Los sentidos
Cuando cursábamos la instrucción primaria nos dijeron que los sentidos eran cinco.
Y haciendo un resumen de la función de cada uno nos los describían así
El del tacto.
El del gusto.
El del olfato
El de la vista.
Y el del oído.
Fueron transcurriendo los años y al llegar a la Preparatoria, con su tiempo inolvidable y sus valiosas enseñanzas nos cambiaron la jugada, diciéndonos nuestros jóvenes e inquietos maestros, entre los que estaban Gerardo Tovar Quirino, Jaime Miranda, el Dr. Monárrez, entre otros, que los seres humanos poseemos cinco sentidos, pero que esto era engañoso pues varios de ellos pueden subdividirse en varios complementos distintos, también importantes.
Total, para no reborujarnos, cuando se trató de ayudar a los hijos y ahora a los nietos en sus tareas, les seguimos hablando sólo de los cinco sentidos que originalmente conocimos.
Por cierto, uno que desarrollamos de forma especial y afortunadamente conservamos es el del olfato, y es que por los olores distinguimos de lejos cosas que nos gustan o nos alejan.
Desde el estacionamiento de este Diario distinguimos, por los aromas que nos llegan si en la panadería cercana están elaborando el riquísimo pan francés o la repostería.
Extrañaremos siempre los inconfundibles aromas que emanaban de la vecina casa de doña Julia, especialmente cuando cocinaba paella valenciana. Cerca del mediodía los olores arreciaban, y no había de otra que hacer planes para comer ahí, primero con la dueña de la casa acompañados de Elvirita su hermana y después del señor Yavona y sus hijos, en la misma cocina, lugar especial para los consentidos.
Luego, empezamos a disfrutar de los olores de las cocinas del Mercado Juárez que siguen hasta la fecha, y donde tantas veces hemos disfrutado mil platillos, especialmente en tiempo de Semana Santa.
En esta casa, el olor a tinta es suave y cautivador, embruja de por vida y se extraña cuando no se aspira.
Los órganos olfatorios captan del medio ambiente los olores y los llevan al encéfalo donde nuestra maravillosa computadora procesa lo captado y nos hace disfrutar o rechazar lo recibido.
Maravillas de nuestro vivir que a simple vista pueden ser intrascendentes, pero que entendiéndolas con otra perspectiva nos hacen disfrutar más y mejor nuestro vivir.