Aquello era una orgía. En el cuarto de archivo los empleados y empleadas de la empresa hacían el amor sobre los escritorios; otros bebían cervezas y licor, o jugaban cartas; aquéllos tiraban dados. Hasta Pasita, la más antigua de las secretarias, hacía un strip tease en lo alto de la copiadora. El gerente de la compañía, don Algón, miraba desde la puerta con su socio aquella bacanal. Le pregunta: "¿No crees que esto del coffee break ha ido degenerando mucho?". Don Martiriano y su fiera consorte, doña Jodoncia, fueron con un consejero matrimonial. Le dice él: "En los 15 años que mi mujer y yo tenemos de casados jamás hemos estado de acuerdo en nada". "14" -apostilla con sequedad doña Jodoncia. "Mi carnicería es buen negocio -decía un tablajero de mi barrio-. Me da para pagarme mis copas, mis cigarros, mis mujeres. Para lo único que no me da es para pagarles a los proveedores que me surten la carne". En México la política es también un buen negocio. Hay quienes sin trabajar reciben millones de pesos por ser dueños -ya personales, ya en familia- de un partido político. La política les da para comprarse departamentos en San Diego o en Cancún; para darse vida de reyes (o de reinas). Para lo que no les da es para ejercer el quehacer político con un mínimo de coherencia. Están dispuestos siempre a venderse al mejor postor, al que les ofrezca más pingües beneficios. Harían alianza con el diablo si no fuera porque el demonio, que ha conservado un resto de decoro, no está dispuesto a hacer -por vergüenza- alianza con ellos. Tanto López Obrador como Peña Nieto ya fueron al mercado y adquirieron sus aliados, a cual más sospechoso. El PAN tampoco ha desdeñado andar en esos trotes: lo demostró su alianza con el Panal en Michoacán. Desde luego la política no es cosa de ángeles, arcángeles, serafines, querubines o virtudes. Más bien es cosa de principados, tronos y dominaciones. Además en las campañas se trata de sumar, y luego ya veremos. Pero las malas compañías no son buenas -si me es permitida la perogrullada-, y en tratándose de la cuestión electoral a veces dan menos votos que los que quitan. "Habla, para que yo te vea", solía decir Sócrates a sus discípulos. Las alianzas que traban los partidos revelan mucho acerca de ellos. Y nada bueno dicen las alianzas trabadas por el PRI y el PRD de cara a la elección presidencial. Tu perorata de hoy, escribidor, ha sembrado inquietud en la República. Mírala cómo anda, desasosegada. Parece que vio un fantasma, como el señor que oyó ruidos sospechosos en el clóset de su alcoba. Lo abrió y adentro estaba un individuo en peletier, vale decir sin ropa alguna. "Soy un fantasma" -le dijo el tipo al coronado esposo antes de que éste pudiera articular palabra. "Los fantasmas -acotó el marido- se cubren con una sábana". "Es cierto -admitió el coime-. Pero aquí hace mucho calor". Despidámonos con un chascarrillo final. El novio y su linda prometida decidieron anticipar el trance connubial, después de todo faltaba muy poco ya para la boda. Fueron a la casa donde iban a vivir, y ahí ella le dio a él la mejor demostración de sexo que es dable imaginar. Usó su cuerpo -todo- en forma tal que transportó al galán al séptimo cielo del deliquio. Puso en práctica tan sutiles artes, y con pasión tan encendida, que el muchacho quedó no digo satisfecho, sino extático, embelesado, suspenso, enajenado, atónito, arrobado, absorto y hechizado. No le quedaron fuerzas ni siquiera para pronunciar un "¡Oh!" de admiración. Ella sí conservó su entereza. ("No es lo mesmo dar que recebir" -le dijo un rústico mancebo a la zagala que se sorprendió al ver que ella tenía ganas de una cuarta vez, y él ya no). Con voz meliflua la muchacha le dijo a su futuro maridito: "Después de esto ¿todavía me vas a preguntar si sé cocinar?". FIN.