo, mientras la Organización de las Naciones Unidas lo registra como el país más violento del mundo, en relación a su tasa poblacional de ocho millones de habitantes y más de 82 muertes violentas por cada cien mil habitantes.
Lobo Sosa concluye su mandato el 27 de enero de 2014.
