Propósitos
Mañana, al concluir un año más, el mundo se llenará de propósitos, que volverán a ser especie de promesas apropiadas para no cumplirlas, dadas las características del ser humano.
Temprano escuchará lo mismo del amigo que siempre dice. A partir del día primero del año seré hombre nuevo, nada de vino, nada de adeudos. Así que despídanse de este señor que se les va.
Usted volverá a escuchar al compañero de trabajo que promete mejorar su rendimiento y ser ejemplo de compañerismo y rendimiento.
La esposa escuchará de nuevo palabras amorosas que hacía tiempo no le dedicaba su esposo, quien ante toda la familia habla de ser mejor en todos los aspectos.
Mañana, a la hora del brindis, el jefe de la familia repetirá su discurso anual, adornado ahora con palabras floridas mientras que el tono de su voz será menos convincente.
Lo que el mundo necesita no son promesas ni palabras bonitas, sino hechos, o como diría el poeta italiano. Facta non verba.
Ya es tiempo de dejar los propósitos en el cajón de los olvidos para sacar del baúl de los secretos cosas nuevas, antes que se apolillen. Ahí podría estar por ejemplo esa sinceridad que ha escondido siempre entre mentiras y promesas.
Ahí podría estar también esa sencillez que tanto le ha faltado a su persona.
Quizá se esconda ahí una fórmula para tratar mejor a sus semejantes.
Y lo más importante, quizá también esté ahí el amor que usted con su egoísmo no ha podido mostrarle a nadie y que ya va siendo hora de asomarlo, antes que la soledad invada su hogar.
Los propósitos, olvídelos ya para que dé salida a la realidad de su persona, antes de que sea demasiado tarde.
