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Daldry: drama para el cine

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Daldry: drama para el cine

Daldry: drama para el cine

Arturo González González

Decir que calidad pesa más que cantidad, también aplica para el mundo del celuloide. Con sólo cuatro largometrajes, el inglés Stephen Daldry ha logrado revitalizar al cine anglosajón dotándolo de una fuerza dramática que parecía perdida.

Muy pocos directores de cine pueden presumir de la reputación que se ha construido Stephen Daldry con tan solo cuatro películas y una trayectoria de apenas 11 años en el séptimo arte. Pero detrás del éxito de su corta carrera cinematográfica existe una gran experiencia en el teatro, de donde ha abrevado para desarrollar un estilo fílmico muy personal, sin llegar a ser introvertido.

DE LA TRAGEDIA AL DRAMA

Stephen David Daldry nació el 2 de mayo del 1960 en el condado sureño de Dorset, Inglaterra, hijo de un matrimonio formado por un gerente de banco y una cantante. La tragedia marcó al futuro cineasta al morir su padre de cáncer cuando él tenía sólo 14 años.

Tras la pérdida, Stephen se integró a un grupo juvenil de teatro, y al cumplir los 18 consiguió una beca para estudiar Lengua Inglesa en la Universidad de Sheffield, donde pronto se convirtió en el presidente de la compañía teatral. Su vocación parecía estar bien definida para entonces; sin embargo, al terminar la carrera viajó a Italia y ahí trabajó durante un año como payaso de circo.

Pero la llamada del teatro era fuerte. Luego de la peculiar experiencia, entró como aprendiz de actor al Crucible Theatre de Sheffield y después se inscribió en una escuela de actuación cerca de Londres.

Pronto se inclinó por la dirección teatral, encabezando obras en diversos escenarios. Su montaje de La llamada de un inspector (An Inspector Calls) de J. B. Priestley en 1992 fue todo un suceso y lo llevó hasta Broadway, en donde fue alabado y premiado. Su evidente talento le ayudó a convertirse en el director artístico del prestigiado Royal Court Theatre con sólo 33 años, puesto que ocupó hasta 1998.

DEL DRAMA AL CINE

Fue precisamente en 1998 que Daldry incursionó por primera vez en el cine con el cortometraje Eight, conmovedor relato sobre un pequeño fanático del Liverpool quien se ve obligado a lidiar con la muerte de su padre en una ciudad extraña para él. Los rasgos autobiográficos son evidentes.

La buena acogida que tuvo ese corto lo motivó a rodar su primer largometraje en 2000, Billy Elliot. Escrita por Lee Hall (Caballo de Guerra), la cinta independiente se sitúa en la Inglaterra de mediados de los ochenta, cuando el gobierno de Margaret Tatcher enfrentaba la sonada huelga de mineros de la industria carbonífera. Con ese contexto como fondo conocemos la historia de Billy (Jamie Bell), un niño de 11 años huérfano de madre, que vive con su padre Jackie (Gary Lewis), su hermano mayor Tony (Jamie Draven) y su abuela (Jean Heywood). Mientras la comunidad enfrenta el paro laboral, Jackie inscribe a Billy en clases de boxeo. El niño descubre accidentalmente la clase de ballet que imparte la maestra Sandra (Julie Walters) y se ve irresistiblemente atraído por el baile. La difícil relación que mantiene con su padre lo obliga a mantener su pasión en secreto.

El trabajo de Daldry en la dirección demuestra la experiencia adquirida a lo largo de años de trabajo teatral, lo cual aunado a las excelentes actuaciones y un guión escrito con sobriedad, con una trama perfectamente situada en su contexto histórico, da como resultado una película que divierte y conmueve, y que logra cautivar por igual al público y la crítica. Las escenas de baile son realmente inolvidables, y dejan claro el porqué de los premios y nominaciones.

Montado en los hombros del reconocimiento, el director británico preparó su siguiente filme, Las horas (The Hours, 2002), basado en el libro homónimo de Michael Cunningham, mucho más ambiciosa que su trabajo previo. Con un reparto de lujo encabezado por Nicole Kidman, Julianne Moore y Meryl Streep y complementado por Ed Harris, Toni Collette, Miranda Richardson y Jeff Daniels, la cinta cuenta la vida de tres mujeres de distintas épocas, cuyo lazo de unión es la novela La señora Dalloway, de Virginia Woolf

Kidman interpreta a la propia Woolf durante el proceso de creación de dicha obra en 1923, quien ya se enfrenta a su locura. Moore da vida a Laura Brown, un ama de casa de Los Ángeles a principios de los cincuenta que decide dar un vuelco radical a su vida al leer la novela de Woolf. Y Streep desarrolla el personaje de Clarissa Vaughan, una editora homosexual del Nueva York de principios del siglo XXI, una especie de señora Dalloway moderna, quien sostiene una relación estrecha con un poeta enfermo de sida, el cual resulta ser el hijo de Laura Brown.

El estilo teatral de Daldry, la excelente adaptación de David Hare y la soberbia fotografía de Seamus McGarvey, logran dotar a la película de una profundidad y lirismo estremecedores. Pocos directores varones han logrado plasmar de una forma tan sublime la mirada femenina de un mundo que se muestra tan complejo por debajo de su aparente ordinariez. Todo aderezado por el minimalismo musical de Philip Glass.

Si Billy Elliot proyectó a Daldry como cineasta, Las horas lo hizo entrar en las grandes ligas del séptimo arte. El filme consiguió premios y nominaciones en prácticamente todos los certámenes relevantes del Reino Unido y Estados Unidos, incluyendo el único Óscar de la estrella australiana Nicole Kidman.

DEL CELULOIDE AL TELÓN

De regreso al teatro, Daldry se involucró en 2005 el proyecto Billy Elliot: el musical, estrenado en el Victoria Palace Theatre, en el West End de Londres, obra que hasta hoy se sigue representando con éxito y que es referencia de producciones en otros países. Incluso en 2008 llegó a Broadway, donde cumplió tres años de presentaciones en enero de este año. Además de trabajar con gente de su confianza, como Peter Darling e Ian MacNeil, Daldry contó con el apoyo de Elton John, pues la estrella del pop inglés se hizo cargo de la excelsa música.

Luego de seis años de ausencia en la industria cinematográfica, Daldry realizó en 2008 su tercer largometraje, Una pasión secreta (The Reader), creado a partir del libro El lector del autor alemán Bernhard Schlink y nuevamente bajo la adaptación de David Hare.

La cinta narra la relación entre Michael Berg (David Kross y Ralph Fiennes), un joven que se convierte en abogado, y Hanna Schmitz (Kate Winslet), una reservada mujer que es acusada de la muerte de 300 mujeres judías durante la Segunda Guerra Mundial. Los encuentros intermitentes entre ambos personajes a lo largo de 30 años, terminan por marcarlos.

Fiel a su estilo, en esta película Daldry ofrece un relato conmovedor sobre la culpa, el orgullo y el perdón, en donde sin justificar las acciones de los personajes, los expone en toda su humanidad, con sus debilidades y fortalezas. Con Una pasión secreta, el cineasta inglés se consolida como un virtuoso de la escena y profundo conocedor del drama y las pasiones humanas. Si bien el éxito de la producción no se puede comparar al de las dos anteriores, la realización muestra al autor en plena madurez y consciente de cada aspecto que aparece en pantalla. Destaca sobre todo la actuación de Winslet, que le valió un Óscar y un Globo de Oro.

Con apenas tres filmes, el originario de Dorset había conquistado ya una reputación que ha otros les ha costado una vida. En 2011 volvió a mostrar su amplio dominio de la escena y el lenguaje cinematográfico con Tan fuerte y tan cerca (Extremely Loud & Incredibly Close), basada en la novela de Jonathan Safran Foer, y adaptada para el cine por Eric Roth, quien logra armar un guión tan intenso como inteligente.

La trama gira en torno a los atentados del 11 de septiembre de 2001 a las Torres Gemelas en Nueva York. Un tema complicado, sin duda, pero altamente susceptible para la manipulación propagandística y patriotera. Pero Daldry y su equipo logran distanciarse de este enfoque para dirigirse, con sabiduría y una buena dosis de irreverencia, hacia caminos más reflexivos y emocionales.

Desde el inicio -la primera escena es la de un hombre cayendo hacia el vacío en una de las Torres-, Daldry logra captar la razón y sentimiento del espectador para meterlo en la piel del personaje central, Oskar (Thomas Horn) un niño precoz de mente mas no de alma, ávido de respuestas y cargado de desconfianza respecto al mundo que le rodea. Una de las víctimas del atentado fue su padre, Thomas (Tom Hanks), con quien mantenía una relación muy estrecha. Una vez más, el director proyecta parte de su infancia en su obra.

Conforme se adentra en una búsqueda sin fin tratando de encontrar una chapa para una llave y contestar a la pregunta “¿por qué?”, Oskar descubre la realidad de los otros que, como él, también han perdido algo, para al final reencontrase con su madre (Sandra Bullock), de quien se había alejado cuando falleció su padre. Y es que Oskar, como todos, también guarda un secreto, uno muy doloroso. Con Tan fuerte y tan cerca, el cineasta muestra uno de los relatos más humanos que se han rodado hasta ahora sobre la tragedia del 9/11.

Virtuoso en la dirección, inteligente en el manejo de sus recursos y siempre consciente de lo que busca, Stephen Daldry ha recuperado para el cine ese elemento vital del buen drama que se ha ido perdiendo conforme los efectos especiales ganan terreno. Por eso, pese a su escasa filmografía, el director inglés es ya una referencia obligada de la cinematografía del presente siglo.

Twitter: @Artgonzaga

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