Ayúdate.
Que Yo te ayudaré.
Esta famosa frase, que escuchamos desde niños, que nos invita a poner mucho de nuestra parte primero, como condición fundamental para que El Señor nos apoye, nunca la hemos encontrado en la Biblia, o quizá no hemos buscado bien.
Pero también hemos sabido que se le atribuye a Josué, cuando en su lectura 19 dice:
Mira que te mando que te esfuerces, y seas valiente.
No temas ni desmayes.
Porque Jeohvá, tu Dios, estará contigo donde quiera que vayas.
Esta frase que lleva tan hermosa invitación, hemos querido atenderla siempre, desde que salimos de un lugar para encontrar cosas mejores en otro.
Desde que abandonamos la comodidad y tranquilidad para enfrentar muchos más retos de los que suponíamos serían pruebas a superar.
Pero más lo hemos sentido hoy que los años han pasado y las cosas, por mil razones se tornan cada vez más difíciles.
Cuando , como diría don Rodolfo Guzmán Señor, que en gloria esté su alma: Hay que sacar la casta.
Si usted, que nos lee cada domingo, quiere que todo se le dé por ser quien es, está equivocado, siempre tendrá que poner de su parte el arranque necesario de cada marcha, y así nunca se quedará varado.
Cuando los años pasan y empiezan a aparecer los trastornos que le regala sin falla alguna su acta de nacimiento, requería más de su aportación para superar etapas.
De lo contrario, por más médicos y especialistas que visite, no podrá mejorar ni avanzar hacía su recuperación si no pone su parte.
Nos explicaremos mejor.
A una familiar le aparecieron trastornos serios. Ella misma se abandonó, no quiso cooperar, y fue empeorando. Afortunadamente alguien que la quería, le llamó a tiempo la atención, le pidió poner su parte, tomándose las medicinas, haciendo ejercicio, dejando cosas que estorbaban y la reacción allí va, lenta, despacio, pero segura.
Usted, no lo olvide. Si quiere que El Señor le ayude, hágalo primero usted.