Solicia Sinpitier, madura señorita soltera, iba por una calle apartada y le salieron al paso dos individuos de siniestro aspecto. La señorita Sinpitier se echó a temblar. Uno de los sujetos le dijo: "¿Tiene usted una monedita?". "Ah -pensó aliviada la madura célibe-. Son limosneros". Generosa, le dijo al torvo tipo: "No les daré una monedita, buen hombre. Permítanme darles un billete". "No -rechazó el sujeto-. Necesitamos la moneda. Mi amigo y yo nos jugaremos a cara y cruz a ver cuál de los dos la va a robar y cuál la va a follar". En una antigua fonda del barrio de la Rinconada, en mi ciudad, un letrero en la puerta anunciaba: "Tacos de cabrito: 25 centavos. Tacos de cabra: 50 centavos. También hay tacos de a peso". La gente del Potrero es rica en dichos. Tiene uno acerca de las cabras, y muchos acerca de los adultos mayores. El de las cabras dice: "En el monte la cabra es muy latosa, en la mesa muy sabrosa, y en la bolsa muy ruidosa". El mismo decir puede aplicarse, pienso yo, a la democracia. Es muy sabrosa: dulce es el sueño que hace creer a los pueblos que se gobiernan a sí mismos. También es muy ruidosa: ¿cuántos cientos de miles de spots de mentirosa propaganda política tendremos que soplarnos los sumisos ciudadanos en este año propiedad de los políticos? Pero la democracia, al igual que la cabra, es igualmente muy latosa. En las naciones que más se acercan a la utopía de la democracia cada cabeza es un partido político. De Gaulle razonaba sus imposiciones: "¿Cómo puedo ser democrático en un país que tiene 400 variedades de quesos?". El problema se hace mayor en una república de pobres como México. La pobreza hace que mucha gente dé su voto a cambio de una torta. Verde es entonces, en la teoría, el árbol dorado de la democracia, pero en la práctica es gris. Bien vistas las cosas, la democracia es el sistema de gobierno por la cual unos pocos creen saber lo que los muchos necesitan, y se lo dan, quiéranlo o no. Pero advierto que voy camino de los cerros de Úbeda. Suspendo, pues, mi desmañado centiloquio y voy al grano. El PRI y el PRD escogieron a quienes serán sus candidatos presidenciales por la económica vía -más o menos disfrazada-del dedazo, en tanto que al PAN se le ha enredado la pita en sus intentos de dar apariencia democrática a la designación de su abanderado (o abanderada). El empecinamiento del Presidente Calderón en sacar adelante a su delfín Cordero, llueve, truene o relampaguee; la invención de un método electivo hoy y otro mañana; la certidumbre que cada precandidato tiene de ser el mejor, todo eso hace que los panistas sigan en un limbo de indecisiones y demoras, con riesgo de que a fin de cuentas su ejercicio democrático sea otro parto de los montes. En la fábula antigua, bien se sabe, las montañas temblaron y rugieron con los dolores del alumbramiento, y al final dieron a luz un ratoncito. Todo indica que el candidato del PAN, sea quien sea, llegará debilitado a la contienda. A veces la democracia, a más de ser sabrosa, ruidosa y latosa igual que la cabra, también -como ella- tira al monte. Termina esta columnejilla, que indebidamente sale a la luz pública, con un chascarrillo de dudoso gusto. Las personas que no gustan de leer chascarrillos de dudoso gusto deben saltarse hasta donde dice FIN. Meñico Maldotado fue a la farmacia a comprar condones. Una aguda laringitis lo había privado de la voz, de modo que por medio de señas intentó informarle al farmacéutico lo que quería. El hombre, sin embargo, no entendió las señales. Desesperado, Meñico expuso la parte relativa de su anatomía y la colocó sobre el mostrador, al mismo tiempo que depositaba ahí el costo de los preservativos. Vio aquello el farmacéutico, expuso también su correspondiente parte -de mayor medida que la de Maldotado-, y luego se embolsó el dinero que éste había dejado sobre el mostrador. Meñico, indignado, protestó por medio de airados gestos y coléricos ademanes. Le dice con toda calma el farmacéutico: "Si no sabes perder ¿para qué andas apostando?". FIN.
