Da fuerzas para vivir
Por: Julio César Salas.
Jesús Emmanuel tiene cuatro años y ayer permaneció desde temprano justo frente a la puerta de Catedral para esperar al Papa.
Su mamá, Ana Laura Gómez, tiene la mirada puesta en su hijo y con ternura sostiene su cabeza: el pequeño tiene parálisis cerebral.
Su abuela, María de la Cruz Alvarado, tiene fe en que el Papa Benedicto XVI brindará la energía y esperanza suficiente para su nieto; por eso están desde las 8 de la mañana hasta que pase el Sumo Pontífice.
Sin importar las horas ni el calor que deben soportar, Jesús Emanuel tiene la compañía también de sus tías Cristina Gabriela y Milagros Pérez Alvarado, que lo alientan a permanecer recostado en su silla de rueda.
Las tías también tienen su fe puesta en el Sucesor de Pedro; una de ellas, Cristina Gabriela, ya tuvo la oportunidad de verlo pasar cuando el papamóvil cruzó el Bulevar Adolfo López Mateos cuando su Santidad llegó a León.
El reloj de Catedral tiene las manecillas cerca de las 10 de la mañana; hay poca gente alrededor y en la valla que está sobre la calle Álvaro Obregón; entre ellas una religiosa que presume haber llegado antes que la familia Pérez Alvarado.
Jesús Emmanuel desayuna ajeno a los comentarios de la monja que tiene prisa por llamar la atención de una cámara fotográfica; su mamá limpia sus mejillas con paciencia: en sus ojos se refleja amor y cariño.
El fotógrafo tiene la cámara lista para sacar su gráfica; la mamá de Jesús Emmanuel pide sólo un segundo para volver a limpiar sus mejillas: “quiero que se vea más guapo”, dice mientras sus ojos se iluminan más con la sonrisa de su pequeño.
La misa del Papa Benedicto XVI en el Parque Bicentenario tiene pocos minutos de que inició y se escuchan a lo lejos las primeras narraciones de la concelebración eucarística.
Su abuela no tiene dudas: el Papa dará fuerzas a su nieto.
“Por eso tenemos que estar aquí, vale la pena todo el sacrificio, sé que el Santo Padre lo va a bendecir, lo siento en mi corazón”.
Ellos continúan esperando mientras el reloj continúa su marcha. Jesús Emmanuel tiene mucha vida por delante.