Un jefe inolvidable
Y un gran maestro.
Todos los días, de lunes a viernes la cita era en su oficina.
Un espacio lleno de historia, con fotos de presidentes, gobernadores, premios para el gran maestro y caricaturas donde aparecía él así como otros personajes.
Sobre su escritorio destacaba el viejo y tan usado diccionario, el que consultaba seguido pues deseaba que sus escritos fueran ejemplo del bien usar el castellano.
Y atrás de donde se sentaba un pequeño letrero que rezaba. No confíes en la memoria, anótalo.
Han pasado varios años de su partida y lo seguimos extrañando, confirmando lo que cada vez que estábamos con él pensábamos, cuando sentíamos ya que su ausencia dejaría un gran vacío en nuestra vida y en esta Comarca que tanto quiso y defendió a grado tal que le dieron en vida muchos reconocimientos.
Don Antonio de Juambelz y Bracho, el gran maestro.
De él aprendimos el quehacer periodístico y el buscar siempre el atender las necesidades de una comunidad trabajadora y ejemplar.
Cierta tarde le preguntamos que dónde estaba el secreto para escribir bien y con propiedad en las páginas del periódico.
La pregunta le gustó y nos dijo te tardaste en preguntármelo. Mira Miguel Ángel, un buen comunicador es aquél que sabe captar el sentir de una comunidad, de ahí su nombre de comunicador, pues debe tener primero mucho sentido común.
Y luego nos fue explicando sus experiencias personales que le valieron con el tiempo el reconocimiento general de una comarca y posteriormente de un país, a grado tal que varias veces recibió el Premio Nacional de Periodismo.
Como persona era de una rectitud inquebrantable no le gustaban las mentiras y mucho menos las deslealtades, pues decía que una persona falsa y sin sinceridad no tenía el respeto ni el reconocimiento de nadie.
Fueron muchas enseñanzas que él nos regaló y que tratamos siempre de poner en práctica lo mismo en nuestra vida personal que en el quehacer periodístico.
