Nosotros Las palabras tienen la palabra VIBREMOS POSITIVO Eventos

DE LA VIDA MISMA

Lic. Miguel Ángel Ruelas Talamantes

No tengo tiempo

Enojado, aquel señor contestó así a las súplicas de su esposa que pedía la escuchara su marido, que con aire enojado se despedía, dejando atrás un ambiente tenso, peor de lo que ya estaba cuando llegó a comer.

Manuelita la pequeña de tres años que observaba callada, se acercó a su madre tratando de consolarla, en una escena que se repetía con frecuencia y que a sus pocos años no podía entender mucho menos comprender.

Pero la menor, con ese instinto que tienen las mujeres desde la tierna edad, sabía y sentía que mamá la necesitaba, aunque nada pudiera hacer.

Y en efecto, aquella madre acercó a su pecho a la niña y dejó que el llanto saliera generoso, mientras las dos se fundían en un solo ser.

La madre hacía tiempo se había enterado que Jésica, la mayor, no iba a clases, y que la veían con malas compañías, una y otra vez habló con ella y al principio, la joven negó los hechos, aunque después, con desvergüenza total los admitió diciendo, en esta casa cada quien hace lo que le viene en gana. Papá ni en cuenta nos toma, siempre trabajando, buscando ese ascenso que nunca llegará y mi hermano Manuel está peor que yo, no va a clases y quién sabe qué hará.

Cierta vez, cuando la mujer encontró por fin un espacio para hablar con su esposo del comportamiento de los hijos mayores, el señor, al conocer el tema, se encrespó diciendo, lo de la educación de los hijos es tu responsabilidad, y tienes que dar buenas cuentas. No me vuelvas a molestar con eso, son cosas tuyas.

La bola de nieve con el paso del tiempo fue creciendo, hasta hacerse incontrolable.

Esto lo conocimos un día que visitamos un penal, mientras hacíamos servicio social. Vimos a un joven solitario, que a pesar de su juventud peinaba canas y estaba avejentado.

Recordaba su madre sufriendo, a su padre ocupado en ascender, a su hermana que no sabían de ella y a Manuelita la menor que había crecido pero a sus pocos años se levantaba temprano, barría la casa y preparaba los alimentos, porque entendió siempre que ése era su destino.

En todos los hogares, la educación y el cuidado de los hijos es tarea compartida, y no la responsabilidad de alguno de sus miembros, pues aparte de los padres, los hijos mayores deben también colaborar con buenos ejemplos.

La primera educación y la que sienta las bases de todas las demás se da en el hogar, para que las ramas del árbol vayan derechas.

La primera gran responsabilidad en la formación de los hijos corresponde a los padres que no deben delegar tan importante función en otros.

Leer más de Nosotros

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de Nosotros

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 766879

elsiglo.mx